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Crecen las iniciativas por extenderlo dada su capacidad de absorción de dióxido de carbono

 

El bambú es mucho más que comida para osos panda. Borja De la Peña, responsable de las políticas globales de la Organización Internacional para el Bambú y el Ratán (OIBR), una institución que agrupa a 45 países y que “promueve el uso del bambú para el desarrollo ambientalmente sostenible y el crecimiento verde”. Lo defiende como arma muy efectiva para combatir tanto la crisis climática que sufre el planeta como la pobreza que afecta a gran parte de su población. En su plan estratégico 2015-2030, la organización se ha propuesto popularizarlo en todo tipo de ámbitos: material para andamios, sustituto del plástico en cubertería de un solo uso, papel o tela, e incluso carbón vegetal.

 ¿Bicicletas hechas con cápsulas de café? ¡Te contamos!

 

Antes de comenzar a leer este artículo, entendamos qué es la economía circular.

 

Economía circular se refiere a un modelo de negocio que busca la regeneración o restauración de los componentes y/o materias primas de un producto, pero buscando que estas mantengan su utilidad al máximo.

 

La ciencia del cambio climático tiene más de 150 años y es, probablemente, el área más estudiada de todas cuantas conforman la ciencia moderna.

 

Sin embargo, la industria energética y los grupos de presión políticos, entre otros, llevan 30 añossembrando la duda sobre el cambio climático donde no la hay.

En los últimos años ha ido en alza la responsabilidad ambiental en el ámbito de la arquitectura y edificación.

 

Para algunos aún parece lejana la realidad de un mundo más sustentable. Pero la velocidad de los avances tecnológicos y la innovación han permeado nuestra cotidianidad aún más de lo que tenemos pensado.

 

La vuelta de septiembre, la cuesta de septiembre. Libros y material escolar, revisiones médicas, más ropa... Por suerte, este es uno de esos pocos meses en los que no hay gasto de calefacción ni de aire acondicionado. Pero no solo por el bolsillo. El 40% del consumo de energía que se produce en Europa proviene de los edificios. Durante años, en España, la eficiencia energética ha quedado supeditada o bien al abaratamiento en la construcción o bien a la estética. Por un lado, edificios en serie con materiales estandarizados sin tener en cuenta la orientación o las características geográficas de donde se ubican —dando lugar a patologías, como filtraciones de aire o aislamientos defectuosos—; por otro, obras arquitectónicamente impresionantes que luego tienen un consumo desmesurado para su climatización.

 

Cada vez somos más conscientes de la necesidad de que nuestras ciudades sean sostenibles y, además de nuestra pequeña aportación día a día (eligiendo el transporte público o soluciones de car sharing, contribuyendo a la gestión y reciclaje de residuos, o cuidando y ampliando las zonas verdes), las nuevas normativas europeas ayudan también a mejorar nuestro entorno. Como no todos los meses son septiembre, y no todos los países tienen otoños templados, el Parlamento y el Consejo europeos emitieron en 2012 una directiva (Directiva 27/2012/UE) para reducir las emisiones de gases invernadero y de otras sustancias contaminantes de edificios. La trasposición de la directiva en las legislaciones de los países miembros debe entrar en vigor antes del 31 de diciembre de 2020 para las edificaciones privadas (el 31 de diciembre de 2018 se cumplió el plazo para las públicas).