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En 2018, la población española fue la segunda población más preocupada por el calentamiento global y el cambio climático con un 51%, solo superada por la de Japón (52%) y seguida por la alemana (50%), y, además, expresa cada vez más su preocupación por el medio ambiente.

 

El estudio elaborado tras la encuesta a 19.519 personas en 28 países por la consultora independiente IPSOS, señala el incremento de la preocupación por el cambio climático, la contaminación atmosférica y la gestión de residuos con relación a 2017, cuando los tres aspectos se situaban en un 30%.

 

Desde 1750, el estallido de la revolución industrial en Europa ha traído inevitablemente una grave contaminación ambiental - consecuentemente causando deposición ácida debido a los procesos de producción a gran escala industrial.

 

Esta contaminación es producida por el combustible fósil utilizado en abundancia, así como la producción y el tráfico pesado industrial, el SO2 y NOx impulsa el valor PH de la atmósfera baje. Poco a poco, precipitando a la superficie de la tierra, estos materiales ácidos han causado un gran daño a los sistemas ecológicos de la tierra.

 

De acuerdo con AT Dessign Office- quienes han desarrollado la idea de una ciudad sobre el océano- las ciudades que flotan podrían ser una importante alternativa para no destruir los valiosos terrenos campestres.

 

Las islas flotantes siempre han estado en las mentes de los arquitectos, y ahora, gracias a la tecnología y el desarrollo de nuevos materiales existen ya varios ejemplos de este tipo.

 

Fibra de carbono, plásticos, lubricantes… Son algunos de los materiales sostenibles de última generación que se fabricarán a partir de algas.

 

¿Se puede ir más allá de un proceso de fabricación con una huella de carbono cero? La respuesta es afirmativa: existen técnicas de producción industrial capaces de consumir más dióxido de carbono del que producen. Un claro exponente de ello es el uso de algas, voraces consumidoras de CO2 y de vertiginoso crecimiento, hasta diez veces superior al de las plantas terrestres.

 

El proyecto Drops Roof une arquitectura y sostenibilidad para luchar contra los problemas de abastecimiento

 

Dicen que las grandes ideas surgen cuando uno menos se lo espera. Esto es lo que le ocurrió una mañana de hace cuatro años a Elisabet González, una joven arquitecta que rondaba la treintena. Era temprano y, al salir a la calle de camino a la facultad, vio los coches cubiertos por el rocío que había caído al amanecer. Entonces se le encendió la bombilla: ¿por qué no aprovechar de alguna forma ese agua en las viviendas? González se puso manos a la obra y diseñó una cubierta integrada en los edificios que, además de captar el rocío nocturno, pudiera recoger la lluvia y destilar mediante la energía solar toda este agua. Así nació Drops Roof, un innovador proyecto que aúna arquitectura y sostenibilidad, cuyo objetivo es ayudar a solventar el problema de la escasez de agua en el mundo.