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Entorno Urbano: Destruir no

Negar el pasado no lo hace desaparecer. Alguien lo recordará –de primera, segunda o tercera mano– su influencia se hará presente de una u otra manera

 

La destrucción no es la salida. Redefinir, recuperar, remodelar, reutilizar, reparar, reconstruir, renovar, reformar… con ampliaciones, mejoras, cambios, nuevos enfoques, nuevos atributos, pero reconociendo que hubo un antes, que en su momento llenó un espacio, cumplió una función y respetando –en la medida de lo posible– lo existente.

 

La idea de partir de una ‘tabula rasa’ de erradicar y comenzar de cero es una aproximación radical al mejoramiento de cualquier cosa. Radical y errónea. Todo lo urbano fue precedido de algo –natural o edificado– y ese algo es parte de lo que el entorno urbano ahora es. Por lo tanto, es enriquecedor reconocerlo, considerar su existencia como un basamento –real o figurativo– y aún cuando se cambie por completo, cuando prácticamente se deje atrás, el reconocerlo como parte de la historia nos da información sobre hechos pasados, sobre eventos que tuvieron influencia en su momento y todavía pueden tenerla en el presente.

 

Reconocer la historia del lugar –y hacerlo de manera respetuosa– nos permite entenderlo mejor, nos permite aprender del sitio y de la gente que lo habitó y lo habita, nos permite hacer intervenciones que resultan generalmente más eficientes y sólidas… mejores.

 

Intervienes un lugar, preservas un detalle –mayor o menor– haces una referencia informada y veraz sobre lo que hubo, lo que fue, respetas los hechos ocurridos, respetas los recuerdos de quienes pudieran tenerlos, edificas sobre ellos sin ocultarlos, sumas, y aumentas la posibilidad que el nuevo proyecto tenga éxito, sea reconocido y respetado a su vez.

 

¿Un intento de sostenibilidad urbana? Sí, preservar estructuras en parte es eso y por otra parte es mucho más, es el reconocimiento del valor de la historia en la vida de las ciudades y sus pobladores. Es civilidad.

 

Negar el pasado no lo hace desaparecer. Alguien lo recordará –de primera, segunda o tercera mano– su influencia se hará presente de una u otra manera. Trabajar a partir de lo que existe y existió, aprovecharlo aún cuando hagamos transformaciones profundas, refleja aprendizaje, comprensión –o el intento de hacerlo– de lo que fue y eso eventualmente nos da la oportunidad de no repetir errores, de retomar aciertos, de construir, hacer caminos, tejer entre tiempos y espacios, no producir manchas aisladas física o históricamente.

 

Destruir no es la mejor forma de salir ni entrar, construir respetuosamente sí.

 

Vale para las intervenciones urbanas a cualquier escala, vale para el país que seremos.

 

 


MARÍA EUGENIA CLAVIER / El Universal

Página Web - 2020/02/08

Fuente: http://www.eluniversal.com/