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El terremoto del 7 de septiembre devastó zonas completas de dos de los estados más pobres del país. Las fotografías y videos que circulan en la prensa y redes sociales atestiguan el drama que la naturaleza acarreó. Aparte de las víctimas mortales—que es lo más lamentable— la destrucción y consecuencias posteriores son gigantescas. Reconstruir infraestructura y viviendas será tarea titánica.

En alguna columna o nota en la red leí que se necesitaría un Plan Marshall para reconstruir el Istmo de Tehuantepec y la región del sur. Eso demanda una inversión colosal que poca gente está dispuesta a poner. Los grandes empresarios —que siempre piensan en las utilidades, aunque vistan ropaje filantrópico— no van a invertir recursos donde las perspectivas de pérdidas son mayores que las de ganancias. El ahorro local navega entre la inexistencia y la precariedad. Muchos piensan que la reconstrucción es tarea del Estado y nada más.

Esta vez las autoridades de Oaxaca, Chipas y Veracruz, bajo la coordinación del gobierno federal, se aplicaron a diagnosticar el tamaño de las averías. Es un comienzo necesario, pero pasada la angustia y las intervenciones de ayuda, la destrucción seguirá allí. Un plan integral de recuperación acaso debería ir más allá de la mera reconstrucción; no se trataría de rehacer lo que alguien construyó mal. Es una oportunidad para modernizar infraestructura e instalaciones estratégicas, no nada más remendar las antiguas sobre los mismos cimientos.

Tal vez en ningún otro sector se haya trabajado con la diligencia que lo hizo la Secretaría de Educación Pública. El secretario Aurelio Nuño declaró que concluyó el levantamiento del censo de las escuelas afectadas. Informó que mil 75 planteles en Oaxaca y mil 571 en Chiapas sufrieron algún tipo de afectación. También, declaró que el costo de la reconstrucción podría alcanzar dos mil millones de pesos (El Universal 18-9-17).

Aurelio Nuño expuso que la SEP, junto con los gobiernos locales, se aplicará con urgencia a la recuperación de los espacios escolares, pero sin poner en riesgo a estudiantes ni a maestros. También hizo cálculos del costo de la reconstrucción y explicó que gracias la previsión, de los dos mil millones de pesos que se necesitarán, las compañías de seguros aportarán alrededor de mil 800; el Fondo de Desastres Naturales pondrá otros recursos y la SEP cuenta con 70 millones para reparaciones menores que destinará a las escuelas y que cada comunidad realice las reparaciones. En algunas áreas, el Ejército instalará aulas provisionales para que los niños no pierdan muchos días de clases.

Respecto a la idea de un Plan Marshall para modernizar la región no soy optimista. Según un texto que leí hace muchos años, en alguno de los cursos que tomé en mi posgrado, aquel plan funcionó de maravilla en Alemania, no tanto en otras partes de Europa Occidental, por dos razones. La primera, Alemania quedó devastada por los bombardeos, no se reconstruyó, se edificó de nuevo. La segunda, su gente poseía conocimientos, habilidades y destrezas productivas que la guerra no destruyó y los pudieron aplicar para la recreación de la República Federal Alemana. Eso sentó las bases de su futuro desarrollo.

Esa explicación corresponde a la teoría del capital humano; el autor miró al sistema educativo previo a la guerra y lo que había labrado en más de un siglo y medio de escolaridad. En nuestro México de hoy no podemos darnos el lujo de pensar de esa manera. En las zonas del desastre se acumulan buena parte de los rezagos y males de la educación nacional: altos índices analfabetismo y deserción escolar y, en contraste, bajos indicadores de aprovechamiento. No hay mucha gente con competencias productivas para la modernización endógena. Habrá que potenciar la sabiduría de las comunidades, diría Amartya Sen.

No obstante, tampoco logramos mucho con lamentaciones. ¡Qué bueno que la SEP fue previsora y hay fondos para reparar escuelas! Pero la tarea es mayor: hay que reconstruir la educación. Un proyecto integral, pienso, debería contener ideas claras para disciplinar a los gobiernos locales y derrotar —con política e ideología— a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. ¡Para ello se necesita algo más que dinero!

La solución, por supuesto, no podrá ser de corto plazo. El plazo corto es enemigo de la visión de largo alcance. Sin embargo, hay que actuar de inmediato, el daño está allí. Pero espero que la urgencia no nuble lo trascendente.

 

 


Carlos Ornelas / Excélsior

Página Web - 2017/09/20

Fuente: http://www.excelsior.com.mx/


Ni en la peor historia de terror podríamos haber imaginado que, a 32 años del terrible sismo de 1985, nos encontraríamos ante una emergencia semejante. El sismo de ayer, durísimo, muy similar a aquel, de magnitud 7.1, se ha dado en medio de una suma de catástrofes naturales inéditas por lo simultáneas: el sismo del 14 de junio, con epicentro en Chiapas, una sucesión casi interminable de tormentas y huracanes, en el Pacífico y en el Golfo. El pasado 7 de septiembre, un sismo de 8.2 grados, que destrozó Chiapas y el Istmo. Y en pleno festejo del día del Sistema Nacional de Protección Civil, a 32 años del sismo de 1985, este otro terremoto que tanto daño ha hecho.

Pero lo decíamos después del sismo de 8.2 grados del jueves 7 de septiembre: asumiendo la gravedad y la magnitud de los daños sufridos este martes, la ciudad ha logrado resistir estos dos fenómenos consecutivos, incluyendo las tormentas y lluvias que han contribuido a dañar edificios e infraestructura, mejor de lo que se esperaba. Lo que hemos vivido ayer, más allá del miedo y la sicosis más que justificada entre la gente, sobre todo después de los temblores de días pasados, ha resultado con daños infinitamente menores que los de 1985.

Al momento de escribir estas líneas, se hablaba de cuatro muertos en la Ciudad de México y de unos 60 en Morelos. Ha habido, seguramente serán más, unos cincuenta edificios y casas colapsadas. Ha habido daños en infraestructura en carreteras, en algunos edificios públicos y hospitales. Tres escuelas habrían sufrido derrumbes. Los daños, con el paso de las horas, serán, sin duda, más.

Pero en 1985, con un sismo de similar intensidad y características, tuvimos, según las cifras más verídicas (nunca se supo el número real), unos nueve mil muertos. Según el registro civil capitalino fueron tres mil 600, pero el gobierno del DF tuvo registrados por lo menos otros seis mil. La cantidad de edificios y casas derrumbadas y dañadas sumaron miles, incluyendo el Hospital General e instalaciones estratégicas. Se perdieron estaciones de radio, estudios de televisión, fábricas y escuelas. El daño fue terrible y el número de damnificados también. Miles y miles. El cambio político que generó el sismo ante la parálisis de las autoridades fue inigualable.

La tragedia de ayer ha sido durísima, pero ni los daños son similares ni lo es el número de víctimas y damnificados. La reacción de las autoridades, las federales, las de la Ciudad de México, las de Morelos y Puebla, ha sido oportuna y rápida. Paradójicamente, el haber realizado un simulacro unas horas antes del sismo logró tener a la gente más consciente de qué hacer, aunque también disparó la sicosis.

Pero insistimos, pese a toda la tragedia, en estos temas hemos avanzado. No sólo porque los daños han sido mucho menores, sino también porque la infraestructura nueva, la que reemplazó aquella derruida en 1985, soportó y soportó bien el sismo del 7 de septiembre y el de ayer, la mayoría de los daños ha sido en edificios viejos.

¿Alcanzará para evitar una crisis política como la que generó el sismo de 1985? Quién sabe, dependerá en mucho de la actuación de las autoridades más allá de las labores de rescate.

Hace unos días, decíamos que el sismo del 7 de septiembre obligaba a implementar un plan Marshall, un plan de reconstrucción y desarrollo especial para Chiapas y Oaxaca. El sismo que ha azotado la Ciudad de México, Puebla y Morelos obliga quizás no a un plan Marshall, pero sí a seguir revisando y adecuando un modelo de desarrollo que atienda mucho más lo social.

Sin esperar los comicios de 2018, y dejando de lado la lucha partidista, tenemos que poner el acento en las viviendas. En Oaxaca y Chiapas se perdieron o resultaron dañadas unas cien mil viviendas. No hay todavía un número determinado en la Ciudad de México, Morelos y Puebla, pero sin duda la recuperación y construcción de viviendas será la demanda más sostenida de la sociedad. Nuestro déficit ancestral de viviendas se ha agudizado con estos hechos, sin olvidar las tormentas y huracanes que en las últimas semanas han azotado al país. Necesitamos reconstruir y no podemos esperar a ver qué sucede en 2018 para hacerlo. Se requiere de parte de los partidos y de las instituciones una visión que vaya más allá de una campaña electoral y establecer mecanismos, políticos, presupuestales, administrativos para que la gente regrese a sus hogares o simplemente los recupere.

Para eso se necesita algo más que un acuerdo político, se necesita presión social, alejarse de manipulaciones y desenmascarar mezquindades de algunos gobernantes que ya hemos visto, por ejemplo, en Oaxaca.

Por cierto, con todo lo terrible que haya sucedido en nuestra ciudad, no puede haber excusa para olvidar a los miles de damnificados que se suman en Oaxaca y Chiapas. Allí la tragedia es de enormes alcances, mayores aún que la de la capital. Pero allí y aquí se necesita operar con carácter emergente una política social que se centre, sobre todo, en la reconstrucción y la construcción de viviendas: utilizando empresas para ello, pero activando, por sobre todas las cosas, el esfuerzo social y de las comunidades. Contando con la gente.

 

 


Jorge Fernández Menéndez / Excélsior

Página Web - 2017/09/20

Fuente: http://www.excelsior.com.mx/


CIUDAD DE MÉXICO. - De acuerdo con la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), menos de 5% de los hogares mexicanos están asegurados.

De ese porcentaje, las viviendas aseguradas contra sismos es menor, dado que no todos los seguros tienen cobertura contra terremotos de base.

Según la Condusef, existen al menos 20 seguros para casa habitación que cubren este tipo de catástrofes. Algunas instituciones que los ofrecen son: Citibanamex, Zurich, Santander, Sura, Inbursa, entre otras.

Cifras de la misma institución establecen que, aproximadamente, por ocho pesos diarios puedes tener asegurado tu patrimonio.

Metros cúbicos listó algunos de los mitos por los cuales no se aseguran las viviendas:

Es muy caro: El costo de asegurar una vivienda (el terreno no es asegurable) depende de varios factores como ubicación, metros de construcción, acabados, valores considerados, riesgos y coberturas, pero en todos los casos su costo es bajo en proporción con la protección obtenida. Así algunos de estos servicios pueden llegar a cobrar 5,000 pesos anuales.

El riesgos es mínimo: Mucha gente cree que solamente cubre al edificio y creen que las probabilidades de destrucción son muy bajas. Pero las estadísticas y experiencias recientes dicen lo contrario y confirman que además de la incidencia de accidentes caseros, México es un país propenso a desastres naturales.

En la vigésima cuarta Convención de Aseguradores de México, celebrada en 2014, Recaredo Arias, director de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros, la AMIS, estimó que al menos 79 millones de mexicanos son vulnerables a catástrofes naturales.

Todo está cubierto: Los seguros de vivienda solo cubren los impactos físicos al inmueble y a sus contenidos, hasta el límite de las sumas consideradas. La reparación de daños a terceros se realiza según la selección de coberturas estipulada en la póliza. Esto quiere decir que hay exclusiones o situaciones en las que el seguro no aplica; por ejemplo, falta de mantenimiento, daños intencionales, uso diferente al de casa habitación.

Mi vivienda tiene seguro porque está hipotecada: Ciertamente, todos los bancos e instituciones financieras que otorgan créditos para adquisición de vivienda contemplan un seguro de vida para el acreditado y uno de vivienda.

Sin embargo, en todos los casos la cobertura está limitada al monto hipotecado; es decir que la institución solo está protegiendo el monto adeudado.

Por ejemplo, si el saldo por pagar equivale a 20%, este será el único porcentaje asegurado, lo que significa que dicho seguro solo está protegiendo al acreedor. En estos casos, los expertos recomiendan contratar un seguro complementario como una forma de garantizar una protección completa.

dvr

 

 


Redacción / Excélsior

Página Web - 2017/09/19

Fuente: http://www.dineroenimagen.com/


México sufrió hoy un nuevo temblor de una magnitud de 7 en la escala de Richter que destruyó edificios y provocó un pánico generalizado con miles de personas

El mismo día en que se cumplen 32 años del del poderoso terremoto de 1985, que dejó miles de muertos, México sufrió hoy un nuevo temblor de una magnitud de 7 en la escala de Richter que destruyó edificios y provocó un pánico generalizado con miles de personas en las calles temerosas de volver a sus casas.

"Lo sentí muy fuerte, estábamos en el piso siete y el edificio se movió demasiado", explicó la oficinista Ivonne Solís, quien no pudo salir del inmueble hasta que terminó el temblor con epicentro en el céntrico estado de Morelos, muy cerca de la capital.

La joven, todavía asustada, reflejaba el sentir general de los 20 millones de habitantes del área metropolitana la Ciudad de México, una de las metrópolis más pobladas del mundo.

Más de una hora después del movimiento telúrico que sacudió el país a las 13.14 hora local (18.14 GMT), miles de personas no se atrevían todavía a entrar en sus casas, mientras los equipos de rescate rebuscaban entre los escombros de los edificios derrumbados.

"Ha sido horrible, yo lo he sentido peor que el del otro día (el del 7 de septiembre)", dijo Ana Bofill, una española residente en México que se tropezó mientras bajaba las escaleras de su edificio, haciéndose una pequeña herida en una pierna.

Bofill, que hoy tenía un vuelo de regreso a España, afirmó que el movimiento telúrico más fuerte que ha sentido en estos dos años y medio en el país.

En el momento del temblor la gente se lanzó a las calles, mientras los edificios y el suelo se movían por completo, causando verdaderas escenas de pánico entre los capitalinos.

"Pensé que iba a ser pasajero y muy suave, se empezaron a mover las edificaciones y salimos todos porque pensábamos en verdad que se iba a caer", contó el colombiano Jonathan Barbosa.

Al evacuar el edificio, Barbosa escuchó como muchos cables de la luz empezaron a chocar y explosionar. "Estoy muy asustado", reconoció.

El número de edificios dañados o parcialmente destruidos en la capital de México, Puebla y Morelos aumenta por momentos, además de cortes en el servicio eléctrico y de telefonía.

La gente no se atreve a entrar todavía en sus casas, mientras informaciones todavía no oficiales hablan ya de algunos edificios derrumbados en la céntricas colonias de La Condesa, la Roma y la Del Valle, así como fugas de gas e incendios varios.

Mediante redes sociales, quienes tienen acceso a Internet informan a familiares y amigos de su estado.

Este sismo se ha registrado exactamente el mismo día en que se conmemora el 32 aniversario del terremoto de México de 1985, que fue de magnitud 8,1 y se provocó 45.000 muertos, según organizaciones civiles, y 20.000 según cifras oficiales.

Dos horas antes del terremoto de hoy, a las 11.00 hora local (16.00 GMT), se realizó una macrosimulacro en la Ciudad de México, al activarse la alerta sísmica, que suena en los altavoces desplegados por toda la ciudad.

Y, como cada año, el presidente del país, Enrique Peña Nieto, colocó la bandera nacional a media asta en señal de luto y recuerdo de las víctimas de 1985.

La triste efeméride coincide este año además con el gran terremoto del pasado 7 de septiembre, de 8,2 en la escala de Richter y que sacudió el centro y sur de México dejando al menos 98 muertos; 78 en Oaxaca, 16 en Chiapas y 4 en Tabasco.

Si bien también se sintió con fuerza en la capital al filo de la medianoche, los estados más afectados fueron Chiapas y Oaxaca, uno de los más pobres, donde hay centenares de miles de damnificados y miles de viviendas derruidas.

El presidente de México, Enrique Peña Nieto, reportó derrumbes y fugas de gas tras el fuerte terremoto de hoy de 7 en la escala de Richter y pidió serenidad a la ciudadanía, ya que se pueden reproducir réplicas del movimiento telúrico.

"Hago un respetuoso llamado a la población a mantener la serenidad y estar atentos a las alerta y recomendaciones de Protección Civil", dijo el mandatario en un mensaje transmitido por radio.

hch

 

 


EFE / Excélsior

Página Web - 2017/09/19

Fuente: http://www.excelsior.com.mx/


CIUDAD DE MÉXICO.- Las delegaciones Magdalena Contreras, Álvaro Obregón, Cuajimalpa, la mayor parte de Milpa Alta y Tlalpan, así como ciertas partes de Miguel Hidalgo, Coyoacán y Xochimilco en la Ciudad de México, son las zonas con el menor riesgo sísmico, reveló un análisis del portal inmobiliario Propiedades.com.

En la capital del país existen tres tipos de suelo: blando, de transición y firme. En cada uno, los temblores se sienten con diferente intensidad y el movimiento de las construcciones es diferente, según el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred).

En el suelo blando, por ejemplo, se percibe un mayor movimiento y los edificios suelen balancearse fuertemente por la amplificación de las ondas. En contraste, en el suelo firme la percepción del sismo es menor y las construcciones se mantienen más estables.

 

Zonas más seguras ante un sismo

José Antonio López, vocal de la Mesa Directiva de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Sísmica (SMIS), señaló que el peligro por terremotos en la Ciudad de México es muy fluctuante.

"Podemos encontrar una calle con construcciones sin riesgo y con un suelo aceptable, es decir, con buena resistencia y buen comportamiento ante sismos, y a la siguiente, lo opuesto”, comentó el experto.

 

Protección Civil elaboró un mapa geológico en el que destaca, por ejemplo, que las delegaciones Magdalena Contreras, Álvaro Obregón y Cuajimalpa fueron asentadas sobre el volcán San Miguel. En estas demarcaciones el suelo se conforma por derrames de lava.

En estas zonas, cercanas a los cerros o formadas por roca volcánica, hay baja vulnerabilidad ante un sismo, destacó López.

Otras, como Tlalpan, Milpa Alta y Xochimilco, se encuentran sobre conos de escoria (lava porosa) y derrames de lava basálticos que forman parte de la Sierra de Chichinautzin.

"Los diferentes componentes de una onda sísmica se amplifican o atenúan dependiendo del tipo de suelo que se encuentren en su camino.”

"En la Ciudad de México se amplifica porque la zona fue un lago. Caso contrario a las lomas, o suelo rocoso, donde la energía del sismo se atenúa y reduce de manera importante”, apuntó López.

Las colonias dentro de áreas de menor intensidad son Ajusco, Ciudad Universitaria y Pedregal de San Francisco en Coyoacán. Lomas de Chapultepec y las secciones I, II y II de Polanco en Miguel Hidalgo.

Otros lugares con menor riesgo son: el pueblo San Mateo Xalpa, La Cañada, el Pueblo de Santiago Tepalcatlalpan en Xochimilco, así como El Cuernito, Paraíso y La Estrella en Álvaro Obregón. Además de las colonias que conforman a las delegaciones Magdalena Contreras, Cuajimalpa y Milpa Alta.

A pesar de que algunas regiones sean más seguras que otras, no significa que estén exentas de riesgo o que los temblores no se sientan, aclaró Víctor Espíndola, jefe de Análisis e Interpretación de Datos Sísmicos del Servicio Sismológico Nacional.

Aunque la zona sur es mucho más firme, puede verse afectada por movimientos más profundos, reconoció el especialista.

"No son sismos que provengan de la zona de subducción directamente, como fue el sismo del 85, sino que provienen de la placa de Cocos. Pueden ubicarse bajo ciudades del estado de Puebla, la parte norte del estado de Guerrero, al norte, un poco, del estado de Michoacán”, explicó Espíndola.

El experto destacó que son más comunes y más fuertes los sismos que provienen de las costas del Pacífico.

La explotación de los mantos acuíferos ha ocasionado que las propiedades del suelo varíen y, por lo tanto, su comportamiento en un sismo.

 

Las zonas de mayor riesgo

Las zonas de la Ciudad de México donde se encuentran los depósitos aluviales (antes eran lagos), son las que presentan un mayor movimiento sísmico, como las delegaciones Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero, Venustiano Carranza, Iztapalapa, Iztacalco y Tláhuac.

El directivo de la SMIS señaló que en la zona del Centro Histórico, las colonias Roma Norte, Narvarte, Juárez, Doctores, Tabacalera y Tlatelolco tuvieron un mal comportamiento en los sismos de 1985.

Asimismo, apuntó que la zona de Santa Fe es un caso particular. “No se debe olvidar que en el pasado fue un relleno sanitario, por lo que las ondas sísmicas podrían amplificarse y generar daños no contemplados”, dijo López.

El experto recomendó consultar con un ingeniero especializado en sismos para que éste evalúe el riesgo de una construcción, dependiendo del número de pisos y la estructuración del inmueble.

 

 

 

 

 


Redacción / Excélsior

Página Web - 2017/09/19

Fuente: http://www.dineroenimagen.com/