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El libro 'El modo atemporal' de construir propuso en 1979 edificar de forma intuitiva, sin creadores visionarios ni planes urbanísticos megalómanos. La polémica que despertó sigue viva

 

En 1979, Philip Johnson, el arquitecto del cristal, los rascacielos infinitos y la versión más radical de la Bauhaus, ganó la primera edición del Premio ­Pritzker, un galardón fundado para consagrar a los arquitectos más influyentes y originales del mundo. Curiosamente, ese mismo año la editorial británica Oxford University Press incorporaba a su catálogo un libro que, en cierto modo, llevaba la contraria a la idea de que la construcción era asunto de genios, artistas y creadores inspirados. En El modo atemporal de construir, el arquitecto británico de origen austriaco Christopher Alexander planteaba que las ciudades, edificios, viviendas y monumentos más perfectos del mundo habían sido erigidos de forma intuitiva, inteligente y sensata, sin creadores visionarios ni planes urbanísticos megalómanos. Y que, por tanto, la clave para deshacer los entuertos de la modernidad (urbanizaciones desérticas, rascacielos inhóspitos y viviendas deshumanizadas) pasaba, en cierto modo, por prescindir de los arquitectos.

 

¿Sabías que un tercio de todos los alimentos que se producen en el mundo se desperdician?

 

De acuerdo a cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés), un tercio de los alimentos alrededor del mundo se desperdician. Esto es equivalente a mil 300 millones de toneladas al año que se pierden desde la cadena de producción agrícola hasta los hogares.

 

Además de la pérdida de alimento, este hecho a su vez representa un desperdicio de recursos como agua, energía e insumos para la industria alimentaria, uno de los sectores que presenta mayor crecimiento en México. Se estima que para 2020 incremente 4.3%.

 

Hace treinta años, el mundo supo que enfrentaba una gran amenaza ambiental.

 

Luego de recibir asesoramiento científico, los políticos cuyas naciones se enfrentaban en la llamada Guerra Fría pusieron de lado sus diferencias para unirse a sus ciudadanos y las industrias y tomar medidas rápidas para detener el crecimiento de un agujero en la capa de ozono de la Tierra.

 

En muchos lugares del planeta, sobre todo en los países subdesarrollados, la falta de vivienda digna para las personas que habitan en el campo o en la periferia de las grandes ciudades es un problema de dimensiones mayores.

 

Fuerte, ligero y abundante, el bambú es un material de construcción infinitamente versátil pero aún sin explotar. Fácil de plantar y cultivar, crece con una rapidez asombrosa.

 

La preocupación por el medio ambiente y las acuciantes consecuencias del cambio climático han transformado la conciencia de la sociedad mundial, rescatando la “conciencia verde” e implementando medidas sostenibles en ámbitos como la industria, la economía e incluso la vivienda. Cualquiera puede cuidar del Planeta desde su propio hogar sin necesidad de grandes reformas, sino a base de pequeños gestos y cambios en la rutina.

 

Además, la propia Unión Europea se ha comprometido con el bienestar medioambiental y, a finales de 2020, todo nuevo edificio de nueva construcción deberá tener un consumo energético casi nulo, según la nueva directiva sobre rendimiento energético. Una tendencia en alza de la que los ciudadanos se pueden beneficiar, ya que también supone un elevado ahorro en las facturas de la luz y el agua.