La Gran Misión Vivienda Venezuela es otro sueño, convertido en pesadilla
Resolver el problema habitacional de buena parte de los venezolanos, no significa solamente construir unidades de vivienda. Vivienda es también hábitat; es mejorar las condiciones de la población a través de la construcción de infraestructura, servicios, equipamientos y espacios públicos; es mejorar la accesibilidad. Comprende principalmente "hacer ciudad".
Por ello, podemos decir que la Gran Misión Vivienda Venezuela, es una oportunidad perdida. No ha servido para mejorar la calidad urbanística de las ciudades. Al contrario, las ha deteriorado buena parte de las áreas intervenidas. Ha sobrecargado los servicios de la ciudad existente. En Caracas, Santa Rosa, San Agustín, Ciudad Tiuna y los desarrollos de la Avenida Libertador, son ejemplos de ello. Además ha entregado unidades carentes de una mínima dotación. Hemos leído sobre nuevos desarrollos que se alimentan con cisternas.
Ha ignorado la legislación urbanística vigente. Para su construcción, no se han hecho las consultas que son obligatorias para el privado, sobre variables urbanas fundamentales definidas en planes y ordenanzas. Ha violado también, la legislación ambiental. No se conocen estudios de impacto ambiental para los desarrollos ejecutados. Ciudad Caribia y Ciudad Belén son ejemplo de ello. Y han construido sobre terrenos no aptos. El colapso de algunas de las unidades construidas en el Morro de Petare, así lo demuestra.
Ha desconocido la normativa técnica en materia sanitaria y sismo-resistente, entre otras, cuando implanta proyectos realizados en el exterior, que no consideran las características particulares de la geografía. Es el caso de los desarrollos construidos por empresas iraníes que se repiten en Maturín, Araure, San Juan y Calabozo. Se estiran y se encogen como si fueran de goma.
Ha fallado en su ejecución por falta de transparencia en cuanto al número de unidades construidas, características de los contratos, definición de costos reales, asignación y selección de los beneficiarios. Es evidente el descenso en la ejecución de unidades que se observa en los últimos meses, y que sigue en picada por la falta de insumos entre otras causas. Asimismo, el tope de Bs 360.000 para la construcción pública resulta un chiste, similar al techo de Bs. 500.000 establecido para los promotores inmobiliarios, ante los 122.000 dólares reconocidos a bielorrusos y chinos por unidad.
Los beneficiarios por su parte, no reciben la propiedad de la vivienda; solo una autorización de ocupación.
Ha desplazado a las empresas de construcción así como a la mano de obra venezolana, para favorecer la contratación de empresas y mano de obra extranjera, lo cual en tiempos de penuria económica y desempleo, resulta criminal.
La GMVV ha sido más bien una respuesta electoral para mantener la ilusión de un grupo de venezolanos que aspiran tener una vivienda propia. Es otro sueño vendido por el Presidente Chávez.
GRACIELA FLORES / El Universal
Página Web - 2014/04/05
Fuente: http://www.eluniversal.com