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Alternativa: trabajar continuamente en planificación con apoyo de ciudadanos

 

Al iniciar el día, los espejos dicen que no hay cambios. Pasa el tiempo y parece que mantenemos siempre el mismo aspecto, la misma cara, pero comparar fotografías es un golpe bajo. Lo cierto es que cada día nos echamos a perder un poquito porque al dejar de crecer se inicia la decadencia. Queda como consuelo creer que mejoramos al añejar, pero en realidad envejecemos y nos deterioramos.

Lo mismo sucede con las viviendas. El deterioro no es repentino, un día es una grieta, otro un mancha por humedad, un mosaico gastado o una teja rota. Por ocurrir poco a poco, es imperceptible y fácil de aceptar, salvo cuando hay cambio de dueño.

En las ciudades el deterioro afecta a sectores por separado y cada uno procura ignorar los daños o inconvenientes ajenos. Por haber muchos dueños, es continua y permanente la tendencia a dejar pasar, lo que lleva a la decadencia de lo común. Las urbanizaciones y los barrios decaen por cambios en los usos, casi siempre en instalaciones precarias para actividades no previstas o nuevas, los servicios públicos son insuficientes o no confiable su operación, las vías y los sistemas de transporte no son capaces de absorber la demanda. Queda por mencionar la violación de normas y disposiciones urbanísticas mediante soborno de funcionarios y lo contrario: extorsión de los contribuyentes por parte de quienes deben servirles.

Para enfrentar esta decadencia permanente e implacable, las administraciones municipales deberían entender a las ciudades como una suma de procesos dentro de una estructura general flexible, capaz de incorporar cambios en cuanto a usos e intensidades. Además de elaborar y revisar planes generales, es necesaria una labor diaria y permanente, que actúe al ritmo del desarrollo y del natural e inevitable tropismo hacia la decadencia, así como disponer de mecanismos y recursos para mitigarla. Por ahora, el crecimiento urbano se intenta conducir con planes que son imágenes de un futuro posible, casi como proyectos de arquitectura, pero no incluyen el diseño de la secuencia de desarrollo ni el compromiso de recursos a requerir para ejecutar etapas, aspectos que no se contemplan en el contenido de los estudios cuando se contratan o emprenden ocasionalmente.

Cada sector urbano es un foco de deterioro y también de oportunidades para mejorar pero no se pueden acometer simultáneamente y para no gastar tiempo y esfuerzos aspirando a esa perfección ideal, la alternativa es trabajar continuamente en planificación con respaldo o apoyo de los ciudadanos. Mientras más pequeño un ámbito vecinal más factible será el consenso de los residentes para respaldar intervenciones de alcance común, pero lo contrario también es cierto y por ello la habilidad y la capacidad de gobernantes municipales solo será reconocida y agradecida, si logran conciliar los intereses particulares con los colectivos. El reto para los nuevos alcaldes y sus cámaras legislativas es estimular la participación ciudadana, entendiendo por tal actuar en condición de propietarios o responsables del área que habitan, tener derecho a exigir y apoyar la obligación de aportar para mejorar.

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VICTOR ARTIS / El Universal

Página Web - 2014/01/18

Fuente: http://www.eluniversal.com/


Las fallas mayores son el suministro de electricidad y la movilidad

 

Barcelona, Guanta y Puerto La Cruz son una continuidad urbana víctima de cinco administraciones municipales autónomas que funcionan sin coordinación. Por no operar en mancomunidad entienden que sus obligaciones no van más allá de solucionar fallas puntuales y situaciones críticas. No perciben que deben asumir cuotas de responsabilidad sobre problemas generales y que cuando estos rebasan sus capacidades deben exigir soluciones a quienes competa. Las fallas comunes mayores son el suministro de electricidad y la movilidad, evidente esta ultima en las congestionadas vías principales y en sectores comerciales de los centros tradicionales. Aunque estas anomalías pueden calificar como dolores de crecimiento, nada justifica la falta de intentos para mitigar el caos otomano, oriental y caribeño imperante en Puerto La Cruz.

La refinería y el puerto en Guaraguao llevaron al Puerto La Cruz inicial, de unas pocas casas y rancherías a lo largo de la playa, a ser una extensa ciudad. El Paseo Colón cambió el nivel y el carácter urbano; y la Avenida Municipal, construida en los 60 (Betancourt), impulsó la ocupación de las tierras planas contiguas y es el sitio adecuado para instalar grandes comercios como maquinarias, vehículos, servicios industriales, hoteles y el primer centro comercial. Incluso el Concejo trasladó su sede a la Avenida y abandonó el área central comprendida entre 5 de Julio, Bolívar, Juncal y Freites que contiene seis manzanas donde están concentradas actividades como bancos, oficinas gubernamentales, farmacias, ventas de ropa y zapatos, quincallas, gastronomía y una superabundancia de buhonería. El resultado es una agobiante acumulación de congestión e indisciplina pues los vehículos y peatones compiten por el poco espacio disponible y la guinda la pone la autoridad policial por no cumplir la responsabilidad de imponer, o al menos preservar, algo de orden. Puerto La Cruz demuestra la persistencia del comercio en reductos de los cascos urbanos, antiguos o iniciales, aun si ocupan un lugar excéntrico para la mayoría de la población del Municipio, también atrae a residentes de otros municipios. Crear nuevos sitios de interés o superar inconvenientes es necesario, pero cabe esperar que a lo primero se opongan el comercio allí arraigado y los transportistas. Lo segundo, por variar lo existente, levantaría temores, aunque fueran leves las intervenciones. Un buen ejemplo ocurre en la capital de El Salvador, donde a buhoneros los ponen en el centro de las calzadas y preservan las aceras para acceder a comercios y ver vitrinas. Es una salida sencilla y económica que requiere ajustar circulación vehicular y algunas rutas de transporte. Conciliar la movilidad de peatones y vehículos es un reto ignorado en planes urbanísticos, por poner el énfasis en obras magnas que exceden las posibilidades de alcaldías y en definir usos, herramienta básica para otorgar permisos. Pero para tejer ciudad los municipios del país deberían contar con personal dedicado a mejorar el entorno urbano y eso no ocurre.

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VICTOR ARTIS / El Universal - Entorno Urbano

Página Web - 2014/01/04

Fuente: http://www.eluniversal.com/


La ciudad se hace más vulnerable ante el auge de construcciones sin planificación

 

Recorrer el Área Metropolitana de Caracas se ha convertido hoy día en un cúmulo de sensaciones... Construcciones por doquier, semblanza de un "progreso"; desidia del abandono; incremento de los problemas; incremento de la vulnerabilidad. Es una constante lucha entre la ciudad de los techos rojos que muere poco a poco, la ciudad moderna que no termina de aflorar, y el crecimiento desmedido, que no se sabe a ciencia cierta sus futuras consecuencias.

Obras como la rehabilitación del Boulevard de Sabana Grande; recuperación de algunos espacios públicos; construcciones a paso lento de "soluciones viales de gran escala", otras que han surgido repentinamente sin una real evaluación de sus consecuencias; edificios por doquier sembrados sobre parcelas que niegan total relación con el espacio urbano, son nuestro día a día.

Nuestra ciudad se ha convertido en un raro ejemplo de cómo construcciones formales, no dejan sino un desazón y una gran interrogante, qué será el día de mañana de ellas. Cada día son muchos los casos de vecinos que han expresado sus molestias por sus viviendas recién entregadas, y que ya presentan graves problemas. Se ha llegado incluso a escuchar frases lapidarias como "ojalá no hubiese salido de mi rancho".

Desarrollos habitacionales muchas veces inhabitables, con procesos de construcción sin un idóneo control de calidad, sin claros estudios de impacto urbano ni ambiental, construir por construir. Hay ejemplos que pueden haberse llevado mejor que otros, pero si en algo no se debe improvisar es en la construcción de la vivienda y el hábitat.

Los que nos formamos en los ochenta siempre escuchamos la expresión de la desidia en que se convirtieron urbanizaciones ejemplares en su momento como los Bloques del Silencio, del 23 de Enero, Casalta, Lomas de Propatria, entre otras; nos mencionaban que el hecho de que el Inavi siguiera al frente del mantenimiento de estas edificaciones sin darle a los residentes el control de esos procesos, para lograr un verdadero sentido de pertenencia y arraigo, era una de las principales causas del deterioro que llegaron a tener. Hizo falta un Programa como el de Rehabilitación de Edificaciones Populares para "paliar" situaciones realmente preocupantes. ¿Qué estamos haciendo hoy día? En "la revolución" se repiten errores del pasado; no se aprendieron lecciones. Estamos hoy en presencia del nacimiento de cientos de edificaciones que el día de mañana serán el dolor de cabeza de cualquier Estado moderno, sólo que ya no concentrados en determinadas áreas sino disipadas por cuanto rincón disponible había en la ciudad. Esto nos llevará un caos generalizado.

La ciudad se hace más vulnerable. ¿Soluciones? Claro que las hay. Solo que están en manos de quienes hoy día lideran este proceso desmedido de construcción. Una vivienda digna no puede ser un punto de generación de nuevos problemas. Solamente basta con ver el caos que se produce en la ciudad con la lluvia; el tráfico, ó un apagón, para darnos cuenta de que no es esta la Ciudad que queremos y merecemos.

 

Fundación Vivienda Popular

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ARQ. ALEXIS DELGADO / El Universal - Entorno Urbano

Página Web - 2013/12/14

Fuente: http://www.eluniversal.com/


Hay que leer a Sócrates: "la sabiduría es tener conciencia de lo que se ignora"

 

A partir de 1970 los censos nacionales registran aumentos de población a un ritmo de cinco millones de habitantes cada diez años, tendencia que al continuar llegará a 35 millones en el 2020 y a 40 en el 2030. Estas cifras generales originarán los principios a seguir y las metas a alcanzar en una nación próspera y competitiva. Gracias a los abundantes recursos naturales existentes, algunos únicos, el país futuro y posible debería contar con magníficos servicios de salud, educación acorde con los avances del conocimiento, sistemas de movilidad y comunicación excelentes, energía y agua potable en proporción con las demandas y previsiones para encauzar un desarrollo permanente. La conducción de este crecimiento indiscutible, debería procurar proteger y mejorar el ambiente, superar la inseguridad que nos caracteriza y actuar con eficiencia.

Venezuela es una nación en formación. En apenas setenta años del siglo pasado, la población aumentó y se ha concentrado en las principales ciudades. Este corto lapso nos sorprendió con escasez de conocimiento para dominar el proceso y carentes de una cultura urbana. Ambos aspectos se perciben en la estructura rural de la administración pública con sus recurrentes tropismos hacia el centralismo y en un autoritarismo que se manifiesta en creer y esperar que los gobiernos deban resolver y autorizar todo. Este centralismo es obvio en varios estados por la preponderancia de las gobernaciones sobre las municipalidades y por la acumulación de la población en las capitales.

Sin embargo, a pesar de los gobiernos, hemos alcanzado cierto grado de modernidad, no gracias a su capacidad para prever y estimular el desarrollo de oportunidades para progresar, lo cual es de lamentar. También son negativos la infinita capacidad para crear trámites, el culto al permiso y el mal desempeño del funcionariado.

Es injusto cargar todas las deficiencias a los gobiernos porque el crecimiento fue un tsunami que nos inundó sin contar con suficiente conocimiento. Nada impedía procurar ayuda en países con experiencia en guiar la evolución urbana, pero es necesario aplicar con humildad la observación de Sócrates (2.700 A.C.): "la sabiduría consiste en tener conciencia de lo que se ignora". Las carencias y déficits actuales generan un continuo de emergencias que obligan a dedicar todos los esfuerzos y por ello nadie piensa hoy en librar de problemas al futuro; pero cómo nos quejamos por los males heredados, estamos comprometidos a no aumentar los que enfrentarán nuestros descendientes.

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VICTOR ARTIS / El Universal - Entorno Urbano

Página Web - 2013/12/07

Fuente: http://www.eluniversal.com/


¿Qué sentido tiene rescatar un cauce si mantiene su condición marginal?

 

En el año 2005 se inició el proyecto de saneamiento del río Guaire. Luego de una sobreexposición publicitaria, el plan continúa sus labores, casi clandestino, dentro del ministerio encargado del ambiente.

¿En qué consistió su ejecución? Terminó por ser una operación tan solo de saneamiento, lo que implica formas de actuar y metas específicas: son trabajos que se emprenden para sanear las aguas del río, es decir, separar las aguas servidas para su tratamiento y su posterior incorporación al cauce. Esta operación, aparentemente sencilla, termina por hacerse compleja y es difícil garantizar su éxito en un cien por ciento. En el caso del Proyecto Guaire se estuvo trabajando en canalizar el altísimo porcentaje de aguas servidas que caen en los cauces, para que llegarán a los colectores marginales construidos al canalizar el río y de allí a plantas de tratamiento, de las cuales se construyó tan solo la primera.

No es la única forma de acción sobre cauces y cuencas. Si pensamos en sus resultados, resulta la más restringida: ¿Qué sentido tiene recuperar las aguas de un cauce si este mantiene su condición marginal y no cambia su relación con el resto de la dinámica urbana? Otra vía es la llamada renaturalización que, en el caso caraqueño, consistiría en revertir las intervenciones que se han hecho sobre el cauce, como la canalización y la ubicación de vías expresas en sus márgenes, para llevarlo a condiciones originales, incluyendo el necesario saneamiento de sus aguas. Es un camino más difícil ya que implica revertir en parte el proceso de urbanización. Otra forma de intervención es la revitalización, consistente en operaciones que buscan recuperar los cauces como parte de la dinámica urbana. Una cuarta forma de entender la problemática de las cuencas de alta ocupación humana, que puede incluir las vías anteriores, es la recuperación integral. Esta estrategia contempla una revisión global de las interacciones entre el desarrollo urbano y la cuenca como una unidad territorial y ecológica dentro de la cual se producen interrelaciones que deben ser abordadas en su complejidad, a fin de producir una serie de acciones capaces para resolver las contradicciones, disminuir el deterioro ambiental y aprovechar las oportunidades. La meta final es la mejora integral de las relaciones entre la naturaleza y la ocupación humana.

Volviendo al proyecto Río Guaire es importante resaltar que aunque las principales acciones ejecutadas fueron de saneamiento, existía una estructura compleja que, de forma paralela, trabajaba un componente social y otro componente urbano. Entre ambas proponían atender las necesidades y expectativas que se desprendían de una acción de estas dimensiones en una Caracas huérfana de operaciones y proyectos urbanos motivadores de ciudadanía. Lamentablemente esto se fue perdiendo en el camino al no colocarse como un proyecto compartido, sino como una dádiva del Estado frente a una población cada vez más pasiva ante el rumbo que ha tomado la ciudad.

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IGNACIO MARCANO / El Universal - Entorno Urbano

Página Web - 2013/11/30

Fuente: http://www.eluniversal.com/