La cultura, la geografía, el clima, son algunos determinantes en cómo se entienden y se manifiestan las ciudades para atender las necesidades de sus habitantes.
Caminar hace posible apropiarse e identificarse con un lugar. Te genera historias personales y se convierte en el acto urbano por excelencia.
Todas nuestras ciudades y sus políticas urbanas de movilidad deberían actualmente, garantizar la satisfacción de las necesidades de la población, ajustando sus transformaciones para proveer accesibilidad de manera sustentable.
¿Qué quiere decir eso? Que deberíamos poder vivir, trabajar, educar y disfrutar; en zonas compactas, donde se permita atender todas las necesidades primarias de una familia en el mismo sector de residencia.
¿Qué lograríamos con esto? Mayor calidad de vida, menos agotamiento físico y mental, utilizar los recursos humanos y físicos de manera eficaz, mejorar los sistemas de conectividad y transporte. Y la gran posibilidad de promover la movilidad peatonal, el uso de bicicletas, o siendo más ambiciosos disminuir la dependencia de un carro particular para hacer traslados que colapsan las ciudades, consumen gran parte de nuestro tiempo productivo y contaminan el planeta.
¿Cómo logramos obtener algo que parece utópico? Pues con la famosa fórmula de diseño urbano que hemos visto en experiencias demostradas como exitosas, y que se resume en la mezcla de usos.
Concentrar sectores solo de residencia deja ese sector de ciudad inactivo durante el día y se colapsa en las horas de salir en la mañana y regresar por la tarde. Mientras que las zonas industriales o de negocios exclusivas, quedan sin vida al pasar el horario laboral. Si permitimos en una manzana residencial, que la primera planta tenga uso comercial, educativo, de oficinas, etc. y en la parte superior la vivienda, este sector de ciudad se mantendrá activo día y noche. Y suplirá las necesidades básicas de quienes habitan allí.
Se debe tomar en cuenta las grandes diferencias que existe en la movilidad según algunas civilizaciones y países. La cultura, la geografía, el clima, son algunos determinantes en cómo se entienden y se manifiestan las ciudades para atender las necesidades de sus habitantes.
Lo que pareciera un privilegio en muchas, se da de manera orgánica y natural en otras. Es como mantenerse ciegos a los avances y mejoras urbanas exitosas que se han logrado en muchas ciudades del mundo a pequeña o gran escala.
El clima puede ser determinante, por ejemplo, en los lugares fríos, la ciudad se transforma al asomarse un rayito de sol, así sea por 15 minutos se meten a nadar en el río, o se reúnen para un picnic. Mientras hay ciudades donde el calor y la humedad durante el día, hace que los espacios urbanos se activen luego de la puesta del sol, lo que cambia por completo la dinámica de cómo se vive y entiende una urbe. En nuestro caso que tenemos un clima envidiable nos falta seguridad, porque la necesidad de caminar la ciudad nos ha tocado por deseo u obligación.
ANA C. AROCHA / El Universal
Página Web - 2019/11/16
Fuente: http://www.eluniversal.com/