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En momentos inestables como los actuales, afloran debilidades y potencialidades de la realidad, de las cuales depende superar la crisis o ser arrastrado por ella. La ciudad es, dominantemente, el escenario de la contienda. Y en Venezuela, Caracas es el entorno principal de la misma.

Estos tiempos enseñan. Muestran errores, vulnerabilidades, aciertos, fortalezas. Y si se aplica el concepto de A. Einstein (“Los problemas no pueden ser resueltos al mismo nivel de pensamiento en el que fueron generados”), se abren vías para repensar y redirigir los procesos.

La ciudad debe ser pensada para su eficiencia social, ambiental, urbana, económica y productiva, para la cotidianeidad, pero además para sismos, lluvias torrenciales y conflictos sociales, entre otros.

Para ello, la conciencia y la organización colectiva, la movilidad, la accesibilidad, las fuentes de agua, energía, alimentos y medicinas y la atención de emergencias, son siempre vitales y más en los eventos señalados.

En consecuencia, es esencial destacar cinco variables, entre otras muy importantes de otras áreas, que deben privilegiarse con urgencia, para garantizar la sostenibilidad de las dinámicas sociourbanas, y para salir airosos de situaciones extremas y tiempos de vaivenes.

Ellas son: la capacidad de discernimiento de la población (juicio, conocimiento, saberes), el protagonismo, decisión y poder popular en la planificación y gestión pública, el enfoque autóctono de los recursos del país, la visión sistémica de las formas de ocupación del territorio y un desarrollo urbano enmarcado dentro de los valores y contextos culturales y ambientales del país.

Para materializar lo anterior y alcanzar un grado de desarrollo que responda efectivamente y eficientemente, ante amenazas y riesgos, Caracas debe ser entendida, gobernada, planificada y dirigida, urgentemente, como región y disponer de una autoridad político-técnica, con visión sistémica y a plazos, con todos los recursos exigidos para manejar la más estratégica zona del país.

 

 


Alejandro López / Últimas Noticias

Transcripción de Edición Impresa - 2017/05/04

Fuente: Sección Más Vida, página 4.


La explosión inflacionaria en los últimos tres años, y en particular en  los años 2015 y 2016 que han  llevado a un proceso hiperinflacionario, aunado a un esquema de control de cambio férreo que ha resultado que el valor intrínseco del bolívar se haya pulverizado, y en la desconfianza del bolívar como moneda de reserva, ahorro y patrimonio, lo que genera a su vez mayor presión sobre la moneda, creando un círculo vicioso de mayor devaluación y mayor inflación y perdida de la confianza, está afectando tremendamente al sector construcción  y de vivienda.

Sector construcción y vivienda en crisis. Otro sector que se ha visto castigado muy fuertemente con el proceso inflacionario y el control de cambio y devaluaciones del bolívar  es el de la construcción y sector vivienda. El mercado inmobiliario de Venezuela se ha desplomado en los últimos meses, con una caída superior al 30% en los precios de las propiedades en dólares y mucho más pronunciado en bolívares, en medio de una profunda depresión económica y una hiperinflación que han pulverizado el valor real de todos los activos en moneda local.  El aumento promedio del metro cuadrado ofertado en el último trimestre de 2016 fue de 88%,  si comparamos con el mismo trimestre de 2015. El incremento del metro cuadrado en bolívares  en 2016 rondo el 150%.  No obstante, los ajustes de precio del metro cuadrado no absorbieron el porcentaje de inflación, pues la inflación en el país se situó en niveles  de 450 % en 2016.

Medido en dólares perdió valor. Al precio promedio del dólar en el mercado paralelo (el único disponible) el Precio Promedio Unitario al cierre de diciembre equivalía a unos $1.048 por metro cuadrado. En octubre, los 1.422.801 bolívares que promediaba el metro cuadrado equivalían a $1.188 medidos al promedio mensual del dólar paralelo. Es decir, pese al aumento del 150% en bolívares del metro cuadrado, en realidad en el trimestre hubo una caída de 12% ($140) medida en dólares en el Precio Unitario Promedio del Área Metropolitana de Caracas.

¿Cómo la dolarización plena beneficia al sector construcción-vivienda? Una alternativa para dar solución al problema de la construcción y vivienda en Venezuela es el establecimiento de la dolarización plena. ¿Cuáles serían esos beneficios?:

La baja en los niveles de inflación permitirá la planificación y desarrollo de proyectos, ya que los efectos  perversos de la inflación y de devaluación del bolívar que inciden en los precios de materiales, insumos y maquinarias se reduce significativamente al bajar la inflación y eliminar la devaluación de la moneda para siempre.

Programación de obras y costos a corto, mediano y largo plazo y una vuelta al esquema de preventas, ya que el factor inflación tiende a bajar en el tiempo, reduciendo los riesgos de costos y de rentabilidad de proyectos.

Posibilidad de importación de materiales y equipos porque se elimina el riesgo cambiario y de disponibilidad de divisas.

Bajas tasas de interés para la obtención de créditos al constructor y a largo plazo para los compradores.

La estabilidad económica y control de la inflación que brinda un esquema de dolarización plena, beneficiara a la banca reduciendo las asimetrías que hoy se producen entre recursos captados de corto plazo a tasas de interés reales negativas (para los ahorradores), y otorgamiento de crédito a largo plazo a tasa fija con elevados niveles de inflación que se registran actualmente, que perjudican a la banca. Restableciendo el crédito hipotecario a largo plazo 20 y 30 años.

Posibilidad de desarrollar otros mercados: Colombia, Perú Aruba, Curazao por la generación de flujos y utilidad en dólares generados en Venezuela.

Posibilidad de asociación con empresas constructoras extranjeras para desarrollar proyectos en Venezuela o en el exterior.

Posibilidad de establecer la titularización de hipotecas a través del mercado de valores, aumentando la capacidad de financiamiento de la banca para construcción. El mercado de valores se potenciara y servirá de financiamiento alternativo y de inversión para los venezolanos.

Establecimiento de Fondos de Inversión Inmobiliario los cuales invertirán y financiaran proyectos de construcción en todas las áreas.

Al mejorar el poder de compra del salario real de los venezolanos, por una caída de la inflación a un dígito, los venezolanos podrán comprar inmuebles, crear patrimonio y riqueza y los inmuebles recuperaran su valor de mercado, y los patrimonios de los venezolanos comenzara a recuperarse del nivel de pobreza que ha caído la clase media venezolana.

El establecimiento de la dolarización plena en Venezuela traería muchos beneficios para el sector construcción como se puede ver, y lo más importante, que permitirá que los venezolanos puedan acceder a una vivienda, programar sus ahorros porque ya tendrán la posibilidad de ahorrar, ya que sus salarios tendrán incrementos reales anualmente por la desaparición de la inflación.  Los dueños de inmuebles verán   recupera sus patrimonios y generarse un mercado de demanda secundario que se equilibrara con la oferta.

Asesor financiero

Candidato AMDP Harvard University

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@asesorfinaciero






GUILLERMO GARCÍA N. / El Universal
Página Web - 2017/02/19
Fuente: http://www.eluniversal.com


La vivienda y el entorno siguen siendo punto de partida imprescindible para una familia sana.

Recientemente participamos en la celebración de los veinte años de la creación de SINERGIA; un emotivo acto, impregnado de lo mejor de la sociedad civil venezolana, y realmente, reiteramos nuestro convencimiento de que la suma de los distintos actores que hacen vida en una sociedad es lo que se requiere para sacar a un país adelante, sin exclusión, sin sectarismos, todos remando en una misma dirección en pro del bienestar y prosperidad de sus ciudadanos.

La Fundación Vivienda Popular ha estado formando parte, durante estos veinte años, de esta importante organización que suma actores de los derechos humanos, la salud, la educación, la religión, la cultura, el emprendimiento, los valores, el ambiente y la vivienda, entre otros, promoviendo la organización, la participación, la visibilidad, la igualdad de género y el bienestar de la sociedad.

Hoy día, en nuestro ámbito, sabemos que la vivienda y el entorno siguen siendo punto de partida imprescindible para una familia sana. Aunque como dijo Víctor Navarro de Embajadores Comunitarios  en el Acto Aniversario de SINERGIA “Nuestro entorno no determina nuestro futuro”, no es menos cierto, que un entorno sano, con áreas educativas, deportivas, culturales y recreativas, alrededor de una vivienda sana, crea el ambiente propicio para la formación de jóvenes con valores, sentido de arraigo y pertenencia, formadores de hogares sanos.

Hoy día la situación de la industria de la construcción, especialmente de la vivienda, dista mucho de ese ideal…. El sector privado ha mermado en más de 90% su producción y el Estado, solo, es poco lo que puede hacer… Los altos costos de los materiales de construcción, los constantes cambios en la política salarial y la inseguridad en las obras, hacen cada día más difícil ofrecer productos acabados que incluyan toda esa dotación que una nueva urbanización requiere para hacer una mejor vida comunitaria. Hacerlo, nos daría costos enormes, impagables por una familia venezolana. Y ni hablar de las políticas crediticias, con montos irrisorios para los actuales costos de una vivienda.

A esto le añadimos la situación precaria de los servicios básicos como agua, electricidad, vialidad. Volvemos a la necesidad de terrenos urbanizados para poder producir urbanismos de calidad, lo cual se nos está haciendo más cuesta arriba. Pero insistimos en lo mismo… Si no hay sinergia entre los distintos actores que hacen vida, tanto en el sector público como en el privado, para producir urbanismos y viviendas de calidad, es poco lo que se puede lograr.

¿Será quizá un tema sobre el cual se puede “dialogar”?, no sabemos, pero miles de familias venezolanas merecen tener acceso a urbanismos y viviendas de calidad -a pasos agigantados -, donde el entorno garantice mejores condiciones para que los hijos de esta Patria grande llamada Venezuela, crezcan en ambientes sanos, confortables y seguros.

R. Alexis Delgado

Fundación Vivienda Popular




R. Alexis Delgado / El Universal
Página Web - 2016/12/03
Fuente: http://www.eluniversal.com


Caracas y otras ciudades empiezan a padecer de osteoporosis urbana, asegura el arquitecto y urbanista Lorenzo González. Es la otra cara de la migración: las viviendas solas se multiplican y empieza a dibujarse la postal de una ciudad abandonada. La depresión actual del mercado inmobiliario y las dificultades de alquilar una vivienda bajo las condiciones que se establecen en la ley de arrendamiento agravan la situación

 

Lorenzo González, urbanista, arquitecto y profesor universitario, publicará próximamente una investigación sobre casas abandonadas en Caracas. Decidió denominarla “osteoporosis urbana” para que la gente pueda asimilar lo que ocurre partiendo de la similitud que tiene con tal enfermedad: “La estructura superficial del hueso está, pero en el interior no hay nada, está vacío. Lo mismo sucede con las casas que abandonan o están subocupadas. Es un trabajo que hemos hecho concentrado en un fenómeno que empezamos a ver en las personas que se van y en lo que dejan cuando emigran. No solo ocurre en las urbanizaciones, se ha extendido a todos los estratos de la sociedad en Caracas y en el interior”.

Explica que desde que comenzó la emigración masiva de venezolanos se evidenció aún más la ausencia de los propietarios en sus viviendas junto con el temor que les produce alquilarlas debido al sistema legal y formal de inquilinato que se estableció en el país. Señala que esto conlleva no solo a un deterioro urbanístico notable, al evitar gastos de reparaciones y mantenimiento, sino también a incumplimientos con el condominio que afectan el cuidado de las áreas comunes y las zonas de recreación.

El arquitecto y urbanista pone como ejemplo el abandono que vivieron las ciudades industriales estadounidenses con la crisis y el éxodo de sus ciudadanos en busca de mejores condiciones de vida, que dejaron decenas de miles de casas, apartamentos, tiendas, escuelas, fábricas, iglesias e instituciones abandonadas. “Hay que inventar un calcio urbano para solucionar esto. En Detroit, una de cada tres viviendas estaba desocupada, se compraron y se hicieron granjas para recuperar esos espacios y aprovechar la agricultura. En Venezuela el fenómeno existe y es grande. Hay urbanizaciones en las que más del 10% de las viviendas están en venta y la zona no es excluyente, ocurre en todo el país”. Detroit, la cuna de la industria automovilística, cayó en bancarrota en 2014 y pasó de tener 2 millones de habitantes a apenas 700.000.

Arrendar o vender no son solución. La problemática es visible y cada caso dependerá de las decisiones que tomen los propietarios de la vivienda al salir del país. Venderla podría ser la solución para una familia que emigra con la seguridad de un trabajo estable que los mantenga un período extenso fuera del país.

Carlos González Contreras, presidente de la Cámara Inmobiliaria de Venezuela, afirma que el sector se encuentra en una depresión importante debido a los desequilibrios económicos y el crecimiento de la pobreza. Mientras la oferta se mantiene con ligeras alzas, la demanda se contrae. “Cuando estos inmuebles se ven afectados por la inflación y la población se empobrece día tras día ocurre una contracción del sector completo. Si la gente no tiene para comer, menos va a pensar en comprar una vivienda. Esta contracción ha hecho que los precios de viviendas usadas de mercado secundario se retraigan incluso en bolívares. Con respecto a los venezolanos que se van al exterior, alrededor de millón y medio –según encuestas y estudios–, no todos tenían vivienda y no todos la vendieron, pero un grupo importante sí, porque necesitaba el dinero para mantenerse afuera del país. Si hacemos un cálculo conservador de que 10% de esas personas acudieron a la venta de su vivienda serían por lo menos 150.000 unidades. Esto engrosa la oferta, pero la demanda se mantiene contraria”.

González Contreras agrega que el mercado inmobiliario no ha podido ir a la par de la inflación ni del aumento del dólar paralelo. Asegura que los precios en el sector los termina colocando el comprador, pues, a pesar de que el dueño desea generar la mayor cantidad de dinero por su propiedad, sabe que no es posible y que por legislación están prohibidas las ventas en divisas.

A su vez, señala que a la emigración de venezolanos se le añade la negativa y el miedo de alquilar una casa o apartamento debido a las condiciones que se establecen en la Ley para la Regularización y Control de los Arrendamientos de Vivienda, publicada en Gaceta Oficial el 12 de noviembre de 2011. “En el censo de 2011 se registró que 600.000 domicilios estaban desocupados. Las dos variables forman un coctel peligroso que aumenta la cifra de viviendas desocupadas: la demanda no puede asimilar la cantidad de casas que entra en el mercado y se genera una contracción en los precios”.

Roberto Orta, director de la Cámara Inmobiliaria Metropolitana, concuerda en que la ley de arrendamiento dificulta la ocupación de viviendas, debido a que establece un procedimiento complicado desde el punto de vista legal y sin seguridad económica para establecer una renta justa.

De tal forma, las casas que quedan vacías corren el riesgo de ser invadidas. “En 2003 ocurrieron las primeras invasiones masivas. Fueron 80 edificios completos en total. En 2006 se sumaron 40 y muchos inmuebles individuales como galpones y terrenos. En 2010 aumentaron a 155 edificios en Caracas, principalmente en el municipio Libertador. Desde hace 3 o 4 años esto se ha mantenido relativamente estático; sin embargo, a pesar de que casi la totalidad de los propietarios que fueron invadidos denunciaron, la Fiscalía no procesó los delitos y la mayoría de estos inmuebles siguen invadidos”, denuncia Orta.

Para González Contreras es necesaria la modificación de la ley de arrendamiento, que protege principalmente a quien alquila y deja en situación vulnerable al propietario del inmueble. El valor del metro cuadrado no se actualiza desde 2012 y pocos están dispuestos a arrendar su inmueble a un precio congelado, que establece la Superintendencia de Arrendamientos: “Se igualarían las cargas de los propietarios y sería más justo el intercambio. Esto haría que los dueños de los inmuebles los ocuparan con personas que necesitan una casa, pero no tienen dinero suficiente para comprarla”.

 

 


DIANA SANJINÉS / El Nacional

Página Web - 2016/11/20

Fuente: http://www.el-nacional.com/


La migración masiva de venezolanos deja huellas; sus cascarones vacíos. Las familias se van del país sin vender la casa, bien porque la contracción del mercado inmobiliario ha hecho que escaseen los compradores o porque prefieren dejarla como una raíz segura para cuando puedan volver. Las casas abandonadas se multiplican en algunas urbanizaciones de Caracas y los vecinos, los que quedan, empiezan a lidiar con intentos de invasiones, maleza e insalubridad, un fenómeno que el arquitecto Lorenzo González llama osteoporosis urbana

No hay señales de vida. Como si fuera una alfombra, el polvo se adhiere al suelo. El reloj de la pared exhausto de tanto tic tac se congeló a las 10:00. Los muebles cubiertos por sábanas perdieron su personalidad. Los cuadros que adornan las paredes de la sala ya no crean armonía. Un débil bombillo prendido en la entrada simula la sensación de compañía. La casa inhabitada espera en el deterioro a nuevos dueños.

Hace un año Andrés Figueredo (nombre cambiado por petición de la fuente) emigró con su familia a Miami. Una decisión arriesgada, pero necesaria para encontrar calidad de vida y futuro para sus hijos. Más allá de dejar a sus amistades y seres queridos, se topó con la gran interrogante de qué hacer con su casa, aquella estructura de aproximadamente 300 metros cuadrados que cumplió su función de hogar mientras estuvieron en su tierra natal. Venderla sería la opción más apropiada, pero el proceso no sería tan sencillo como pensó.

A pesar de estar ubicada en una buena zona de la parroquia San Pedro, al este del municipio Libertador, después de casi 12 meses no ha conseguido comprador. La espera de un intercambio económico, preferiblemente en otra moneda, ha conllevado una serie de riesgos y preocupaciones. Hace cuatro meses entraron a robar, por fortuna no consiguieron objetos de valor; lo único que queda entre esas paredes son recuerdos de una familia que emigró. Las consecuencias fueron mínimas, pero el miedo de una invasión seguirá latente hasta que se encuentren nuevos dueños. Mientras tanto, un familiar que reside en Caracas visita con cierta regularidad la vivienda de los Figueredo para asegurarse de que todo esté en orden.

En esa misma calle y dentro de la urbanización, otros propietarios corren el mismo peligro. Aproximadamente 9 casas están vacías y en venta. Los precios están entre los 400.000 y 500.000 dólares. Los vecinos, los que se quedan, han asumido una doble tarea: cuidar su casa y la de al lado.

Riesgo de invasión. Para Adelicia Fajardo, vicepresidente de una asociación de vecinos del municipio Sucre, dejar en el olvido una vivienda supone un problema serio para toda la comunidad, debido a que equivale a tentar a los delincuentes. “Hablar de esto es delicado. Últimamente se han incrementado los robos en la zona y al día ocurren entre dos y tres situaciones irregulares. Los vecinos nos mantenemos alerta y hemos reaccionado rápido cuando se han presentado intentos de invasión”, afirma.

En su urbanización varias familias emigraron y dejaron sus residencias al descuido, por lo que la falta de atención es notoria. La lluvia hace su trabajo sobre la maleza que empieza a cubrir los muros de protección, algunos enmohecidos, porque no hay quien invierta sus utilidades en pintar la casa. Los vecinos, que en su mayoría se conocen desde hace más de 30 años, resguardan como agentes de seguridad sus calles, pero ciertas acciones se les escapan de las manos. Una pareja se marchó a Europa hace más de un año y en octubre entraron a robar en su domicilio dos veces seguidas. Fajardo señaló que se le informó a la familia sobre lo acontecido, que la policía investigó el caso y que a partir de esos hechos se tomaron medidas severas en la comunidad para evitar que ocurra lo mismo en otra vivienda.

“El control prevalecerá mientras se sigan las recomendaciones pertinentes: avisar a los vecinos, no dejar todas las luces prendidas, contactar a alguien para mantener las áreas verdes que sean visibles y si es posible tener a una persona de confianza que visite constantemente la propiedad”, explica la dirigente vecinal. Este es un pequeño manual de instrucciones para emigrar sin la casa.

El miedo de los miembros de la comunidad persiste por los constantes intentos de ocupación de espacios abandonados que se producen en todo el país. El domingo 6 de noviembre, en El Paraíso, Vicente Zaccaro fue testigo de cómo un grupo de personas trató de invadir la antigua sede de la Unidad Educativa Paraíso, patrimonio cultural de la Unesco. La intención del grupo, que se identificaron como miembros de la “Comunidad Socialista Villa Betel”, de El Valle, era establecer sus viviendas en la institución.

Dirigentes políticos como el diputado a la Asamblea Nacional, Richard Blanco, estuvieron en el lugar para mediar con los invasores y servir de apoyo a los residentes de la zona que protestaban. “Los vecinos estaban muy molestos. Trancaron la avenida Páez y no se querían ir hasta que sacaran a las personas del colegio. Pienso que la presión que ejercieron fue lo que hizo que los cuerpos de seguridad actuaran de inmediato y evitaran la invasión permanente”, dijo Zaccaro.

Condominios en mora. “Me voy de vacaciones” y esas vacaciones se convierten en dos o tres años. Este es el método que algunos propietarios usan para irse del país sin dejar sospecha de que su hogar quedará a la deriva. Marco Tulio Castro, miembro del consejo comunal de Los Palos Grandes, comenta que por miedo las familias prefieren reservarse el dato de que emigrarán y su vivienda quedará sin ocupantes.

“Ni los consejos comunales ni los condominios sabemos exactamente cuántas casas están en esta situación. Las familias le dejan la llave a una persona de confianza para que prenda las luces o entregan el inmueble a una agencia de bienes raíces. Los vecinos que quedamos nos organizamos a través de grupos de Whatsapp y, para no sentirnos tan vulnerables, hemos instalado cámaras de seguridad y utilizamos radios internas”.

Los inconvenientes que ocasiona una casa deshabitada en una comunidad no se limitan a la seguridad, también recaen en aspectos económicos. Elías Santana, promotor comunitario y directivo del sitio web micondominio.com, reconoce que las familias que abandonan el país y no alquilan o ceden sus viviendas por temor a perderlas generan graves problemas a las finanzas de los condominios: “Mes a mes dejan de pagar y crean una mora considerable que perturba la administración y el incumplimiento de obligaciones. A veces es difícil e incluso imposible localizar al propietario y motivarlo a ponerse al día”.

Juan García, habitante de una zona residencial en Valencia, junto con sus vecinos, atraviesa por esa situación en este momento. El edificio en el que vive tiene 11 apartamentos y en un año se fueron del país 6 familias. “Esto nos afecta directamente en el mantenimiento del edificio, porque lo poco que podemos recaudar con los que quedamos se nos va en temas de limpieza nada más. También, al haber menos familias se afecta nuestra calidad de vida como comunidad en términos de ayudas y apoyos entre vecinos”.

De los seis apartamentos que están vacíos, uno está completamente abandonado. Desde hace año y medio no tienen contacto con el propietario ni con ningún familiar. Con el resto de los vecinos que emigraron les cuesta ponerse de acuerdo para que paguen la morosidad. “Nos dicen que saben que tienen que contribuir, pero que ellas yo no viven aquí”. Y también para resolver asuntos domésticos como la obstrucción de una tubería en uno de los apartamentos vacíos. “Tardamos dos días en contactar al dueño y durante ese tiempo tuvimos que cerrar la llave del agua de todo el edificio porque se estaba botando por las escaleras”.

García señala que la única garantía que les da la ley en estos casos es que para concretar las ventas de los inmuebles los propietarios deben estar al día con el condominio, mientras tanto la morosidad sigue creciendo.

Familia ante que desconocidos. En diciembre de 2013 Helí Regalado se mudó a Vancouver, Canadá. Seis meses después, en junio de 2014, sus padres tomaron la misma decisión. Su apartamento en el municipio Chacao quedó vacío. Adaptarse a un nuevo estilo de vida fue complicado. Pasar de una ciudad tropical a una que puede llegar a dos grados centígrados fue un reto. El estudiante de Ingeniería Informática de la Universidad Católica Andrés Bello dejó la carrera a medias y se fue con la intención de construir un futuro sólido. Tres años después, es programador de videojuegos, vive alquilado en un apartamento y está haciendo una pasantía en Electronic Arts, una compañía de videojuegos estadounidense.

Su intención siempre fue formarse para regresar al país, por lo que vender el apartamento de sus padres nunca fue una opción. “Queremos conservarlo por si se presenta una emergencia y debemos ir a Venezuela, por si queremos ir de vacaciones o por si un milagro permite que las condiciones mejoren para volver y tener donde vivir”, asegura.

Durante seis meses nadie lo ocupó. Su abuela iba de vez en cuando a revisar que todo estuviera bien y si necesitaba ayuda con algo acudía a uno de los vecinos más confiables. Alquilarlo era una alternativa repleta de temor. Tener extraños en su hogar nunca fue atractivo para la familia Regalado, pero sí sintieron que lo ideal era dejar a una persona de confianza permanentemente.

Hace un año y medio uno de sus tíos tuvo problemas económicos y su rutina diaria se ahogaba en deudas. Como un intercambio de mutuo beneficio, acordaron que podría vivir en su apartamento de Chacao sin ningún problema mientras estuvieran en Canadá. Lo ayudarían a pagar el condominio o los gastos varios y él se encargaría de mantener el domicilio en buen estado.

Algunos emigrantes, como los vecinos de calles con casas abandonadas, también mantienen dos casas: en la que viven y la que dejaron.


Sigue siendo un hogar. Las dificultades económicas que gran parte de los venezolanos experimentan obligan a algunos a optar por trabajos fuera de la frontera y dejar inesperadamente su país y su vivienda. Es el caso de Ricardo Hernández, un margariteño que se aventuró con su esposa un año en Panamá para ahorrar dólares y que tuvo que dejar su apartamento solo y en silencio.

“Nos fuimos el 6 de julio de 2015 y regresamos en diciembre a pasar Navidades con la familia porque en Panamá no podíamos quedarnos como turistas por más de seis meses. El 6 de enero de este año nos volvimos a ir hasta el 20 de junio. Durante ese tiempo preferimos no decir nada en nuestro conjunto residencial para no hacer nuestra ausencia tan evidente, solo lo sabía el presidente del condominio para que nos avisara si ocurría cualquier eventualidad. Le dejamos a nuestra familia tres juegos de llaves para que pasaran una o dos veces a la semana a revisar que todo estuviese bien y para que nos ayudaran con el mantenimiento de nuestro hogar, pero el miedo de que pudiese pasar algo o de que invadieran el apartamento siempre estuvo latente, afortunadamente todo transcurrió con normalidad”.

Hernández se graduó como licenciado en Administración y trabajó nueve años en el Grupo BBVA Provincial, mientras que su esposa se desempeñó como abogada durante siete años en el Tribunal de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes del estado Nueva Esparta. En Panamá, de profesionales pasaron a ser trabajadores informales. Él como auxiliar de electricidad y cajero de estacionamiento en un centro comercial; ella como manicurista. Un sacrificio necesario para conseguir el ideal de vida que desean.

“Irnos no es lo que queremos, luego de estar un año afuera te das cuenta de que no hay lugar en el que más desees estar que en tu país, en tu casa, pero somos un matrimonio joven con aspiraciones y sueños, anhelamos una seguridad y estabilidad para poder agrandar nuestra familia en el futuro”. La pareja, aunque mantiene el deseo de quedarse en el país, planea emigrar el próximo año y solo si es muy necesario pondrán en venta el apartamento; de lo contrario, prefieren conservarlo.


Tertulia en las inmobiliarias

Aquellos emigrantes que deciden vender su propiedad deben contratar a un agente de bienes raíces que se encargue de todo el proceso. María Di Lorenzo, gerente de la agencia de Century 21 ubicada en El Paraíso, asegura que mientras exista un poder notariado que le asigne a un familiar o conocido la facultad para actuar como el vendedor las complicaciones son menores. “Si el dueño de la casa tiene todos los papeles al día y deja un apoderado, la venta es factible; el problema es que no hay liquidez, no hay dinero y encontrar al comprador puede llevar mucho tiempo”.

Di Lorenzo calcula que en lo que va de año las ventas han disminuido más de 50%. Agrega que generalmente cuando se acercaba diciembre las personas invertían y solicitaban créditos hipotecarios de hasta 75% el precio del inmueble, lo cual ayudaba mucho a concretar las ventas, pero en la actualidad los créditos que otorgan los bancos son de máximo 2 millones de bolívares, que alcanzan, apenas, para comprar una nevera.

“También ocurre este fenómeno: la gente que necesita vender con urgencia su vivienda disminuye el precio por desesperación para venderlo más rápido. Antes se aumentaba el precio a cada rato, ahora sucede lo contrario. Al mismo tiempo, la subida constante del dólar conlleva a otro problema para los que no están apurados en vender y están estables financieramente: los precios se modifican y se dificulta llegar a un acuerdo”, señala Di Lorenzo.

Diliana García, gerente en la sucursal de El Rosal de la misma inmobiliaria, comenta varias anécdotas con clientes que reflejan parte del fenómeno migratorio que vive el país. “Un chico que desde hace cinco años tiene en venta su apartamento en El Rosal no ha podido concretar la transacción porque su cédula se venció y desde el país en el que está no puede sacársela. Un propietario que vive en España dejó a su sobrino como apoderado, pero como el joven no está interesado en vender la casa que se encuentra en La Trinidad siempre pone excusas para evitar asistir a las citas con los posibles compradores. El dueño de un apartamento en El Paraíso se mudó a República Dominicana y por su trabajo viaja a zonas sin Internet, le enviamos ofertas, pero como tarda en responder se caen. Como estos tres casos hay muchos. También sucede que la mayoría de mis clientes en el exterior no dejan a una persona apoderada y este año se les ha dificultado más venir a Venezuela para vender su vivienda”.

García, al igual que Di Lorenzo, asegura que algunos dueños bajan entre 15% y 20% el precio de su inmueble para concluir la compra. Agrega que no discrimina por zonas la cantidad de casas vacías en venta, ya que en los dos municipios que cubre (Chacao y Libertador) el fenómeno se repite por igual.

 

 


DIANA SANJINÉS / El Nacional

Página Web - 2016/11/20

Fuente: http://www.el-nacional.com/