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Las fuertes lluvias que han caído en el departamento de Córdoba, en las últimas dos semanas, tienen a 19 municipios en calamidad pública. De acuerdo con información de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo, Ungrd, están ateniendo a 19.000 familias afectadas por las inundaciones que dejó el desbordamiento del río Sinú.

Algunos de los municipios más afectados son: San José de Uré, Ayapel, Puerto Libertador, Pueblo Nuevo, Tierralta, Momil, San Bernardo del Viento, Buenavista, Lorica, Cotorra, San Pelayo, Purísima y Chimá. Esto indica, y según cálculos de las autoridades, que la mitad de Córdoba está inundada.

Carlos Iván Márquez, director de la Ungrd, le explicó a El COLOMBIANO que están en la etapa de atención de las familias. Indicó que al día de hoy los chorros que se abrieron en el río Sinú, los cuales fueron los causantes de las inundaciones, están cerrados.

“Estas afectaciones comparadas con las de hace 10 años, son menores. Ya que en ese momento atendimos unas 60.000 familias. Esto se debe a que hemos mejorado las capacidades de logística y de respuesta. En este momento podemos decir que tenemos estable la emergencia”, dijo.

Es de anotar que además de las familias damnificadas, las lluvias también han generado un impacto en la afectación agrícola y pecuaria. De acuerdo con la Ungrd, hay 11.000 hectáreas inundadas en Lorica, Ayapel, San Bernardo del Viento. También hay reporte de muerte de animales como aves de corral, vacunos y peces.

Para atender esta emergencia el Gobierno destinó, durante los últimos días, cerca de 7.000 millones de pesos. Trasladaron 150.000 sacos de polipropileno, los cuales se usan para contener el agua.
Causas de la emergencia

¿Por qué se le abrieron los boquetes al río Sinú? Hay dos razones, según explicó Márquez. La primera tiene que ver con las fuertes precipitaciones que han caído durante las últimas seis semanas en el Bajo Sinú. La segunda porque las ciénagas, que están junto al río, han tenido la intervención de los campesinos de la región, un asunto que los alcaldes denunciaron.

“Los mandatarios han dicho que particulares han invadido la zona de la ciénaga construyendo jarillones y murallas. Lo que sucede es que al quitarle la capacidad que tiene el río, esa agua, que no puede llegar naturalmente a la ciénaga, lo que hace es inundar los cascos urbanos”, explicó.

Ahora lo que sigue es esperar a que bajen los niveles del agua para poder comenzar con la etapa de recuperación.

La preocupación actual, tanto de la Ungrd como del Ideam, se centra en los altos niveles de la represa de Urrá, por lo que se declaró la alerta roja, debido a que se puede presentar un vertimiento. Es de anotar que según el Instituto, las lluvias en la región del Sinú seguirán hasta noviembre.

 

La situación más compleja

En el departamento de Córdoba el río Sinú tiene 134 puntos críticos, de los cuales 57 están en Lorica. Con las lluvias de las últimas semanas, cuatro de estos puntos colapsaron.

La alcaldesa loriquera Nancy Jattin indicó que en su municipio hay 5.549 familias damnificadas. “No hemos dispuesto albergues porque consideramos que eso nos lleva a una situación mucho más crítica. Las familias siguen en sus casas. Ahora lo que estamos evaluando es el tema de los arriendos”, dijo.

Explicó la alcaldesa que no estaban preparados para atender una inundación de esta magnitud. “Se nos adelantaron las lluvias. Sin embargo, teníamos ya acciones para que las principales bocas del río Sinú que se rompieron, fueran controladas. Habíamos adjudicado un contrato con el que íbamos a solucionar temporalmente dos de los puntos, pero nos tocó liquidarlo porque no podíamos hacer las obras”, dijo.

Jattin dijo que no tienen recursos para atender una emergencia que ha impactado a todo el municipio. “Hasta ahora hemos entregado unos 6.500 mercados. Sabemos que estas ayudas son por unos días y luego miramos si podemos hacer una segunda ronda de ayudas humanitarias”. Para poder tapar las bocas se ha requerido el trabajo de la comunidad y en eso han participado 500 hombres, quienes, artesanalmente, han ayudado a movilizar los sacos a lo largo de un kilómetro y medio que es lo que miden los boquetes.

Contexto de la Noticia

¿Cómo funciona? plan integral de atención

El presidente Juan Manuel Santos anunció que puso en marcha un plan para recuperar las zonas afectadas por la temporada invernal. Dicho plan incluye el otorgamiento de beneficios a los agricultores, ganaderos y campesinos en general que han perdido sus cosechas, la recuperación y construcción de vías terciarias y la construcción de obras de mitigación para solucionar el problema de las inundaciones. Santos dio instrucciones al Ministerio de Agricultura y el Banco Agrario, “para que tengan listas todas las ayudas a los campesinos que han perdido sus cosechas, con facilidades amplias para que puedan volver a sembrar lo más rápido posible”.

Paréntesis lo positivo de la emergencia

La Institución educativa La Unión y 100 viviendas del barrio Cotocá Abajo pasaron la prueba de las inundaciones en medio de la difícil situación invernal que afronta el departamento de Córdoba. “Razón por la cual, cerca de mil estudiantes están recibiendo las clases sin interrupciones”, afirmó el gerente del Fondo Adapatación, Iván Mustafá Durán.

Los líderes comunitarios reportaron que las 26 aulas, la biblioteca y la sala de cómputo están en buen estado y prestan sus servicios a la comunidad, a pesar de las fuertes lluvias que han caído en la región. Es de anotar que el Fondo invirtió cerca de $7.600 millones en la construcción de la nueva sede del colegio La Unión, que tiene un área superior a los 7.000 metros cuadrados y está adaptada al cambio climático lo que permite tener continuidad en las clases. Las casas que no se inundaron benefician a 450 habitantes.

 

 


María Victoria Correa Escobar / El Colombiano

Página Web - 2017/08/03

Fuente: http://www.elcolombiano.com/


Medellín tiene 186 hectáreas de espacios verdes para compartir con la naturaleza, respirar aire puro y apreciar la ciudad.

¿Suficientes? El componente de zonas verdes está enmarcado dentro del espacio público, y la ciudad, según su director de Planeación, César Hernández, tiene 3,64 metros cuadrados por habitante, pero el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) proyecta que ese indicador debe ser 7 metros cuadrados por persona.

Hay conciencia de que falta mucho para, tan siquiera, contrarrestar el crecimiento urbanístico de esta urbe de 2,5 millones de habitantes.

Sin embargo, no hay que menospreciar lo que existe: los cerros La Asomadera (33 hectáreas), Nutibara (33) y Volador (107), así como el Jardín Botánico Joaquín Antonio Uribe, (13,2) son tesoros que se mantienen en medio del crecimiento urbano, atenúan el calor y ayudan a la calidad de vida de quienes viven entre edificios, carros y contaminación.

Paraísos verdes de la urbe

Los contrastes afloran entre las montañas que rodean a Medellín. Es la percepción de Luis Fernando González, urbanista y docente de la Universidad Nacional sede Medellín y quien advierte una mala planeación y un desarrollo urbano que no contempla lo ambiental.

“Aquí no tenemos un gran parque. Nuestro Central Park (Nueva York) es el Jardín Botánico y eso es una proporción ínfima frente a lo que significa ese espacio, y es la misma desde 1913 hasta 104 años después. No existe un gran parque, como por ejemplo el Simón Bolívar de Bogotá, un gran escenario verde y de recreación pasiva”, apunta.

Medellín tampoco tiene un parque como el Metropolitano de Santiago de Chile (1.785 hectáreas). En la ciudad colombiana, hay senderos, corredores ecológicos y cerros esparcidos por sus 16 comunas.

El director de Planeación, hace un recorrido por las zonas verdes con que cuenta la ciudad y comienza por las comunas 1 y 2, en el nororiente, donde, acepta, son muy escasas por el asentamiento en zonas de preservación y terrenos inestables.

A diferencia de esa zona de la ciudad, Hernández considera que “al frente, en las comunas 5 y 6 (noroccidente), el componente ecológico es pensado desde la década del 80 cuando se crearon corredores ambientales entre el río Medellín y el cerro Picacho. Está bien marcado y allí hay consolidación ambiental”.

En el occidente, sector Robledo, el verde empieza a ser protagonista. Aparecen el cerro El Volador, la parte alta de Aures, Pajarito y el corredor de La Iguaná. “Ahí están las transversalidades de las quebradas Santa Elena e Iguaná, que son los corredores bióticos más fuertes de Medellín”, aclara.

El recorrido del funcionario continúa por las comunas 8 y 9, en el centro oriente. Allí, considera Hernández, existe un óptimo componente ambiental del que son protagonistas los cerros Pan de Azúcar y La Asomadera.

El lunar, recalca, está en la comuna 10, centro de la ciudad, la zona más densamente poblada. En el sur, está el cerro Nutibara, como epicentro estructurante ambiental y forestal de la ciudad. “Articula los cerros en Medellín”, enfatiza.

El Poblado, revela Hernández, en tres décadas dejó de ser una gran despensa ecológica y le dio paso a los edificios y avenidas.

“Se privilegió la ocupación inmobiliaria. Fue más la demanda comercial que la contención, pero se debió planificar con mayor preservación forestal. Allá se ven corredores marcados como la Aguacatala, La Presidenta. (...) Eran las zonas verdes más grandes de la ciudad”, asevera.

Pero no a todos los que viven la ciudad y han estudiado su urbanismo, como el arquitecto González, se convencen de las estructuras verdes con que se cuenta, principalmente de los cerros Volador y Nutibara, de 107 y 33 hectáreas, respectivamente.

“Nunca hemos terminado de definir qué son: no son suficientemente arborizados. Desde que se formularon en el plan de parques del año 1964, les tiraron una carretera para subir, a uno le hicieron balcones, parque de esculturas, pueblito paisa, un teatro abandonado, senderos verdes con circuitos inadecuados y problemas de seguridad”, dice.

Espacios sin apropiación

No es que se haya renunciado a los parques con preponderancia ecológica. Los espacios verdes de Medellín combinan lo ambiental con la recreación y el deporte y así justifica el secretario de Ambiente, Óscar Hoyos, la importancia de los cerros Nutibara, El Volador y La Asomadera que, dice, han sido intervenidos para el disfrute de la comunidad.

“Son sitios tranquilos para relajarse, compartir con la familia y disfrutar de la naturaleza. Hacer deporte”, anota.

Los parques de Medellín no son lo que más disfruta Alfonso Cabarique. Eso extraña de San José de Costa Rica, donde habita, cuando visita la capital antioqueña.

“No existe un gran bosque en la ciudad. Hay que salir de la parte urbana, por ejemplo al parque Arví, en Santa Elena, para encontrarse con la naturaleza.También me gusta el cerro de las Tres Cruces (entre Belén y Altavista)”, comenta.

Para el secretarioHoyos, los espacios verdes son de calidad, aunque falta más sentido de apropiación hacia ellos. “Los que más visitan son los cerros Nutibara y El Volador, que carece de empoderamiento ciudadano, pues mucha gente ni lo conoce”, concluye .

Ecología y turismo se mezclan en el cerro Nutibara

La tradición de quienes habitan Medellín, y de los turistas que llegan a la ciudad, es visitar el cerro Nutibara, un espacio de 33 hectáreas que recibió ese nombre en 1929 como homenaje a un cacique indígena de la región. Ubicado entre los barrios Belén, Guayabal, Barrio Antioquia o San Pablo, es un referente de ciudad. Para disfrutar más de cerca de sus 33 especies de aves, de las cuales 18 son netamente de hábitat urbano, como el gallinazo cabecirojo o la paloma común, se sube desde el costado norte por un sendero ecológico que a diario recorren cientos de personas con el propósito de una actividad deportiva. Por el sur se llega en vehículo hasta la cima, donde está el Pueblito Paisa, una muestra de las casas tradicionales de Antioquia. Pero esto no es lo único que tiene el cerro, que ha adquirido de una connotación cultural, por el teatro al aire libre Carlos Vieco y las esculturas en sus caminos peatonales, así como oferta gastronómica. También tiene senderos que son usados para la práctica deportiva. Los alumbrados navideños de fin de año son un atractivo turístico más del cerro Nutibara.

La urbe se ve desde 1.628 metros en el cerro del volador

Por El Volador vuelan casi 100 especies de aves, afirma el secretario de Ambiente de Medellín, Óscar Hoyos. Este cerro, uno de los siete tutelares de la capital antioqueña, es Patrimonio Histórico y Natural de la Nación desde 1992.

De su diversidad en flora y fauna se benefician, principalmente, los barrios que lo rodean: La Iguaná, San Germán, Caribe, Pilarica, López de Mesa, Córdoba, Altamira, entre otros.

Desde su cima, a 1.628 metros sobre el nivel del mar, se divisa gran parte de la ciudad.

Allí se camina por senderos y su ingreso se hace en medio de un portón natural.Se aprecian las ardillas, insectos y existe un pequeño museo arqueológico.

El Volador no ha sido ajeno al abandono al que lo sometieron administraciones pasadas y a los problemas de inseguridad. Hoyos afirma que se le está interviniendo y se amplió el mariposario, con 1.200 metros de largo al aire libre.

El gran pulmón verde en el corazón de la ciudad

El Jardín Botánico Joaquín Antonio Uribe se convierte en un verdadero oasis. Son 13,2 hectáreas, la mayoría ocupadas por grandes árboles, unos nacionales, otros de otras partes del mundo.

Gina D’ Amato, directora de Educación y Cultura de este espacio municipal, destaca que entre los individuos arbóreos que tiene el lugar, y que vale la pena conocer, están la cícara, una especie en peligro de extinción con la que convivieron los dinosaurios.

“Además de tener un espacio en el que la gente disfrute una tarde agradable, funciona como un museo vivo. Las personas pueden interactuar con espacios como la casa de las mariposas. Tenemos el laboratorio de agricultura urbana, en donde aprenden experiencias que pueden llevar a sus casa y tener sus propias plantas para poder consumirlas”, explica.

El Jardín Botánico resplandece en la zona norte, cerca de los equipamientos más atractivos de la ciudad, símbolo de renovación. D’ Amato, comenta que al lugar asisten 100.000 personas al mes e, incluso, hay fines de semana con hasta 8.000 visitantes. La entrada es gratuita.

Habrá conexión ecológica

Conectividad ecológica de la infraestructura verde. Queremos unir todos los nodos de este tipo en al ciudad, entre ellos los cerros tutelares. La idea es empezar a sembrar árboles en vías públicas, zonas verdes para hacer una conectividad urbana y posteriormente ecológica entre lo urbano y lo rural.

Tenemos analizado un polígono principal y donde vamos a hacer siembras. Nos permitirá establecer una conectividad de flora y fauna, especialmente avifauna, y llegar a una conectividad social, es decir que los ciudadanos puedan disfrutar de estos espacios. Es reverdecer la ciudad.

Habrá siembras masivas, proliferación de flora, atrapamiento de ruido, CO2, paisajismo, espacios. Un proyecto que lo que quiere es recuperar lo que hemos perdido con el crecimiento demográfico”.

 

 


Víctor Andrés Álvarez C. / El Colombiano

Página Web - 2017/08/03

Fuente: http://www.elcolombiano.com/


Según la funcionaria, los operativos contra las invasiones ilegales continuarán. Resalta algunas de las ayudas del Distrito, como el auxilio de arrendamiento.

Ayer, desde las 5:00 a.m., las autoridades se tomaron el sector de Palmitas, en la localidad de Kennedy. Su objetivo era recuperar terrenos que pertenecían al Acueducto y donde desde hace un par de años residían ilegalmente 161 familias. Aunque a esta acción se la llama desalojo, la secretaria de Hábitat, María Carolina Castillo, asegura que se trata “de una recuperación del territorio” y que detrás de esas ocupaciones suelen estar los tierreros, organizaciones criminales dedicadas a la venta ilegal de predios, así como bandas de microtráfico.

 

¿Por qué decidieron realizar el desalojo de Palmitas?

No se trata de un desalojo. Nosotros hablamos de la recuperación de terrenos que pertenecen al Distrito. En el caso de Palmitas, al Acueducto. En los últimos años se asentaron de manera ilegal 161 familias. Desde el 30 de noviembre de 2016 les informamos sobre su condición y les brindamos ofertas sociales, incluyendo un valor único de reconocimiento que asciende a 70 salarios mínimos y, en el entretanto, un auxilio de reasentamiento para que tomen en arriendo un lugar mientras consiguen su vivienda. De ellas, 131 accedieron al programa de la Caja de Vivienda Popular y nos quedaban 29, que son con las que dialogamos ayer.

¿Por qué no aceptan sus propuestas?

Lo que puedo advertir es que en algunos casos están detrás organizaciones de microtráfico. También se identificó que hay una persona que “arrienda” esos predios y hay quienes están recibiendo amenazas para no abandonarlos. Hay una condición criminal que les limita su condición de salida.

¿Cuántas invasiones ilegales hay en Bogotá?

Las ocupaciones ilegales se miden por número y por hectárea. En 2016 hubo 21.384 ocupaciones. Si bien el número aumentó de 2015 a 2016, se disminuyeron en 6,35 hectáreas las ocupaciones ilegales. Hay menos espacio ocupado, pero más personas asentadas en territorios de manera ilegal. De todas formas, reconocemos que el número es muy alto.

¿A qué se debió el incremento en número?

Antes no había control efectivo a las ocupaciones. Desde el año pasado estructuramos una estrategia que permitiera entender, además del monitoreo, el fenómeno criminal que hay detrás de cada ocupación. Por eso, con la Secretaría de Seguridad hemos hecho un trabajo serio en la identificación del modus operandi de los tierreros, para que el Distrito pudiera intervenir junto con Fiscalía. Fue así como se lograron interponer 76 denuncias y desarticular 11 bandas el año pasado.

¿Qué ofertas hay para ellos cuando ustedes se toman el terreno?

En los casos de las ocupaciones ilegales, lo que hacemos es un acompañamiento social. En los casos en los que están en riesgo (fenómenos de remoción en masa, por ejemplo) el Idiger les brinda un auxilio económico para un arriendo por un período determinado. Las familias luego entran a un proceso con la Caja de Vivienda Popular.

¿Qué sucede si no aceptan esas ayudas?

Tienen hasta 45 minutos para sacar sus enseres y, si no lo hacen, se carnetiza a un miembro de la familia que vigila el proceso a través del cual el Idiger y las secretarías recogen todo y lo llevan a un sitio. Si no tienen un lugar, nosotros proporcionamos uno. Posteriormente se ejecuta la demolición.

¿Continuarán con los operativos?

Sí, pero no tenemos fechas. Eso se coordina con la Policía y nos avisan con poca anticipación.

 

 


Redacción Bogotá / El Espectador

Página Web - 2017/07/31

Fuente: http://www.elespectador.com/


Aunque el Tribunal Administrativo de Antioquia estudiará una demanda contra la Nación por el colapso del edificio Space (12 de octubre de 2013), este proceso podría tardar mínimo cuatro años en resolverse y, por esto, a las víctimas no les genera mucha expectativa.

La demanda fue presentada por un grupo de propietarios de apartamentos en el edificio, a quienes no se les ha indemnizado por la pérdida de su patrimonio, y fue interpuesta contra el Ministerio de Vivienda, el Municipio de Medellín, el Área Metropolitana, la Constructora Lérida y Seguros Colpatria. Aunque el colapso del edificio ocurrió solo en la torre 6, las otras cinco debieron ser demolidas por tener fallas estructurales que se hacían irreparables.

 

Tres audiencias

El abogado Andrés Úsuga, especialista en derecho administrativo de la Universidad Pontificia Bolivariana -UPB-, explica que este proceso se ejecuta en tres audiencias:

Una primera a la que asisten los representantes legales de demandantes y demandados y buscaría una conciliación o un acuerdo y el proceso pararía en esa instancia.

Si no hay acuerdo, se realiza una segunda audiencia en la que se practican las pruebas decretadas en la primera por cada una de las partes.

Y viene una tercera audiencia con alegatos y conclusiones y se falla. El fallo puede ser a favor o en contra de los demandados, en cuyo caso se fija el monto de lo que deben pagar a los demandantes.

“Si una de las partes queda inconforme se va a otra instancia, ante la Sección Tercera del Consejo de Estado, que daría un fallo definitivo”, señala Úsuga. Advierte que por lo congestionados que viven estos organismos, en el Tribunal Administrativo de Antioquia, el proceso tardaría mínimo 4 años. En el Consejo de Estado podría tardar más, pero no se atrevió a dar un cálculo.

Alejandro Rivas, dueño de un apartamento en la Torre 3, se lamenta de la lentitud de la justicia en este proceso.

“Trabajé veinte años para comprar el apartamento y no tengo nada. Desde 2015 Lérida no nos paga subsidio de arrendamiento, no tengo muchas esperanzas. Cuando me llegue el dinero ya será para los estudios de mi hijo”, señaló Rivas.

En definitiva

Representantes de un grupo de damnificados de Space interpusieron una demanda contra la Nación la cual fue admitida por el Tribunal Administrativo de Antioquia. No genera mucha ilusión.

Contexto de la Noticia

Paréntesis curaduría no responderá

La Curaduría Segunda de Medellín, contra la que también iba la demanda, fue excluida por el Consejo de Estado con el argumento de que las curadurías no tienen personería jurídica y por ello no tienen capacidad de ejercer derechos, contraer obligaciones y ser representadas en procesos. Contra los curadores Alberto Ruiz y Eliney Llanos, que autorizaron las licencias de Space, tampoco prosperó la demanda.

 

 


Gustavo Ospina Zapata / El Colombiano

Página Web - 2017/08/02

Fuente: http://www.elcolombiano.com/


El Tribunal Administrativo de Antioquia estudiará una demanda que se presentó en contra de la Nación, por el colapso del proyecto Space, ocurrido en octubre de 2012, cobrando la vida de doce personas.

Se trata de una demanda presentada en contra del Ministerio de Vivienda, el municipio de Medellín, el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, la Constructora Lérida, Seguros Colpatria, que presentaron varias personas que habían comprado sobre planos apartamentos en la fase 3 del complejo habitacional Space, ubicado en Medellín.

Tras el colapso del edificio fase seis, los otros cinco que quedaron en pie fueron demolidos, razón que llevó al demandante a pedir una indemnización por perjuicios morales y materiales.

Aunque la demanda también iba dirigida en contra de la Curaduría Segunda Urbana de Medellín y los curadores Alberto Ruiz Arango y Eliney Francis Llanos, por ser quienes autorizaron las licencias, el Tribunal y ahora el Consejo de Estado rechazó estudiar la demanda en su contra

Esto, porque las curadurías no tienen personería jurídica y, por tanto, “no tienen capacidad de ejercer derechos, contraer obligaciones y ser representadas en un proceso judicial”.

En cuanto a los dos curadores, la demanda no se admitió porque no fueron llamados a audiencia de conciliación, que es un requisito necesario. La demanda continuará contra las demás entidades en el Tribunal de Antioquia.

 

 


COLPRENSA / El Colombiano

Página Web - 2017/07/31

Fuente: http://www.elcolombiano.com/