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Los precios de las viviendas están por las nubes en Seattle gracias a la industria tecnológica, pero el boom trae consecuencias: Un marcado aumento en la cantidad de indigentes, que incluye el surgimiento de 400 campamentos no autorizados en parques, debajo de puentes, al costado de carreteras y en arterias concurridas.

“No tenemos desempleo en mi ciudad, pero hay miles de personas sin techo, gente que trabaja pero no puede pagar una vivienda”, declaró el concejal Mike O’Brien. “Esta gente no tiene adónde ir”.

El caso de Seattle no es aislado. Toda la costa del Pacífico enfrente una severa crisis que pone en evidencia la pobreza como nunca antes.

La salud pública corre peligro, varias ciudades han declarado estados de emergencia y numerosas comunidades se preparan para invertir millones, si no miles de millones, en busca de soluciones.

San Diego limpia las aceras con lavandina para combatir un brote de hepatitis A. En Anaheim, 499 personas duermen en una ciclovía junto al Angel Stadium. Activistas de Portland prendieron incienso en una feria de comidas al aire libre para tapar el olor a orina que venía de un estacionamiento donde los vendedores instalaron sus puestos.

El fenómeno de los sin techo no es nuevo en la costa occidental. Pero las cosas están empeorando, según entrevista con funcionarios de los estados de California, Oregon y Washington, y un análisis de los datos disponibles.

Mucha gente que antes se las arreglaba para sobrevivir termina en la calle porque ya no puede pagar por una vivienda. Una enfermedad prolongada, la pérdida de un trabajo, un miembro roto, una crisis familiar. Muchas cosas pueden dejar a alguien en la calle. Situaciones que antes eran un tropiezo temporal, ahora tienen consecuencias nefastas, incluida la pérdida de la vivienda.

El principal factor desencadenante de la crisis es el incremento de los alquileres. El precio promedio de un departamento de un dormitorio en San Francisco es más alto que el de Nueva York, por ejemplo.

Desde el 2015, diez ciudades o regiones municipales de California, Oregon y Washington declararon estados de emergencia por la cantidad de gente sin techo, una categoría generalmente reservada para los desastres naturales.

Los nuevos desamparados de la costa del Pacífico son gente que lograba llevar una existencia marginal, hasta que ni eso pudo seguir haciendo.

Por años Stanley Timmings, de 62 años, y su compañera Linda Catlin, de 61, pudieron alquilar una habitación en la casa de un amigo con sus ingresos combinados por incapacidad.

Hacia mediados de año, el amigo falleció de un cáncer de colon y ellos fueron a parar a las calles de Seattle.

Timming usó el poco dinero que les quedaba para comprar una casa rodante. Ahora la pareja estaciona el vehículo cerca de un pequeño aeropuerto.

No tienen agua corriente ni una cocina con gas. Hacen sus cosas en un balde y las tiran detrás de unos negocios vecinos.

Después de algunos meses, el olor es insoportable en el vehículo. Están agotados, asustados, derrotados, y sin solución a la vista.

“Entre los dos cobramos 1.440 dólares por incapacidad”, dijo Timming. “No podemos alquilar nada con ese dinero”.

A nivel nacional, ha disminuido la cantidad de gente sin techo. Pero en la costa oeste ocurre lo contrario.

“Había mucha gente que sobrevivía con lo justo porque tenía un alquiler barato, ahora ya no lo tienen y pierden las viviendas”, dijo Margaret King, directora del programa de viviendas de la organización sin fines de lucro de Seattle DESC. “Todo esto explotó de repente”.

La costa del Pacífico carece de viviendas para gente de bajos recursos como Ashley Dibble y su hija de tres años.

Dibble, de 29 años, dice que no tiene techo desde hace un año, cuando su novio gastó todo el dinero que tenían en un auto y dejó de pagar el alquiler por meses. Envió a su hija a vivir con los abuelos paternos en la Florida y ella y su nueva pareja vivían debajo de unas lonas en el Safeco Field, donde juegan los Marineros de Seattle, cuando un grupo de ayuda la envió a un refugio.

Tras ser desalojada de su casa y con ingresos mínimos, nadie le quiere alquilar.

“Me han cerrado tantas puertas en la cara que es ridículo”, sostuvo Dibble, sin poder contener las lágrimas.

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Los reporteros de Associated Press Janie Har (San Francisco), Amy Taxin (Anaheim), Julie Watson (San Diego) y Chris Weber (Los Ángeles) colaboraron en este despacho, lo mismo que el fotógrafo de AP Ted Warren y el videógrafo de AP Manuel Valdés (Seattle).

Part of an ongoing examination of the homeless crisis along the West Coast.

 

 


Associated Press / El Nuevo Herald

Página Web - 2017/11/06

Fuente: http://www.elnuevoherald.com/


Ya sea un montón de escombros pestilentes en Liberty City, u otra que se ha descompuesto en el este de Kendall, los escombros están causando agotamiento ocho semanas después que el huracán Irma azotara el sur de la Florida.

Aunque están avanzando los esfuerzos de trabajar horas extra para eliminar toneladas de escombros que quedaron de la tormenta del 10 de septiembre, los espacios públicos todavía abarrotados con ramas de árboles —y ahora coronados de basura— se han convertido en una parte antiestética del paisaje.

El material debe recogerse en algún lugar para ser medido, clasificado y retirado, y un lugar de recolección en el Parque Industrial Poinciana de Liberty City —operado por el Condado Miami-Dade— es particularmente problemático porque está ubicado al otro lado de la calle del complejo de viviendas Scott Carver.

“Es un enorme basurero repleto de vegetación, colchones y otros desechos y lleno de serpientes, cucarachas y ratas”, dijo Elizabeth Tavares, del Miami Workers Center, que está ayudando a los vecinos a presentar sus quejas ante las autoridades de Miami-Dade. “Es un riesgo ambiental que está agravando los casos de asma y causando migrañas. La gente no se siente bien y tiene que caminar con máscaras”.

 

 


Linda Robertson / El Nuevo Herald

Página Web - 2017/11/05

Fuente: http://www.elnuevoherald.com/


Texas necesita más de 61.000 millones de dólares en fondos federales sólo para reconstruir la infraestructura pública dañada por el huracán Harvey, así como para realizar proyectos para evitar futuras inundaciones.

John Sharp, el “zar” de las labores de recuperación de Harvey en Texas, anunció el martes que la cifra se basa en encuestas a funcionarios locales y propuestas de ingeniería de los U.S. Army Corps, luego de que la tormenta causara daños en el estado por 180.000 millones de dólares.

Sesenta por ciento se destinaría para control de inundaciones, 33% para comprar y elecvar viviendas y edificios propensos a inundaciones, y el resto se destinaría a empresas proveedoras de agua, caminos, puentes y mitigación de riesgos.

El gobernador Greg Abbott está en Washington cabildeando por los 60.000 millones de dólares.

El Congreso aprobó inicialmente un paquete de asistencia después de Harvey por 15.000 millones de dólares. Otros 36.500 millones incluyen financiamiento para los estados afectados por huracanes: Texas y Florida, así como para el territorio de Puerto Rico, además de California, que fue azotado por incendios forestales.

 

 


The Associated Press / El Nuevo Herald

Página Web - 2017/10/31

Fuente: http://www.elnuevoherald.com/


Tomará meses, y probablemente años, para que el norte de California se recupere de los devastadores incendios que arrasaron la región a principios de mes, matando a 42 personas y destruyendo al menos 8.900 estructuras, indicaron funcionarios del condado Sonoma el sábado.

“No controlamos estas cosas, y eso le hace darse cuenta de lo pequeño que se es en el mundo cuando ocurre algo como esto”, subrayó el jefe de la policía del condado Sonoma, Rob Giordano, ante cientos de personas congregadas en un centro universitario en Santa Rosa, una de las ciudades más afectadas, para un homenaje a los fallecidos. “Creo que no entendemos el nivel de cómo esto va a impactar nuestras vidas, y la comunidad será distinta”.

Los incendios más letales en la historia de California comenzaron el 8 de octubre y obligaron a desalojar a 100.000 personas de sus casas.

Antes que una campana diera 42 repiques en honor de las víctimas, Giodano y otros funcionarios elogiaron los actos ordinarios y extraordinarios de heroísmo de los primeros en responder al incidente, y de miembros de la comunidad, mientras los bomberos combatieron las llamas durante más de una semana. Algunos de los bomberos trabajaron durante días en la primera línea, rehusándose a tomar descanso, mientras que operadores de la jefatura de policía continuaron tomando llamadas a pesar que el fuego se acercaba al lugar.

“La noche del 8 de octubre todos fuimos puestos a prueba”, declaró el jefe de bomberos de Santa Rosa, Tony Gossner.

La líder de la minoría en la Cámara de Representantes de Estados Unidos, la demócrata Nancy Pelosi, y cinco miembros del Congreso asistieron al acto, visitaron las zonas devoradas por las llamas y escucharon a funcionarios federales, estatales y locales que describieron qué podría hacer el Congreso para ayudar a la recuperación de la región.

En un informe en Santa Rosa, las autoridades les pidieron que agilizaran el papeleo para facilitar la instalación de viviendas temporales y garantizar que la Agencia de Protección Ambiental (EPA por sus siglas en inglés) cuente con los recursos necesarios para la limpieza de material peligroso antes que se filtre a los suministros de agua.

Hasta el momento, la EPA ha evaluado 740 propiedades, mientras que la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias ha otorgado seis millones de dólares en asistencia para arrendamientos de los californianos desplazados, informaron las autoridades. Funcionarios estiman que la limpieza de escombros y materiales peligrosos se prolongará, al menos, hasta inicios de 2018. Se estima que las pérdidas superen los 1.000 millones de dólares.

Pelosi y el representante federal Mike Thompson, por Santa Rosa, señalaron que deben hacer que sus colegas en Washington entiendan la naturaleza sin precedentes de los incendios, los más letales en la historia de California.

 

 


Associated Press / El Nuevo Herald

Página Web - 2017/10/29

Fuente: http://www.elnuevoherald.com/


Los sobrevivientes de los incendios que han devastado gran parte del norte de California enfrentan ahora un nuevo reto: cómo conseguir vivienda en uno de los mercados de bienes raíces más elevados en el país.

En San Francisco, un apartamento de una habitación se renta en promedio por más de 3.000 dólares al mes, y el precio de una vivienda es de 1,5 millones de dólares. El alto costo de la vida abarca incluso la zona de la Bahía de San Francisco, donde estallaron algunos de los incendios.

Las conflagraciones fueron las más mortíferas y destructivas en la historia de California. Murieron por lo menos 41 personas y unas 6.000 viviendas quedaron destruidas.

Los bomberos avanzaron significativamente la noche del martes y la mañana del miércoles, al causar quemas intencionales a fin de privarle de maleza a los incendios, informó el portavoz Daniel Berlant. Añadió que el clima más frío y la ausencia del viento contribuyeron también.

"Esperamos que la Madre Naturaleza siga cooperando con nosotros”, expresó. "Hay más humedad en el aire y se vaticina lluvia, y eso ayudará”.

A pesar de indicios de que los incendios, iniciados el 8 de octubre, podrían estar pronto bajo control, mantener el buen ánimo es difícil cuando uno lo ha perdido todo y hay que comenzar de nuevo desde cero, comentó John De Groot, cuya vivienda en Santa Rosa quedó reducida a cenizas, con todo lo que tenía adentro, recuerdos de una vida entera.

"Trabajamos toda la vida, vivimos en esta casa por 23 años así que aquí tenemos muchos recuerdos. Vienen mis nietos, les encanta venir. Y ahora todo se ha perdido, ¿qué voy a hacer ahora?”, dijo De Groot.

California, que ya sufría de una escasez de vivienda aun antes de que estallaran las llamas, enfrenta ahora una labor titánica de hallar albergue para los sobrevivientes.

"Esto es un tremendo trauma para un área urbana", dijo el martes Brock Long, administrador de la Agencia Federal de Manejo de Emergencias. "Tenemos que reflexionar larga y profundamente sobre cómo evitar este tipo de crisis en el futuro, y sobre cómo podemos resistir mejor a estos desastres”.

Aproximadamente 100.000 personas fueron evacuadas en el peor punto de los incendios, y unas 34.000 siguen sin alojamiento. Muchas personas ni siquiera saben si sus viviendas están de pie.

"Lo bueno es que estamos juntos", expresó Ramona Lancu, cuya vivienda en Larkfield quedó incinerada. "Pudimos escapar. Ahora tenemos que empezar una nueva vida pero será difícil”.

 

 


Associated Press / El Nuevo Herald

Página Web - 2017/10/18

Fuente: http://www.elnuevoherald.com/