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Especialista de la UNAM asevera que las inundaciones no sólo deben atribuirse al cambio climático,  sino también al modelo de desarrollo

Las inundaciones ocurridas en las últimas semanas en diferentes delegaciones de la Ciudad de México no sólo son consecuencia del cambio climático, sino que también se deben a la falta de árboles que han desaparecido para dar paso a suelo urbano.

Víctor Magaña Rueda, investigador del Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y doctor en ciencias atmosféricas por la Universidad de California, aseveró que el agua que hoy escurre a causa de la deforestación está causando las inundaciones inéditas que este año ha tenido la capital del país.

"La ciencia tiene que demostrar esa relación con números, datos y ejemplos”, indicó el especialista.

"La explicación simplona de que el clima es el que nos mató o que el huracán es el que dañó la zona devastada, ya no sigue siendo válida.

"Lo que estamos tratando de demostrar es que el modelo de desarrollo que hemos seguido en las últimas décadas es el que nos expone a graves daños ”, estableció el investigador de la UNAM.

Por tanto, el climatólogo aseguró que las explicaciones que han dado las autoridades capitalinas deberían tener más sustento científico y no “echarle la culpa a la naturaleza”, por lo que criticó las argumentaciones que dan los funcionarios de Protección Civil de la Ciudad de México o del Sistema de Aguas, pues carecen de un sustento científico y de una mínima comprensión de los ecosistemas.

"Habría que cambiar ese paradigma naturalista donde todo es culpa del cambio climático y se deja de lado las responsabilidades de los ciudadanos y políticos, que no se ven como parte del problema”, criticó, Magaña Rueda.

El investigador apuntó que las lluvias torrenciales que se han registrado en la Ciudad de México muestran más afectaciones porque cada vez hay una menor cantidad de árboles y terrenos que logren detener el escurrimiento del agua hacia las zonas más urbanas y por ello las anegaciones aparentan ser más devastadoras que antes.

"La gente tiende a decir que llovió como nunca, y toda la culpa es del agua, pero no se ponen a pensar que esa precipitación pluvial escurre de las partes altas de las montañas hasta las partes bajas de la ciudad”, dijo Magaña.

El investigador de Geografía de la UNAM  admitió que, aunque se han presentado lluvias atípicas, los daños que han causado en la infraestructura capitalina habrían sido de menor impacto si, como hace 50 años, las montañas que rodean a la Ciudad de México estuviesen llenas de árboles.

Por tanto, afirmó que la deforestación en el Valle de México también ha causado perjuicios tanto en las viviendas como en las avenidas de esta gran urbe en la que habitan alrededor de 20 millones de habitantes.

 

 


Lilian Hernández / Excélsior

Página Web - 2017/09/22

Fuente: http://www.excelsior.com.mx/


El presidente municipal de Puebla, Luis Banck Serrato, señaló que han detectado algún tipo de afectación en aproximadamente 300 edificaciones del centro de la ciudad

El presidente municipal de Puebla, Luis Banck Serrato, señaló que al avanzar las tareas de identificación de inmuebles que resintieron los efectos del sismo, han detectado algún tipo de afectación en aproximadamente 300 edificaciones del centro de la ciudad.

Indicó que entre los inmuebles con daños destacan la escuela Héroes de la Reforma, así como otras ubicadas en Santo Tomás Chautla, además de un templo en San Francisco Totimehuacán.

Luis Banck en un comunicado añadió que también tienen reporte de daños en las iglesias de la Compañía, Santa Catalina, El Carmen, San José, Señor de las Maravillas, San Cristóbal, así como los hospitales como el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) de San Alejandro.

También los nosocomios afectados fueron el Instituto de Seguridad y Servicio Social de los Trabajadores al Servicio de los Poderes del Estado de Puebla (ISSSTEP), Universitario, Ángeles y Betania, al mismo tiempo de mencionar el Museo Casa de Alfeñique.

Banck Serrato subrayó que este martes, alrededor de 500 personas, organizadas en 64 brigadas acompañadas de estructuristas de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC), Colegio de Ingenieros, Colegio de Arquitectos, BUAP y UPAEP, del Instituto Politécnico Nacional, Tecnológico de Monterrey, entre otros, llevaron a cabo la evaluación de 500 edificios del primer cuadro de la Ciudad.

Añadió que los grupos trabajarán, durante tres días, en aproximadamente tres mil 600 edificios y, con el apoyo del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) se instalará un call center especializado que estará conectado al 072, para reportar viviendas y negocios con alguna afectación.

El presidente municipal dijo que como parte de los trabajos efectuados, apuntalaron estructuras y removieron escombros en la avenida Reforma entre 17 y 19 Sur; Juan de Palafox y calle 6 Norte; 11 Sur entre 13 y 11 Poniente; 5 Poniente entre 9 y 11 Sur; 22 Poniente y 5 Norte; 18 Oriente y 14 Oriente; 15 Norte y 22 Poniente; calle 5 de Mayo entre 22 y 24 Poniente, entre otras.

Exhortó a la población a donar comida enlatada, comida para bebé, pañales, toallas sanitarias y cajas, principalmente.

 

 


Notimex / Excélsior

Página Web - 2017/09/21

Fuente: http://www.excelsior.com.mx/


CIUDAD DE MÉXICO.- Hemos visto que la naturaleza no tiene palabra de honor y si bien no se puede predecir los fenómenos naturales, lo que sí podemos hacer es estar prevenidos y generar desde casa un plan de protección civil, porque la autoprotección comienza ahí.

De acuerdo con la Secretaría de Protección Civil del Gobierno de la Ciudad de México, las afectaciones provocadas por fenómenos naturales se pueden evitar o disminuir si cada miembro de tu familia conoce a conciencia de ellas.

Toma el tiempo necesario para que en familia realicen un plan que podría ser invaluable en momentos difíciles.

Te ayudará a prevenir y actuar durante y después de una emergencia.

 

¿Cómo elaborarlo?

Detecta y reduce riesgos al interior y exterior de la vivienda. Identifica los peligros potenciales y corrígelos. Revisa constantemente las instalaciones de luz, agua y gas.

  • No sobrecargues los enchufes de la luz con diversos aparatos eléctricos, puedes provocar un corto circuito.

  • Elimina los goteos en todas las llaves. Si encuentras humedad en alguna pared, debes llamar cuanto antes al especialista para que realice la reparación.

  • Evita arrojar comida u objetos a las tuberías, se pueden tapar.

  • Verifica que las instalaciones no tengan fugas, coloca agua con jabón en las conexiones, si se ven burbujas, será necesario que llames a un especialista.

  • Revisa que la flama que emita la estufa o boiler sea de color azul y no roja, ya que es indicativo de presencia de monóxido de carbono.

  • En caso de tener cilindros de gas, revisa que se encuentren en buen estado.

 

Identifica y anota en un croquis las zonas de menor riesgo en tu hogar. Las columnas y muros de carga son zonas de menor riesgo

  • Lejos de vidrios que pudieran romperse y objetos que pudieran caer.

  • Aislados de lugares donde se almacenen materiales peligrosos.

  • Fuera de la cocina, en caso de un sismo, las puertas de los gabinetes se pueden abrir, los platos y vasos pueden caer al piso.

  • Son aquellas por donde llegarás a los lugares de menor riesgo, no sólo consideres las más directas, sino las menos peligrosas.

  • Identifica los objetos que puedan ser un obstáculo en las rutas de evacuación y retíralos.

  • Punto de reunión. Si tu familia no se encuentra junta durante una emergencia, señalen el lugar dónde se reunirán.

 

Actúa. En caso de que se presente alguna amenaza. debes estar preparado para actuar dependiendo de lo que se presente.

  • Si escuchas la alerta sísmica, cuentas con segundos de ventaja, ubícate en una zona de menor riesgo.

  • Es importante mantener la calma, ya que puede ocurrir un accidente.

  • Aléjate de ventanas o muebles que pudieran caer.

  • Una vez perceptible el movimiento telúrico, no hagas uso de las escaleras ni del elevador.

 

Realiza simulacros. Una vez que toda la familia conozca las ubicaciones de las zonas de menor riesgo, rutas de evacuación y cómo reaccionar en caso de emergencia, es necesario que realicen simulacros que les servirán para reforzar y mejorar los protocolos de actuación. A través de estos ejercicios se pueden corregir los errores que comúnmente se cometen.

 

¿Qué no debe faltar en tu casa?

  • Ten en tu hogar un extintor de 2.5 kg, el cual debe situarse en un lugar visible, de fácil acceso y en zonas de posible riesgo, por ejemplo, cerca de la cocina

  • Además en una bolsa hermética con documentos importantes: Acta de nacimiento, comprobante de domicilio, credencial con fotografía (INE, licencia, etc.), CURP, certificado de estudios, facturas de tus bienes materiales (casa, automóvil, etc), cartilla de vacunación, carnet de salud; de ser posible escanéalos y llévalos también de manera electrónica (USB, disco duro, etc.), o bien, envíalos por correo electrónico.

  • También debes tener un botiquín de primeros auxilios: medicamentos para un tratamiento en específico, guantes de látex, termómetro, yodo, curitas, antiséptico, curitas, algodón, gasas cinta adhesiva, vendas elásticas, tijeras, cubrebocas.

  • Una maleta de vida, que debe contener: lentes de repuesto, radio portátil con pilas, linterna de mano, silbato, agua embotellada, alimento para bebé, alimentos no perecederos, comida para mascotas, duplicado de llaves, muda de ropa, cobija, encendedor, dinero, papel y toallas higiénicas, pañales de bebé, una hoja de papel y pluma.

 

*dp

 

 

 


Sonia Soto / Excélsior

Página Web - 2017/09/21

Fuente: http://www.dineroenimagen.com/


¿Qué podemos decir, cada uno de nosotros, de lo padecido durante el temblor de este martes? Cada uno, de regreso a lo que llamamos normalidad o rutina, hará el recuento de lo vivido durante esos minutos donde, la fragilidad e impotencia es evidente, y los recuerdos y pensamientos de los seres queridos ocupan todo.

¿Quién fue de los afortunados de estar en compañía, en esos minutos que parecen una eternidad, con los que comparten su vida diaria? ¿Quién, en esos momentos agradeció, en medio de las sacudidas y los ruidos que parecían avisar que ahí terminaba todo, poder abrazarlos e inmóviles esperar lo que parecía el final?

¿Quién, dada su responsabilidad y papel que juega, debió esconder el temor y con sus brazos cubrir a quienes en él veían y encontraban —en esos momentos de terror—, refugio y única protección? 

¿Quién, una vez que el movimiento cesó, antes de ver los destrozos en su vivienda, comprobó que los que con él abrazados enfrentaron lo impensable, estaban vivos?

¿Quién, más que llorar o lamentar pérdidas materiales, pudo felicitarse en silencio por el gozo que significaba estar junto a ellos, listos a avisar a los suyos que no estuvieron ahí, que vivían? ¿Quiénes pudieron darse cuenta, al finalizar el temblor, de la belleza infinita de la vida, y poder compartirla con los que uno quiere?

¿Quién, una vez recuperada la calma, empezó a evaluar los daños y manifestar sin proponérselo que, a excepción de libros tirados, loza destruida y sus discos —que aprecia y cuida con esmero—, a pesar de estar en el suelo ahí seguían, listos para ser tocados y alegrar una reunión, o acompañar un rato de tristeza y dolor?

¿Quién, durante esos momentos pudo, abrazados con los suyos, recordar a los que lo quieren y como en un flashback, recordó los momentos vividos, alegres y tristes, con todos ellos?

¿Quién pues, durante esos minutos pudo hacer eso? ¿Usted? De ser así, es un afortunado; dé gracias a la vida y a partir de hoy, disfrútela más cada momento, y también poder estar con los suyos.

En mi caso, soy uno de esos afortunados; por el simple azar, estábamos en el departamento donde vivimos, mi esposa, mi nieto y yo. Los tres compartimos lo que duró el temblor. Agradecí a la vida el poder estar juntos, en esos momentos, los tres.

En el momento de mayor intensidad, pensé que moriríamos; una vez que cesó el temblor, ya las cosas en calma, pensé: ¿qué mejor forma de dejar este mundo que ésta, abrazado con los cercanos que comparten con uno la vida diaria? Imaginé el mensaje que dejaríamos a los que nos quieren, y se quedarían en este mundo: juntos en la vida, y juntos en la salida de ella.

Lo sucedido esta vez, es la segunda experiencia del mismo tipo que enfrento. La primera, la noche del 2 de octubre de 1968 cuando, en compañía de José Nassar Tenorio -Representante de la Vocacional 7 del IPN—, pasé la noche en el Departamento 615 del Edificio Chihuahua.

No cabe duda, he sido afortunado; la primera experiencia me hizo valorar la vida. Sin embargo, la juventud —23 años— e inexperiencia junto con la euforia del movimiento, más la soberbia propia de quienes pensamos que el mundo era nuestro, me llevaron a no valorarla cabalmente.

Hoy, a mis 72, no sólo no cometeré ese error, sino que valoraré cada momento que disfrute, de lejos o de cerca, a los míos, parientes o no, mi esposa y mis tres hijos
—Ángel, Alvar y Elena—, y a mi nieto. Mención aparte  —por el papel que han jugado en mi vida—, merecen los amigos; esos que han estado, están y estarán con uno, en las duras y las maduras; los que, en una entrega total, sin reticencia alguna, comparten tristezas y alegrías, éxitos y fracasos.

Por eso le pido, después de haber vivido esos momentos abrazado con los míos, que disfrute la vida a cabalidad. Por lo demás, estoy listo para la tercera la cual, todo así lo deja ver, sería la vencida.

 

 


Ángel Verdugo / Excélsior

Página Web - 2017/09/21

Fuente: http://www.dineroenimagen.com/


Cabe preguntar qué nuevas tragedias necesitan las autoridades para proceder a la descentralización. La sobrepoblación de la Ciudad de México llegó al colapso, pero no se conoce proyecto alguno para aligerar el paquidérmico y costoso aparato burocrático ni para devolverle a la capital algo de la productividad, fluidez y seguridad perdidas.

En los años setenta, el Plan Nacional de Desarrollo elaborado durante el sexenio de José López Portillo disponía algunas medidas tendientes a la descentralización de funciones del Distrito Federal, sin embargo, la caída de precios del petróleo —carta a la que se apostó todo— impidió poner en práctica las medidas propuestas.

En 1985, los sismos de septiembre volvieron a poner sobre el tapete la necesidad de descentralizar y en un primer momento se ordenó la salida de Caminos y Puentes Federales de Ingresos, que se mandó a Cuernavaca, y del Inegi, que se fue a Aguascalientes, y eso fue todo o casi todo.

Para no continuar con el proceso se arguyó que el país estaba en crisis y no faltaba cierta razón, pues era el sexenio de la ineptitud encabezada por el medroso Miguel de la Madrid Hurtado. No había dinero y, por supuesto, llevarse a la burocracia tiene un costo ciertamente alto, pero dejar todo como está tiene un costo mayor.

Desde entonces, en los 35 años transcurridos entre grandes y pequeñas crisis, hemos visto con preocupación, primero, y luego con horror, el crecimiento imparable de la zona metropolitana de la Ciudad de México y el desplome de la calidad de vida.

La gran metrópoli sigue creciendo de manera incontenible. Cada día llegan más y más personas a poblar decenas de municipios del Estado de México, de Hidalgo o de Morelos. Viven allá, pero hacen su vida en la Ciudad de México, donde están las oportunidades de empleo, de negocios y de estudio; los mejores servicios médicos, los mayores atractivos culturales, el comercio más variado y todo aquello que hace de las grandes urbes polos de atracción.

A lo anterior hay que agregar la construcción de edificios medianos, grandes y gigantescos que requieren electricidad, agua, drenaje, movilidad para sus ocupantes y muchos y muy diversos servicios. Dicen que la Ciudad de México cuenta con un reglamento de construcción, pero es el secreto mejor guardado, pues resulta muy complicado saber, por ejemplo, cuántos pisos puede tener un edificio en determinada zona, pues la autorización está sujeta a la aprobación de algún burócrata que con una buena embarrada de mano se pone generoso y extiende la licencia respectiva.

Peor todavía es que algunos constructores levantan varios edificios con una sola licencia, la que fue extendida sólo para un inmueble, pero que se exhibe en varios a la vez, como se ha denunciado en la prensa. Lo peor es que muchas obras en construcción ni siquiera exhiben el consabido cartel con el número de licencia, sencillamente porque no lo tienen y los responsables saben que se pueden arreglar con los inspectores mediante la inevitable y práctica mordida.

El resultado de tanto desorden, ineptitud y corrupción es que florece el negocio de la construcción, una de las actividades más propicias para servir de lavandero a las mafias del narcotráfico, la política y otras actividades delictivas. Como consecuencia, se construye sin cumplir las más elementales normas de seguridad y sin atender a las condiciones propias de cada colonia, barrio o calle.

Para colmo, ahora el gobierno capitalino autoriza la construcción de edificios sin estacionamiento o con la exigencia de menos lugares para ese fin, lo que, por supuesto, propicia más corrupción y más irresponsabilidad de los constructores, porque la finalidad es dotar a la ciudad de más espacios para vivienda, pues se parte del supuesto de que las autoridades no harán nada para evitar el crecimiento irracional de la Ciudad de México.

Para quienes están por la descentralización, existe la idea de que deben irse a diferentes estados secretarías enteras y otras dependencias. Sin embargo, no es aconsejable repetir la fallida experiencia de Brasilia. Los titulares de secretarías y dependencias federales se pueden quedar en la capital con pequeños equipos de trabajo, pero la carga principal de sus oficinas muy bien puede distribuirse en todo el país.

Washington es la capital de la principal potencia, y es una ciudad relativamente pequeña. ¿No podríamos asimilar esa experiencia y racionalizar la vida de la capital del país?

 

 


Humberto Musacchio / Excélsior

Página Web - 2017/09/21

Fuente: http://www.excelsior.com.mx/