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Terremotos y barrios

El arquitecto Victor Artís advierte que "en el ámbito de la capital están bien identificadas otras fallas que afectan cerros y colinas, en gran parte ocupadas con viviendas vulnerables donde habita la mitad o más de la población". 

Los movimientos sísmicos son desplazamientos entre secciones de la corteza terrestre que cuando son leves y frecuentes, son calificados como ajustes de poco efecto, pero su interrupción indica la acumulación de fuerzas capaces de generar desplazamientos bruscos a lo largo de los linderos entre capas diferentes.  Estos son las fallas, bien conocidas en todo el país y frecuentes al norte del Orinoco, por lo que debería ser fácil situar sobre sitios seguros tanto las nuevas áreas a poblar como aquellas que convenga desplazar por su vulnerabilidad.

La falla del Pilar, situada a lo largo de la costa, ha causado terremotos en varias ciudades, Cariaco entre ellas y en Caracas existe la falla del Ávila que se prolonga al litoral por la Quebrada Tacagua y causó el colapso del primer viaducto de la Autopista..

En el ámbito de la capital están bien identificadas otras fallas que afectan cerros y colinas, en gran parte ocupadas con viviendas vulnerables donde habita la mitad o más de la población.  Por haber transcurrido cincuenta años desde el terremoto de 1967 es posible que sean menos los que faltan para un evento similar, certeza que debería incitar a  tomar previsiones para atender emergencias causadas por sismos de gran magnitud, especialmente en los barrios marginales, llamados así porque la mayoría son periféricos y porque sus edificaciones están al margen de las normas de construcción.

Sin embargo, las barriadas son elementos valiosos en la economía urbana por ser posible iniciar en ellas  actividades rentables sin pasar por el vía crucis de la permiseria; allí hay tiendas y talleres de todo tipo como carpinterías, herrerías, reparación de equipos domésticos y de vehículos y   también son incubadoras de negocios gastronómicos y de alojamientos.  En ellas no es posible obtener permisos para construir ni créditos por carencia de propiedad sobre la tierra y en consecuencia toda actividad económica visible es un uso no conforme que paga impuestos a pesar de la falta de inversión pública en su entorno.  Voraz hipocresía institucional que amerita corrección.

Lo anterior contrasta con la ciudad formal donde se debe obtener permiso para todo por no estar previsto el inicio modesto o artesanal de comercios o industrias en las ordenanzas de zonificación, reglamentaciones estáticas contraindicadas para el dinámico crecimiento de las ciudades pues solo procuran conservar lo existente.  Asombra que al pasar de un país rural a uno donde el noventa por ciento de la población es urbana, los planificadores urbanos haya actuado como espectadores, auto limitados a legalizar hechos cumplidos y a plantear previsiones en base al crecimiento demográfico, no a partir del potencial para generar prosperidad y empleo, como ocurrió al planificar Ciudad Guayana.

La oferta de viviendas en alquiler es una actividad presente en las barriadas porque allí no rige la legislación concebida creyendo que con criminalizar al propietario se favorece al inquilino.  Un resultado ha sido que este necesario mercado solo perdure en los barrios porque allí el precio lo determina el mercado, los convenios se cumplen y la burocracia restrictiva es ignorada.  Otro es la mejora y ampliación de los ranchos iniciales para disponer de habitaciones o apartamentos alquilables que aseguren el sustento familiar.

El valioso rol de los barrios como incubadores de oportunidades para prosperar y como lugares donde es factible encontrar viviendas para estadías temporales, debería  incitar a tomar previsiones ante la posibilidad de eventos naturales catastróficos como terremotos, deslaves, derrumbes u otras contingencias.  Esas previsiones también serían una oportunidad para subsanar las inmensas deficiencias en accesibilidad, servicios y equipamientos y para controlar la inseguridad, con un programa de acción que no debe confundirse con el desalojo de vecindarios con personas y vínculos sociales valiosos.

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VICTOR ARTÍS / El Universal

Página Web - 2017/05/27

Fuente: http://www.eluniversal.com/