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Gobiernos no pueden ser tímidos en estimular este renglón de la economía, dicen expertos.

Greg Budworth, director de Compass House Services, reflexionó sobre el impacto de la generación de vivienda en todas las capas sociales. Su análisis lo hizo durante el IX Foro Urbano Mundial, que se celebra en Kuala Lumpur (Malasia).

El experto señaló que por cada dólar que se invierte en este concepto se generan tres dólares de incremento en el producto interno del país que lo hace, no importa si esa inversión se realiza en vivienda de interés social, prioritario o de mayor costo.

Además sostuvo que los gobiernos no pueden ser tímidos en estimular este renglón de la economía, toda vez que por cada nueva vivienda se generan varias tributaciones que al final compensan la inyección de capital previa. “Es una retribución económica infalible, un circulo virtuoso. Esto sin contar lo positivo en la calidad de vida (salud e inclusión, por ejemplo) de quienes logran acceder a una solución de este tipo”, agregó el director. “Y una sociedad balanceada y satisfecha atrae la prosperidad y el turismo”.

Jorge Wolpert, director de la Comisión Nacional de Vivienda de México, agregó que en ese mismo campo las viviendas se deben edificar de manera sostenible, tanto para los que más posibilidad económicas tienen como para los menos favorecidos. “Tal sostenibilidad se consigue con viviendas dignas, bien ubicadas, con acceso a los transportes públicos y a las infraestructuras de goce social”, destacó el mexicano.

 

Mujeres

En otro espacio del Foro participó Kathryn Travers, directora de Women in Cities, organización que busca erradicar la violencia contra mujeres y niñas en las urbes.
“Para lograr que las mujeres no seamos vulneradas hay que hacer una transformación transversal, comenzando desde la educación, en la que se deben incluir perspectivas de mujer y género, para generar la consciencia desde la niñez, la adolescencia y la adultez”, apuntó Travers. “El cambio no se hace sin la participación y el compromiso directo de hombres y mujeres”.

 

 


Bogotá / El Tiempo

Página Web - 2018/02/15

Fuente: http://www.eltiempo.com/


A propósito de su último libro "La vida de los edificios", el prestigioso arquitecto español alerta sobre el impacto y los abusos de las nuevas arquitecturas.

El maestro de arquitectos y primer ganador español del Pritzker, Rafael Moneo, presentó el lunes 5 en Madrid, de la mano del subdirector de La Vanguardia su libro "La vida de los edificios": una inmersión en la historia de la arquitectura a través de la investigación y el análisis de tres obras tan diferentes e interesantes como la Mezquita de Córdoba, la Lonja de Sevilla y El Carmen de Rodríguez-Acosta en Granada.

En el primero de los tres artículos que forman su libro, la Mezquita aparece como ejemplo de edificio que trasciende a su creador pero sin perder su identidad original. ¿Debe ser siempre así?

Algo así ocurre efectivamente en toda obra arquitectónica: es difícil que un edificio no sufra cambios, precisamente para sobrevivir. Porque, si no los acepta, se convierte en un documento falto de vida. La Mezquita es un hermoso ejemplo de cómo unas pautas arquitectónicas muy claras permiten el crecimiento de un edificio sin desvirtuarlo. En este caso, los constructores que intervinieron a posteriori entendieron muy bien cómo se podía actuar; demostraron inteligencia y generosidad.

Usted describe la lonja de Sevilla, de Juan de Herrera, como obra conceptual que relaciona la geometría con una visión cosmológica del autor. ¿Los edificios siguen expresando ideas ambiciosas o eso se va perdiendo?

Ya no se hace de modo tan claro como lo hacía Juan de Herrera. En la lonja, él consiguió expresar y materializar su idea de cómo estaba constituido el universo, el cual iba más allá de los seres vivos. Hay que recordar que en aquél tiempo (siglo XVI) se vivían los albores del pensamiento científico. Y aquella generación, con su afán de llegar al fondo de las cosas, creía rozar con la punta de los dedos los fundamentos de lo creado. Y ahí los números y la geometría pesaban mucho.

Sobre El Carmen del pintor José María Rodríguez-Acosta, sus análisis y conjeturas de la autoría a partir de los elementos constructivas parecen detectivescos. ¿Los edificios identifican claramente a sus arquitectos?

En este Carmen se ve la biografía del autor; su tiempo, sus afanes estéticos y su visión de la historia. Con medios a su alcance, él fue capaz de recrear junto a la Alhambra los elementos grecorromanos que veía en la cultura en ese momento. Pero quiero subrayar lo diferentes que son los edificios analizados en el libro. La mezquita muestra cómo la arquitectura puede expresar un modo de ver el mundo sin exhibición de la autoría. Y aunque curiosamente, eso es también lo que pretendía Herrera, él no lo hizo ni pudo hacerlo porque su edificio es extraordinariamente personal y sólo bajo esa clave puede explicarse. Pero él no quería caer en un individualismo salvaje, pues creía que lo que hacía quedaba por encima de él, pero de hecho la lonja es una obra muy suya. No como el carmen, que es muy culturalista.

La arquitectura hoy sí parece completamente de autor. ¿No sucumben algunos arquitectos a la tentación del protagonismo?

Claro que sucumbimos. Hoy es difícil no pensar en la arquitectura en términos estrictamente personales. Porque nuestra cultura parece que reclama al arquitecto esa expresión personal. El nuestro ha dejado de ser un lenguaje o un modo de saber compartido para refugiarse en lo que hacen los individuos. Por eso las grandes firmas están tan sustentadas por arquitectos concretos que así explotan esa demanda de sello personal.

¿Entonces hay un abuso de la firma y, como denuncia una parte de la profesión, de la arquitectura de impacto?

Seguramente. Por un lado, la arquitectura no juega hoy el papel que jugó en el pasado en tanto que expresión de la cultura y la sociedad de cada momento. Es decir, la sociedad hace menos uso de la arquitectura para representarse y mirarse al espejo; aunque parezca paradójico, está hoy menos asociada al poder. En cuanto al impacto, sí que se ha abusado. Tal vez ahora ya se esté intentando pensar en una arquitectura menos ligada a lo espectacular, pero todavía sigue muy vigente. En todo caso, tendríamos que esforzarnos más en lo habitacional. Ahora, es Lejano Oriente donde más se exploran nuevas formas de lo que puede ser vivienda colectiva masiva.

Pero es que aquí hemos explotado la construcción a tope, y, al estallar la burbuja, muchos jóvenes arquitectos han emigrado. ¿No es esa fuga una gran pérdida?

Hace 40 años, trabajar fuera halagaba la vanidad de los arquitectos. Hoy día, nuestros profesionales salen fuera en unas condiciones no siempre favorables. Pero la buena formación que han tenido les ha abierto puertas, y esa experiencia no es mala, sino enriquecedora. Son generaciones que se ha encontrado con una situación mucho más dura que las anteriores. Pero antes de morir Franco padecíamos un gran complejo de inferioridad, mientras que las nuevas generaciones de ya no se presentan fuera con vergüenza; no sufren eso sino otro tipo de limitaciones: sobre todo la de vivir en un país que no les ofrece un campo de trabajo suficiente.

Pero, con complejo o no, en los años sesenta y setenta los arquitectos eran unos príncipes. Y ahora...

La crisis ha cambiado la percepción de la profesión. El acceso a trabajos atractivos es más difícil. La profesión es menos unívoca; hay que ser arquitecto de distintas maneras y en diversas modalidades. Hay que saber elegir e incluso inventar el propio camino para conjugar las ambiciones intelectuales con lo que exige el mercado. Las reglas del juego han cambiado, y pasan por trabajar en esas instituciones que son los grandes estudios. Los más grandes tienen más de quinientas personas. A mí me asusta esta enorme institucionalización a través de los grandes estudios.

 

 


Fernando García / Clarín

Página Web - 2018/02/08

Fuente: https://www.clarin.com/


Urgen soluciones técnicas y gerenciales que logren un producto urbano híbrido, dotando a las áreas informales existentes y por venir, de aquellas condiciones que no pueden obtener por sí mismas.

La mayoría de las ciudades del mundo en desarrollo presentan dos realidades urbanas: la formal y la informal, dos maneras de hacer ciudad. Ambas formas urbanas interactúan y se complementan. La primera suele ser, en teoría, planificada, diseñada y gestionada; la segunda es producto de la autoconstrucción, de la necesidad, del esfuerzo comunitario y de la incapacidad de los gobiernos de dar repuesta efectiva a la realidad social.

La ciudad informal frecuentemente carece de espacios públicos, infraestructura y equipamientos, se sitúa en la periferia y en sitios de difícil acceso, muchas veces en áreas de alto riesgo. Los planes urbanísticos “formales”, transforman el suelo rural en suelo urbano, otorgándoles valor inmobiliario.

La población de menores recursos, sin empleo fijo, ni ahorros, no tiene acceso a ese mercado inmobiliario, luego no tiene otra opción que ocupar terrenos catalogados como “no urbanizables”, comenzar a edificar y mejorar poco a poco su vivienda. En numerosos países en vías  de desarrollo, estos asentamientos informales son aún considerados como ilegales, fuera de la norma; y sólo cuando existe fuerte presión política, se les presta atención, intentando atender sus deficiencias.

Pocos ejemplos, como los programas de mejoramiento de áreas informales adelantados en Medellín, otrora la ciudad más peligrosa del mundo, demuestran los grandes beneficios para estas comunidades, y para las urbes en su conjunto, como resultado de acometer planes integrales de habilitación de barrios informales enmarcados en visiones holísticas de mejoramiento para toda la ciudad.

Estas  actuaciones son muy laboriosas, una suerte de “cirugía urbana”, requieren de fuerte compromiso político, alto nivel técnico-gerencial y de trabajo mancomunado con la comunidad. La politiquería barata no tiene la capacidad de ofrecer estas respuestas; ello explica por qué el caso Medellín sigue siendo un caso excepcional (con pocas excepciones) no haya sido emulado en  las ciudades de América  Latina,  África, el Oriente Medio y en el Sur-Este Asiático.

Pero ¿qué sucede cuando la informalidad pasa a ser la norma, cuando el  mayor porcentaje de la población urbana en muchos países ya esta constituida por asentamientos auto-construidos?  Y que sucederá, si como han pronosticados todas las agencias internacionales, en solo 25 años, la población mundial que vivirá en nuevos asentamientos informales se duplicará, es decir dos mil millones de habitantes vivirán en barrios informales que hoy no existen.

La falta de atención, de compromiso político y de formas novedosas para actuar sobre las áreas informales existentes, y para guiar de manera proactiva el surgimiento de los nuevos barrios como componentes fundamentales y mayoritarias de las urbes, tendrá graves consecuencias sociales, económicas, ambientales y de gobernabilidad. Que quede claro, la informalidad ya es y será la norma.

Se requiere sin demora de soluciones técnicas y gerenciales que logren un producto urbano híbrido, dotando a las áreas informales existentes y por venir, de aquellas condiciones que no pueden obtener por si mismas. La vivienda se cuida sola, las comunidades saben cómo iniciar su construcción, ampliarla y mejorarla; lo que no pueden hacer sin apoyo es dotarse de terrenos aptos, resguardar las áreas no aptas de ser ocupadas por su valor ambiental o riesgos o para incorporar los sistemas de infraestructura, espacios públicos, equipamientos, áreas para generación de empleo, y gestionar eficientemente esos conjuntos urbanos, etc., especialmente cuando estos son de gran tamaño. Éstas son acciones que requieren de la participación proactiva de un sector público eficiente, técnicamente calificado y no-corrupto. No hay tiempo que perder, tenemos que actuar de inmediato. Sobre todo en países como Venezuela, en donde la informalidad es ya la norma.

Recomendaciones en materia de planificación, diseño y gestión se encuentran en mis publicaciones: Planning and Design for Future Informal Settlements: Shaping the Self-Constructed City. Routedge 2014, Reino Unido; y Diseño de Nuevos Asentamientos Informales URBAM-EAFIT de Medellín / Universidad de La Salle, Bogotá, Colombia, 2016. También sugiero ver el video: https://www.youtube.com/watch?v=9En3Ig1uSOc elaborado por el CINVIT de la Universidad de Valparaíso, Chile, con la participación del Arq. Lautaro Ojeda, Director de ese Instituto, y del Arq. Alejandro Echeverri, Director de URBAM-EAFIT.

 

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DAVID GOUVERNEUR / El Universal

Página Web - 2018/01/27

Fuente: http://www.eluniversal.com/


Eduardo Moreno, director de investigación y desarrollo de capacidades de ONU-Habitat, insiste en que hay que buscar una solución a la desigualdad en las grandes urbes del planeta

 

Sorprende escuchar a un técnico de Naciones Unidas hablar tan claro sobre corrupción e intereses inmobiliarios que compran a autoridades, prevalencia de lo privado sobre lo público a la hora de diseñar ciudades y desigualdad. Eduardo Moreno (Guadalajara, México, 1956), director de Investigación y Desarrollo de Capacidades de ONU-Habitat, narra cómo deberían articularse las grandes urbes del planeta para que la vida fuese más digna.

Pregunta. ¿Qué dice ONU-Habitat con respecto al derecho a la vivienda?

Respuesta. Nosotros mantenemos que debemos respetar el derecho a la vivienda de una forma enfática y clara. Formalmente muchos países lo asumen así, pero sus habitantes viven en zonas inhabitables en términos de distancia, contaminación, seguridad o acceso a bienes y servicios. Por eso, además hablamos de que esas viviendas además de ser accesibles económicamente, deben serlo en cuanto a su localización. Deben también contar con un acondicionamiento climático digno. Uno de los grandes problemas ha sido que muchas ciudades, con la idea de llevar vivienda a sus habitantes, construyeron viviendas en zonas no accesibles con el argumento de que eran baratas. Violentaban así la accesibilidad en miras de hacer negocio. Y eso es un disparate: socialmente y desde un punto de vista de la sostenibilidad.

P. Ustedes hablan de urbanismo sostenible. Explíquese.

R. La ciudad es la fuente de la sostenibilidad, siempre que esté bien planificada y sea compacta. La lógica de un mundo sostenible es utilizar menos energía y que las infraestructuras cuesten menos. No es necesario que las ciudades se expandan como lo han hecho. Si miramos a Europa, muchas de sus urbes han crecido físicamente, mientras que han decrecido demográficamente. Y eso es insostenible e implica mayor desigualdad. Cuando las ciudades no se planifican, el crecimiento lo lideran los agentes privados guiados por sus propios intereses. Por ejemplo, en los últimos 20 años el cambio de estatuto de rural a urbano se ha hecho de una forma muy oscura, y ahí están implicadas lógicamente las autoridades. Las ciudades crearon ciudades de periferia absolutamente insostenibles. Lo dicen los datos: si una ciudad crece en 20 kilómetros, se incrementa en un 10% el costo del transporte. Y sus habitantes pasarán de consumir 40 minutos en desplazamientos a una hora y veinte.

P. Pero entonces, ¿quién planifica las ciudades?

R. En más de un 60% lo han hecho principalmente los promotores inmobiliarios. Y no siempre se construían en los lugares adecuados. Muchas veces los desarrollos se hacían en cauces de agua, en zonas no urbanizables, en terrenos con subsuelos con problemas… No importaba: el argumento era vivienda barata. La sostenibilidad no es un accidente. Requiere de un Estado fuerte y las instituciones locales y los Gobiernos se han debilitado.

P. ¿Cómo es la ciudad ideal?

R. Además de sostenible, hay que evitar que determinadas áreas se conviertan en guetos. La ciudad óptima debe buscar una mezcla de sus usos sociales y económicos. Y por supuesto, los ricos no deben vivir apartados: ciertas formas de pobreza y riqueza deben convivir. En Singapur, por ejemplo, se obliga a los promotores inmobiliarios a que si construyen 100 viviendas, 30 sean para pobres, 40 para una clase media y 30 para otra más adinerada. Hay que corregir la funcionalidad de las ciudades divididas en industria, vivienda y servicios y comercio. Las ciudades deben tener economías de aglomeración. Es sencillo: si creas zonas exclusivas de viviendas, aumentas la necesidad de transporte en zonas que no hay trabajo. Y con el comercio ocurre algo similar: hay que apostar por el de proximidad. Los grandes centros comerciales nos llevan de nuevo a más consumo energético y a perder más tiempo en desplazamientos.

P. ¿No sería más lógico hablar de autoridades y ciudadanos inteligentes, en vez de ciudades?

R. La noción de ciudades inteligentes ha trastocado la idea de la tecnología, que debe ser un medio y no un fin. La innovación debe ser sinónimo de desarrollo y no está siendo así en muchos lugares. Porque, ¿son inteligentes unas urbes donde el 75% de sus habitantes viven en condiciones tremendamente desiguales? ¿Cómo podemos tolerar que se dé una mayor desigualdad entre los habitantes de ciudades que han crecido económicamente hasta siete y ocho veces? ¿Dónde está la inteligencia que decide ciudades más ricas y ciudadanos más pobres? Necesitamos articular políticas de lucha contra la desigualdad en las que se piense que el Estado central no es el único responsable. También lo son las autoridades locales y provinciales. La historia, geografía, instituciones y política local juegan un papel importante en el desarrollo. Deben crear un marco de actuación que tiene que ver con la provisión de bienes públicos, con el respeto local del empleo, con evitar que los habitantes se vayan a vivir tan lejos y en condiciones inhóspitas... En América Latina, por ejemplo, hemos visto que en los últimos diez años, el 25% de las ciudades crecieron de una forma más igualitaria.

P. ¿A qué ciudades se refiere y cuáles han sido sus prácticas de éxito?

R. Si bien América Latina ha sido una región de grandes desigualdades, en los últimos 15 años se observa una tendencia general de mejoría. Ciudades en Uruguay, Perú, Paraguay y Nicaragua fueron las más exitosas reduciendo desigualdades. Otras colombianas se destacaron en innovación y provisión de bienes públicos, como lo hicieron ciudades en Sri Lanka, Ruanda y Filipinas en otros continentes.

P. ¿Cómo ven desde ONU-Habitat el futuro de las grandes urbes latinoamericanas en las próximas décadas: Ciudad de México, São Paulo, Buenos Aires, Bogotá, Rio de Janeiro…?

R. El futuro de las grandes urbes está vinculado al tratamiento que se le dé a las pequeñas y medianas ciudades. Para que estas urbes sean exitosas es necesario repensar el sistema nacional de ciudades para darle a cada una, pequeña, pobre o alejada, un papel en el concierto nacional. Se debe repensar la geografía nacional y darle más importancia a la planificación regional. Solo así se pueden atajar problemas territoriales asociados a la desigualdad y la concentración de riqueza. Una revalorización de las ventajas comparativas de cada ciudad es necesaria y eso implica un esquema diferente de inversiones y provisión de infraestructura, bienes y servicios. Una política nacional urbana es crucial en este sentido.

P. ¿Cómo resolver el binomio seguridad y libertad en las ciudades?

R. Habría tres grandes inseguridades a las que se enfrentan las ciudades: una global, que tiene que ver con los problemas asociados al terrorismo internacional; la de la criminalidad de las grandes mafias; y el crimen a menor escala, homicidios, robos y otro tipo de violencias, muy ligado a unas políticas municipales. Pero, a pesar de lo muy distante que pueda parecer la política local y los problemas de terrorismo global, las ciudades pueden hacer mucho por el primero. Desde lo local y la comunidad se pueden identificar y detectar problemas potenciales de desarraigo y violencia. Lo estamos viendo en Europa. Funcionan las ciudades que saben articular gobiernos locales, centrales y regionales. En temas de seguridad, muchas ciudades colombianas han sabido hacerlo. Pero para eso, hace falta un nuevo pacto social que entienda que hay que hacer puentes entre partidos y autoridades para trabajar de forma conjunta.

P. ¿Qué me dice del binomio mujeres y ciudad?

R. Que es una variable fundamental y que hace falta que los Estados y municipios entiendan la noción de género e igualdad. Las ciudades deben contar con una perspectiva de género para que todo lo que pueden ofrecer se pueda gozar en igualdad de condiciones si eres hombre o mujer. Hay que pensar en temas de accesibilidad, control, seguridad y oportunidades. Hay que pensar en ciudades con diseños urbanos que consideren las necesidades específicas de las mujeres en relación con el transporte público, los espacios abiertos, las áreas de empleo.

P. ¿Las ciudades deberían ser feministas?

R. Sí, claro. Deben ser sensitivas e integradoras de las necesidades, preocupaciones y sueños de las mujeres.

P. ¿Y dónde debe estar el ciudadano en los tiempos de una democracia 2.0?

R. Diseñando sus propias soluciones, midiendo y pidiendo rendición de cuentas. La opinión de los ciudadanos debe contribuir a la toma de decisiones para que las ciudades sean de ellos. La lucha por lo público, así como la noción de provisión de bienes públicos, bienestar colectivo e identidad social compete al ciudadano.

 

 

 


 

Lula Gómez / El País

Página Web - 2018/01/24

Fuente: https://elpais.com/


Stefano Boeri lanzó campaña para que las ciudades conviertan sus edificios en bosques verticales.

 

El arquitecto italiano Stefano Boeri lanzó una campaña internacional a favor de las urbes verdes, que transforme los tejados en jardines, convierta los patios en oasis de plantas y los muros, en bosques verticales.

El célebre arquitecto llamó a aplicar su visión de ciudad ecológica antes de la celebración de primer Foro Mundial de Bosques Urbanos, programado para noviembre del 2018 en Mantua (norte de Italia).

“Nosotros, los diseñadores del primer bosque vertical en Milán, invitamos a arquitectos, agrónomos, paisajistas e investigadores a tener en cuenta que en el año 2030, el 60 por ciento de la población mundial vivirá en ciudades”, dijo Boeri, de 61 años, en el lanzamiento de la campaña.

“Hoy en día las ciudades consumen el 75 por ciento de los recursos naturales y son responsables de más del 70 por ciento de las emisiones globales de CO2”, advirtió el urbanista, conocido por su proyecto ‘Bosco Verticale’, desarrollado en dos torres de 80 y 112 metros de Milán (norte de Italia) y que albergan 20.000 plantas y árboles.

Inaugurado en 2014, ese conjunto arquitectónico, concebido con la ayuda de horticultores y botánicos, ha sido replicado en todo el mundo, desde Holanda hasta China.

El arquitecto reveló en un libro “todos los secretos” de su concepto, y decidió no patentarlo para que pueda reproducirse a lo ancho y largo del planeta y las ciudades se vuelvan a poblar de flora y fauna.

Stefano Boeri les viene pidiendo a los operadores de bienes raíces, organizaciones internacionales, universidades y ONG que promuevan la creación de jardines urbanos y bosques verticales en todas partes, y que planten árboles en las ciudades para la formación de un ecosistema urbano que produzca oxígeno y proteja a la gente de la contaminación y el ruido.

“Si queremos revertir el cambio climático, garantizar la supervivencia de algunas especies y que nuestras ciudades sean más verdes, saludables y agradables para la gente, hay que convertir en prioridad la reforestación urbana”, dijo Boeri,

Para este arquitecto, las ciudades, que son en gran parte responsables de los problemas del cambio climático, tienen la oportunidad de convertirse en parte integral de la solución, al aumentar el número de bosques y árboles, que absorben anualmente casi el 40 por ciento de las emisiones de combustibles fósiles.

Las ciudades pueden “combatir al enemigo” en su propio terreno, utilizando el CO2 como fertilizante, ha dicho el arquitecto.

Y sus edificios verdes no solo aumentan el oxígeno y depuran el aire de CO2 sino que aumentan y protegen la biodiversidad. “Las ciudades son un contexto para la vida de diferentes especies, no somos los señores de todo. Creo que deberíamos trabajar en cómo imaginar una mejor convivencia con otras especies”, manifestó Boeri en una entrevista con una cadena de televisión de China.

Por eso, remata, es clave que “empecemos a pensar en edificios que no están revestidos de minerales, sino cubiertos por vida”.

Su próxima obra, en París

La próxima torre de bosque del arquitecto estará ubicada en Francia y se llamará ‘Forêt Blanche’: una torre de uso mixto de 54 metros de altura ubicada dentro de la región metropolitana de París, en Villiers-sur-Marne. ‘Forêt Blanche’ estará cubierto por 2.000 árboles y plantas, una superficie verde equivalente a una hectárea de bosque o más de 10 veces el tamaño del lote en el que se encuentra el edificio, que albergará apartamentos y oficinas.

Pero, indudablemente, su obra más ambiciosa hasta ahora es la que asesora en China, y que consiste en una ciudad-bosque completa. Se llama ‘Liuzhou Forest City’, queda en la zona montañosa de Guangxi, situada en la parte meridional de China, y cubrirá un área de 175 hectáreas a lo largo del río Liujiang. Todas las construcciones estarán enteramente cubiertas por plantas y árboles, y allí vivirán unas 30.000 personas.

Según la oficina del arquitecto, ‘Liuzhou Forest City’ estará cubierta por casi un millón de plantas de más de cien especies distintas y 40.000 árboles que absorberán casi 10.000 toneladas de dióxido de carbono (CO2), así como 57 toneladas de partículas contaminantes por año y producirá aproximadamente 900 toneladas anuales de oxígeno, una vez terminada.

La obra de Boeri ha recibido múltiples reconocimientos internacionales. En 2015, su torre de Milán como el “rascacielos más bonito e innovador del mundo”, según el Council on Tall Buildings and Urban Habitat. Y en 2014, el arquitecto ganó el Premio Internacional Highrise por su ‘Bosco Verticale’. “Es una idea radical y atrevida para las ciudades del futuro, y sin duda representa un modelo para el desarrollo de las zonas urbanas densamente pobladas”, subrayó el jurado al anunciar el premio.

 

 


Redacción Domingo - Con información de AFP y otras fuentes / El Tiempo

Página Web - 2017/12/17

Fuente: http://www.eltiempo.com/