• +58 212 2394936
  • +58 412 9090077
  • Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

  1. Sigue el debate sobre la ley de propiedad individual y con fines mercantiles de la actual AN, que contrasta con la vigente (Gmvv), que garantiza la posesión familiar y el valor de uso de la residencia.

  2. La insistencia en ello es el fabuloso negoción que significaría lograr que cerca de millón y medio de viviendas producidas entre 1999 y 2016 pudieran ingresar al “mercado secundario”, manejado por bancos y constructoras y puestas en sus manos por políticos.

  3. ¿Por qué? Porque al revisar el costo de los terrenos de las casas, según nuevos criterios y nuevos actores, el precio subirá de inmediato, comenzando la danza de créditos bancarios para que los beneficiarios cubran los aumentos. Por supuesto, muchos no podrán con las altas cuotas e intereses, con lo cual esas moradas pasarían a gestores (bachaqueros) que subastarán al mejor postor miles de “mercancías para vivir”.

  4. Efecto de todo lo anterior: regresión a la especulación habitacional, hogares para quien pueda pagarlo y los que no puedan, a llorar p’al valle.

 

 

 


 

Alejandro López / Últimas Noticias

Periódico Impreso - 2016/05/05

Fuente: López, Alejandro (5 de mayo de 2016). ACERAS Y BROCALES: Bachaqueo inmobiliario. Últimas Noticias, p. 4.

Foto: Cortesía de «Correo del Orinoco»


  1. Original de José Martí y resumida por Raúl Castro el sábado pasado en el informe al VII Congreso del Partido Comunista Cuba. Sencilla y contundente frase. Aplicable en muchos otros ámbitos distintos al Gobierno.

  2. Por ejemplo, eso es lo que hacen los arquitectos, diseñadores y planificadores por esencia. Un proyecto y un plan, son una representación anticipada de lo que se desea hacer o construir. Son la definición de la forma y medios necesarios para lograr algo que impacte positivamente, que anticipe problemas y efectos negativos y sea sustentable en el tiempo.

  3. El desarrollo de la Gran Caracas es vital para el país, lo hemos repetido hasta el hastío. Y para dirigirla con eficiencia y efectividad es necesario predecir su desarrollo. ¿Lo estamos haciendo? No. Para ello es imperativo crear un “gobierno” regional, formular la política urbana-territorial y elaborar un plan consensuado que sea operado, coordinado y controlado por ese “gobierno” de la región Caracas.

 

 

 


 

Alejandro López / Últimas Noticias

Periódico Impreso - 2016/04/28

Fuente: López, Alejandro (28 de abril de 2016). ACERAS Y BROCALES: Gobernar no es más que prever. Últimas Noticias, p. 4.

Foto: Cortesía de «Correo del Orinoco»


El proyecto urbanístico de vanguardia, que se construyó a comienzos de la década del setenta, ubicaría a Caracas en la dimensión contemporánea que reclamaba la época. Parque Central era todo lo que prometía el futuro. Pero el país no estuvo preparado para un conjunto de tal magnitud y los años, el descuido y el fuego han dejado su huella en el espacio urbano que se diseñó para disfrutar del “derecho a ser gente”

 

Marzo de 2015. El Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMa) inauguró la exposición Latin America in Construction: Architecture 1955-1980, como una manera de homenajear a la arquitectura del continente por su rol en el proceso de modernización de las ciudades. Un comité, integrado por miembros de toda Latinoamérica, realizó la selección de las obras urbanas de once países de la región. Venezuela entre ellos. La muestra local estuvo conformada por el Hotel Humboldt, la Corporación Venezolana de Guayana, el Centro Simón Bolívar y Parque Central. De esa manera, Nueva York le dio el sitial que se merece al proyecto ideado por los arquitecto Daniel Fernández-Shaw y Enrique Siso, por iniciativa de Gustavo Rodríguez Amengual, presidente en ese entonces del Centro Simón Bolívar (CSB).

 

La construcción de Parque Central fue el evento arquitectónico que marcó la ciudad en la década del setenta del siglo pasado, según reseña la Guía de Arquitectura y Paisaje de Caracas. Ese proyecto, que prometía ser en sí mismo una ciudad moderna y ofrecer un nuevo modo de vivir, fue concebido como un conjunto de usos múltiples. Algo nunca antes visto. Ocho edificios residenciales convivirían con oficinas, comercios, museos y salas de convenciones. Todo construido con criterios de vanguardia: un sistema de extracción de basura al vacío, suministro de agua por tuberías de cobre y aire acondicionado integral con agua helada.

 

Ante los ojos del mundo, Parque Central fue un proyecto avanzado a su tiempo. De ahí que la Universidad de Harvard también reconoció su importancia en junio de 2015 al otorgar, a través de su Centro David Rockefeller para Estudios Latinoamericanos, una beca al profesor de Letras de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y de Prodiseño Vicente Lecuna para desarrollar un estudio titulado Nada se asemeja al pasado: El tiempo y la modernidad patrocinado por el Estado en Caracas “Parque Central”, que explora la influencia de este complejo urbanístico en la literatura, el cine, la música y la fotografía nacionales.

 

 

Venezuela, entretanto, no ha actuado a la par. El país que vio nacer este modelo urbanístico se empeña en desaparecer cualquier vestigio de esa modernidad que quiso ser y nunca fue. En marzo de 2015, mientras Nueva York elogiaba el proyecto de Parque Central en el MoMa, un incendio consumía el pent house (piso 39) del edificio Tajamar, una de las ocho torres residenciales del complejo. Las llamas arrasaron con las instalaciones de Fundarte —ente perteneciente a la Alcaldía de Libertador. No se registraron heridos, pero sí pérdidas materiales.

 

 

A un año de lo ocurrido, el espacio está casi como lo dejaron los bomberos la tarde del 9 de marzo de 2015. Paredes chamuscadas, escaleras de acceso resquebrajadas, pisos cubiertos de escombros y servicios sin reactivar. El personal de Fundarte que allí laboraba nunca más volvió. Los únicos dolientes son los 60 alumnos del Taller de Danza de Caracas, cuya sede sobrevivió al incendio, pero que aún hoy funciona sin luz, sin agua y sin baños por falta de tuberías, según comenta su directora Yury Cavalier.

 

La Torre Este se antepone a esa cadena de contradicciones que tejen el mito de Parque Central. El 16 de octubre de 2004, un incendio arrasó con la tercera parte de la estructura que ostentó el título del rascacielo más alto de América Latina hasta 2003. En aquel entonces, se contabilizaron 250 millones de dólares en pérdidas materiales. Hoy, cuando han transcurrido 11 años de aquel siniestro, la torre funciona a medias y aún se desconoce la fecha de la reapertura de los pisos más altos.

 

 

En mayo 2005, se anunció que la Torre Este sería reinaugurada al año siguiente, pero en 2010 aún no se había cumplido tal promesa aunque la edificación estaba “lista” hasta el piso 32 de los 59 totales. En agosto de 2008, el Centro Simón Bolívar anunció que la recuperación se completaría en principios de 2009. Tampoco ocurrió. En noviembre de 2012, el CSB pautó que la reinauguración sería en marzo de 2013, pero ese año tampoco se concretó y, al contrario, en agosto se liquidó el Centro Simón Bolívar para dar paso a Corpocapital —organismo creado por el Gobierno del Distrito Capital para administrar Parque Central desde el 15 de agosto de 2013. Entonces se fijó una nueva fecha para entregar la Torre Este de nuevo en su esplendor, incluyendo una antena en su techo que hace alegoría a la espada del Libertador: 2014. Pero llegó la fecha y de nuevo promesas rotas.

 

Una década después del incendio de la Torre Este —que se construyó en tres años nomás—, la fecha se había pospuesto seis veces a pesar de la inversión de al menos 684 millardos de bolívares, según recopilación de montos dados en anuncios oficiales. En septiembre de 2014, dos meses antes de inaugurar la “plaza Hugo Chávez Frías” al pie de la Torre Este luego de invertir 12 millones de bolívares, se marcó la más reciente promesa en el calendario: la nueva fecha tentativa para reabrir la Torre Este completa —con todo y mirador en su punto más alto— quedó fijada en marzo de 2016.

 

Sin embargo, todo apunta a que la nueva fecha será postergada por enésima vez, porque Corpocapital volvió a quedarse sin presidente el 20 de febrero de este año. No hubo pronunciamiento. Tampoco publicación en prensa. Sin embargo, la información se divulgó como pólvora el lunes 21 de febrero en el pasillo del piso 30 de la Torre Este, donde funciona la Presidencia de Corpocapital. Un grupo del consejo comunal del edificio Tajamar acudió para solicitar una entrevista con el entonces presidente Julio Velazco, quien ocupaba el cargo apenas desde septiembre de 2015, pero la respuesta fue que no podían atenderlas, porque habían nombrado a nuevo director. El sexto en dos años de funcionamiento de Corpocapital.

 

Es un hecho que nadie quiere hacerse cargo del monstruo de concreto. Durante el período 1999-2006, una decena de funcionarios pasó por la presidencia del extinto Centro Simón Bolívar, de acuerdo con cálculos publicados en el diario El Universal. Desde entonces, la falta de una cabeza visible y estable se volvió una práctica común. Los vecinos, en consecuencia, dejaron de tener contacto con el ente administrador y quedaron por fuera de la rendición de cuentas de los pagos de condominio, así como de la toma de decisiones.

 

“No sabemos qué se hace con el dinero que se paga por el condominio y los trabajos se ejecutan sin consultarnos”, afirma Isamar Angulo, representante del consejo comunal del edificio Tajamar. “Las obras se hacen a medias y no hay a quién reclamarle. No tenemos reuniones con Corpocapital, porque a ellos no les interesa tener contacto con los vecinos y los residentes tampoco muestran interés. Aquí se vive una completa apatía”, agregó.

 

Sueño de concreto

 

Parque Central se construyó con el propósito de humanizar Caracas y ubicarla en la dimensión contemporánea que la capital reclamaba para la época. Todo lo que prometía el futuro, estaría en Parque Central. Tanto así, que el complejo arquitectónico se vendió con el eslogan “un nuevo modo de vivir que nada tiene que ver con el pasado”.

 

 

Aquel material promocional que se le ofrecía a los futuros propietarios señalaba que el complejo contaría con los más modernos servicios, ascensores con capacidad para 24 personas, sistema de vigilancia por circuito cerrado de televisión las 24 horas y alarmas contra incendios en todos los pasillos. Aparte, los apartamentos tendrían sanitarios sin tanque de agua, lavamanos con mezclador único de agua fría y caliente, pisos alfombrados sobre base de espuma de caucho y paredes decoradas con una combinación de pintura y tapizado. Todo ello inmerso dentro del paisajismo diseñado por el artista brasilero Roberto Burle Marx, el mismo que dirigió el proyecto del Parque del Este.

 

“Parque Central era una joya”, afirma Carlos Sánchez, residente del conjunto desde hace 37 años y dueño de un taller mecánico en el sótano 3. “Era tranquilo. Seguro. Era un conjunto residencial de puros profesionales. No tenías necesidad de salir porque aquí había de todo. Restaurantes, discotecas, cine, bancos. Era tu propio hábitat dentro de la ciudad”, agrega.

 

 

En aquellos inicios, la estructura se convirtió en una proyección de país. Era un reflejo de sus sueños, de lo que quería ser. De una ciudad moderna, democrática e inclusiva, según palabras del investigador Vicente Lecuna. “Parque Central fue un gran proyecto de desarrollo. Pero se construyó para un país inventado de la nada, que surgió de una modernidad instantánea, que no existe”, añade.

 

El propio arquitecto Daniel Fernández-Shaw reconocería, en una entrevista publicada por el diario El Universal en septiembre de 2009, que Caracas no estaba preparada para un proyecto de tal magnitud. “Parque Central se construyó para un modelo de país que ya no existe. Empezamos a hacerla en 1970, pero en julio de 1977 hubo un rompimiento psicológico en el país, pasamos de ser un país con buen futuro, con dinero, a la falta de esperanza y de optimismo”, alegó.

 

Lecuna, sin embargo, sitúa el declive de Parque Central en 1983. Época que estuvo marcada por el “Viernes Negro”, complicaciones con el pago de la deuda externa, el deterioro del poder adquisitivo y la implementación del control de cambio, con Recadi. “Desde entonces, me sorprende cómo Parque Central se convirtió en ese punto ciego que no queremos ver. De ser una proyección de nuestro sueño de país, el complejo se convirtió en una metáfora del fracaso. Así se ve reflejado en el cuento ‘Nocturno’ de Lucas García, donde Parque Central está representado como un gigantesco monstruo terrorífico, fracasado, violento y peligroso. Una metáfora del país”.

 

Visto así, podría decirse que Parque Central reúne todos los vicios, sinsabores y mortificaciones de la época. Vecinos de tendencias políticas diferentes que no logran ponerse de acuerdo por el bien común; un ente administrador que no rinde cuentas y que promete obras que no ejecuta o deja a medias; inquilinos que cambian arbitrariamente el uso de una propiedad y convierten oficinas en residencias; vecinos irresponsables que mantiene la morosidad del condominio por encima del 60%; propietarios que botan por el ducto de la basura alfombras o televisores ocasionando daño irreparables al sistema de recolección de desechos; apartamentos invadidos; pasillos que dan miedo por falta luz; extintores de incendio robados; escaleras de emergencia clausuradas; filtraciones por doquier, estacionamientos que se han vuelto guaridas de delincuentes frente a los ojos de los organismo de seguridad del Estado que están allí, pero que no actúan.

 

“En Parque Central sólo se puede hablar de lo malo”, comenta Jhonny Guerra, presidente de la Asociación de Propietarios de la zona 2. “¿Dónde está lo bueno? El deterioro se lo ha llevado todo. Y no es justo, porque los patrimonios no se tratan así. En teoría, vivimos en conjunto más seguro de Caracas porque aquí tenemos a la Guardia Nacional, a la Policía Nacional Bolivariana y a vigilancia privada, pero ninguno hace nada. Aquí se han presentado atracos en los ascensores, en los pasillos, en los estacionamientos. Esto se ha vuelto un barrio cualquiera”.

 

 

“Ahora cuando uno dice que vive en Parque Central, lo ven como si uno viniera de un antro”, suma Sánchez. “Y a pesar de todo lo malo, a mí no me gusta que hablen mal de Parque Central. Yo estoy agradecido de todo lo que me ha dado. Por eso, estoy convencido de que es rescatable. Lo primero que hay que atacar es la inseguridad, ponerle cariño y buena voluntad. Parque Central necesita tener su propio alcalde, porque esto es un pueblo dentro de una ciudad”.

 

Para el arquitecto Daniel Fernández-Shaw el proyecto sigue siendo funcional. A su juicio, sacar las narices del Gobierno y dejar que los vecinos asuman el control del conjunto podría ser el camino para que Parque Central cumpla con esa promesa de los años 70 de permitir a sus habitantes disfrutar del “derecho de ser gente”.

 

 


MIRELIS MORALES TOVAR / elestimulo.com

Página Web - 2016/03/01

Fuente: http://elestimulo.com/


El conjunto de GMVV al lado de la estación Colegio de Ingenieros, en el bulevar Amador Bendayán, duró mucho en construirse. Y dejaron la calle bloqueada. ¿Privatizada?

 

Alrededor de cinco largos años demoró la construcción de las dos torres de la GMVV, con un total de 128 apartamentos, al lado de la estación Colegio de Ingenieros. Mientras el conjunto de edificios del barrio Santa Rosa, diseñados por Fruto Vivas y con más del doble de viviendas, se construyó en tres años (aunque no con los métodos participativos que proponía el arquitecto), estas dos torres de 16 pisos justo al frente avanzaron con lentitud exasperante. Recién “culminaron” (es obvio que faltan “detalles”, como desmontar la grúa que aún tiene adosada como un espinazo), pero es un hecho que ya están habitadas. La imagen que aportan hacia el bulevar es agradable (muchos transeúntes se detienen y la mirada delata sus ganas de vivir ahí). Pero hay un problema: la calle sigue cerrada.

 

Recuerdo que no la cerraron desde el principio, pues el tránsito vehicular estaba parcialmente restringido. Luego, antes del primer año, lo bloquearon del todo, porque metieron enormes máquinas para inyectar cemento que ocupaban mucho espacio. Pero ya no están esas máquinas, ni el acopio de materiales para la construcción. Está la calle con motos, carros y camionetas estacionadas dentro. La gente que ya habita el lugar sale y antes de irse cierra “la reja”, que en realidad es un improvisado armatos

te de cabillas. Las aceras del “bulevar” en general tienen una acera amplia, pero justo frente al edificio esta se estrecha. Y por ese achicamiento transita la gente a pie o en bicicleta, mientras adentro la calle está vacía.

 

Debo suponer que es un asunto temporal, que no hay planes (por parte de la Alcaldía de Libertador y del Gobierno del Distrito Capital, esos entes redundantes) para que se quede así. Pero es sospechoso: luego de tanto tiempo bloqueada la vía (tres o cuatro años) debería haber sido reabierta con celeridad. Pero no. Desde diciembre quitaron todas las planchas metálicas que impedían ver hacia adentro. El espacio está bastante despejado ahora, a pesar de que es utilizado como estacionamiento y en ciertas horas de la tarde y fines de semana, como espacio de juego de niños (a pesar de tener el parque Los Caobos justo al frente).

 

La invitación es a imaginar esa vía como un auténtico paseo peatonal, que inevitablemente conserve un carril con velocidad controlada para circulación de vehículos (incluyendo bicicletas), tomando en cuenta que hay varios centros culturales y religiosos que requieren de acceso vehicular a sus estacionamientos. Pero que el grueso del espacio sea para caminar, para detenerse, que sea un espacio urbano que sirva de nexo entre el eje del bulevar de Sabana Grande y plaza Venezuela, con las avenida México y Universidad y con el centro de Caracas. Un mismo lenguaje, una misma apuesta.

 

¿Por qué la aceleración de la GMVV para atacar el problema de la vivienda no es la misma con la que se asume luego la recuperación del espacio público, el espacio común, la calle que soporta cada nueva edificación, como en este caso? Se monta el edificio sin preocuparse de lo que lo rodea, de las dinámicas que este tiene con el entorno (no entremos ahora en el problema de la no actualización de los servicios básicos). De las conexiones físicas y las articulaciones sociales. La vivienda paracaidista. La vivienda gueto.

 

Al menos debería asumirse ya, mañana mismo, la conexión con el parque: despejar la vía y restringir la velocidad, instalar estacionamientos de bicicletas en las nuevas edificaciones y en los centros culturales y religiosos. Darles tratamiento fitosanitario a los árboles que están en la acera, que a pesar de estar afuera deben asumirse como continuidad del parque Los Caobos. Y a más tardar pasado mañana deberían estar trabajando la relación de esta senda (ahora densa) con el barrio Santa Rosa a través de la avenida Libertador.

 

Demoró muchísimo la construcción de este par de torres. Que no pase lo mismo con la calle cerrada.

 

 

 


 

Cheo Carvajal / Contrapunto.com

Página Web - 2016/03/02

Fuente: http://contrapunto.com/


Para el momento en que este artículo salga a publicación estarán por concluir las negociaciones de la Cumbre sobre Cambio Climático que se celebran en París desde el 30 de noviembre. ¿Será que las 190 naciones allí reunidas lograrán un acuerdo para reducir las emisiones de gas invernadero a tiempo, evitando que sobrepasemos el umbral a partir del cual el calentamiento global se torne catastrófico e irreversible?

La mayoría de los científicos estiman que dejadas a la deriva, las actuales emisiones de gas invernadero podrían conducirnos a un aumento de 5 grados centígrados en la temperatura a nivel mundial. 5 grados no parece gran cosa, pero equivale a la diferencia entre el mundo en el que vivimos hoy día y la última era de hielo.

Los antecedentes de la Cumbre de París

 

En 1997 la comunidad internacional delineó por primera vez en la historia la ruta a seguir para atender la amenaza del cambio climático. A través del Protocolo de Kyoto se acordaba cortar las emisiones mundiales de gas invernadero en un 5% con relación a los niveles de 1990.  A cada país desarrollado se le asignó una cuota, los países en desarrollo quedaron exentos de adoptar medidas similares.

Como todo instrumento internacional vinculante, el Protocolo de Kyoto requería que los parlamentos de los  países que lo habían firmado lo ratificaran. El peso estaba en aquellos que más contaminaban. Sin ellos no era posible avanzar. Estados Unidos, el mayor contaminador mundial para ese momento, firmó el Protocolo pero nunca lo ratificó. Durante una década el Protocolo quedó a la deriva, hasta que en 2004 Rusia, otro país con importantes emisiones de gas invernadero, decidió ratificarlo.

 

Con la ratificación de Rusia se alcanzaba el umbral necesario y la Convención finalmente entraba en vigor. Pero en la práctica, todos sabían que un acuerdo que no incluyese a Estados Unidos no sería efectivo y, desde entonce el mundo está en busca de un nuevo acuerdo que incluya a Estados Unidos, pero sin abandonar del todo las metas de reducción necesarias para hacer frente al calentamiento global. Los líderes reunidos en la Cumbre de París tiene la responsabilidad de alcanzar ese acuerdo, así éste no sea vinculante.

La Cumbre de París

 

Algunos de los mayores contaminadores del mundo se han comprometido voluntariamente a hacer reducciones significativas. La Unión Europea ha prometido reducir sus emisiones de gas invernadero en un 40% con relación a los niveles de 1990 para el año 2030. Estados Unidos se ha comprometido a cortar sus emisiones en un 28% con relación a los niveles de 2005 para el año 2025. China, por su parte, a pesar de ser una economía emergente, ha prometido que a partir del año 2030 comenzará a reducir sus emisiones. India, sin embargo, ha expresado que no está lista para comprometerse a ninguna reducción de sus emisiones de gas invernadero.

¿Por qué India no se compromete?

 

El primer ministro de la India, Narendra Modi, argumenta que las naciones más ricas del mundo que lograron su desarrollo a costa del empleo de energías fósiles (carbón, petróleo, gas) durante décadas, si no siglos, tienen la responsabilidad moral de asumir el costo de afrontar el calentamiento global. Es cierto que China e India son hoy día el primer y cuarto mayor contaminador del mundo respectivamente, pero también debe tenerse en cuenta que hasta 1995, el 75% de todas las emisiones de gas invernadero provenían de los países desarrollados.

Comparemos las situaciones del Reino Unido e India. El Reino Unido inició su proceso de industrialización hace más de doscientos años, países como India apenas lo inician. Si se reparte la riqueza (Producto Interno Bruto) del Reino Unido entre todos sus habitantes, cada uno tendría 42,690 dólares. Si se reparte la riqueza de India entre todos sus habitantes, cada uno tendría 1.570 dólares. La pregunta que India hace es válida, pero al mismo tiempo dilemático, a la luz de la amenaza del calentamiento global: ¿por qué India no tiene derecho a alcanzar los mismos niveles de riqueza y desarrollo que el Reino Unido, empleando las mismas cantidades de energía fósil que empleó el anterior?

Para algunos la respuesta está en la transición hacia el uso de energías renovables. Pero la realidad es que aquellos países con los sistemas más avanzados de generación de energía renovable como Alemania y Dinamarca están entre los países que más pagan por energía en el mundo. Ese camino es, al menos por ahora, poco viable. Entonces, ¿Qué hacer? ¿Deben los países más desarrollados asumir todo el costo de la lucha contra el calentamiento global mientras países en desarrollo como India se desarrollan? o ¿Deben India y países en situaciones similares frenar su desarrollo y asumir su parte en la lucha contra el cambio climático? ¿Qué piensa usted?

@alfredotoro1
alfredotorocarnevali@ gmail.com

 

 

 


 

ALFREDO TORO CARNEVALI / El Universal

Página Web - 2015/12/14

Fuente: http://www.eluniversal.com/