La población aglomerada en ciudades dispone de mejor información y de más oportunidades para ampliar el conocimiento, ejercer los derechos y acatar los deberes.
En marzo pasado referí que desde mediados del siglo pasado Venezuela va dejando de ser un país rural y concentra un noventa por ciento de la población en un conjunto de ciudades grandes y de regiones metropolitanas constituidas por una ciudad núcleo con poblados satélites complementarios, además de unidades cercanas para producción intensiva de alimentos, modalidad que contribuye al desplazamiento del campesinado rural y sustituye a la cultura de conuco. Es una etapa más en la evolución de la humanidad, presente en todo el planeta, que corresponde reconocer y conducir porque ignorarlo, equivale a nadar contra la corriente. Este proceso fue descrito en 1965 por la revista Scientific American en su edición dedicada a las ciudades con artículos de muy reconocidos expertos, entre ellos el de Benjamín Chinitz sobre Regiones Metropolitanas, quien tomó a Nueva York como ejemplo.
Venezuela, al igual que otros países, cuenta con una profusión de poblaciones separadas antes del siglo XX, por el recorrido diario posible cuando la movilidad dependía del transporte en mulas. Hoy, por disponer de transporte por carreteras y autopistas, cabe preguntar si esa estructura urbana heredada, es acertada y si coincide con los cambios que se perciben. Al respecto cabe notar que sobre unas diez ciudades ya gravita al menos la mitad de la población total del país, tendencia que continuará por ser allí donde ocurre el mayor crecimiento demográfico y porque las ciudades mayores engullen las poblaciones aledañas al expandirse. Esta realidad contrasta con la abundancia de burocracias municipales aisladas responsables a nivel local de educación, salud, movilidad, servicios públicos, seguridad, basuras u otros. Rivalizan en la procura de ingresos y defienden con ferocidad una supuesta autonomía sin entender y aceptar que sus tareas y sus problemas existen por igual en sus vecinos y en toda la aglomeración. Ojala sepamos abrir caminos hacia el desarrollo de legislación cónsona con la evidente tendencia actual de concentración de la población en regiones urbanas metropolitanas.
Seria utópico esperar una transformación drástica de la estructura político – administrativa, a pesar de que la actual parece posible sostener solo mientras haya ingresos externos para cubrir buena parte de los presupuestos Estatales y Municipales. Sin embargo nada impide ensayar alternativas. Un camino podría ser ajustar el Situado Constitucional para condicionarlo a la formación de mancomunidades administradoras u operadoras de servicios urbanos, propuesta que seguramente encontraría abundante oposición. Una variante podría ser incorporar un “aumento condicionado” al situado, destinado a formar mancomunidades, lo que por aliviar de tareas al Gobierno Central, permitiría trasladar los fondos ahorrados a Gobernaciones y Municipalidades. Otras alternativas serian privatizar parte de las operaciones o crear empresas mixtas pero, en cualquier caso, al Poder Nacional correspondería la potestad de normar, controlar y evaluar los desempeños.
La población aglomerada en ciudades dispone de mejor información y de más oportunidades para ampliar el conocimiento, ejercer los derechos y acatar los deberes. Quizás en lugar de seguir viendo a Venezuela como un presupuesto a repartir, lleguemos a entenderlo como una sociedad y un país por construir, algo parecido a un condominio, sostenido y cuidado por todos.
VICTOR ARTIS / El Universal
Página Web - 2019/08/03
Fuente: http://www.eluniversal.com/