En el artículo de opinión de Victor Artis, recuerda que "entre los Censos de Población y Vivienda realizados en el 2001 y el 2010, la población del país aumentó en algo más de unos cuatro millones de personas
Entre los Censos de Población y Vivienda realizados en el 2001 y el 2010, la población del país aumentó en algo más de unos cuatro millones de personas y se agregaron un millón setecientas cincuenta y cinco mil viviendas ocupadas. Las viviendas desocupadas no llegan a la décima parte de las ocupadas y algo similar ocurre al sumar las ocasionales con las que están en construcción. Por cierto, en las viviendas ocupadas están incluidos los ranchos, calificación que posiblemente cambia entre censos consecutivos.
Comparar estas cifras desconcierta. En primer lugar cabe destacar el promedio de 4,5 habitantes por vivienda ocupada en el 2001 que en el 2011, disminuyó a 3,85 personas, índices contrarios a los resultados de encuestas que detectan altos niveles de hacinamiento. En segundo lugar indica que no hay familias sin alojamiento y que cada año hubo un aumento de 175.000 viviendas, cifra sorprendente en la situación económica nacional. Sin tomar en cuenta la merma en divorcios, óbitos y emigraciones, la demanda anual máxima generada por las nuevas parejas formadas cada año (5,6 por cada 1.000 habitantes) debería ser de 125.000 viviendas y la demanda en diez años alcanzaría a 1.250.000 unidades. Por lo tanto parece que hubo un superávit de 500.000 viviendas. ¿Cuáles serán las cifras e índices del 2021?
Los resultados de los censos no parecen tener relación con los 2.000.000 de viviendas construidas por el gobierno en los cinco años anteriores y menos aún con la meta anunciada de un millón adicional para el 2019. Si tales viviendas han sido construidas y adjudicadas significaría que los censos no reflejan la verdad, que la población debe ser mucho mayor y que alrededor de un tercio de ella no tenía donde vivir. En ese caso el déficit cuantitativo sería verdadero pero los datos censales serían inventos. Estas discrepancias deben ser aclaradas porque conocer el número de habitantes y de viviendas, más sus características, es indispensable para evitar proceder en base a deseos o ilusiones al programar actuaciones, tanto gubernamentales como privadas.
Tema aparte es el déficit cualitativo, especialmente en ciudades como Caracas donde los terrenos más accidentados e inseguros han sido ocupados por viviendas mal autoconstruidas, sin orden ni concierto, pero con carencia de acceso, servicios públicos y equipamientos. Allí solo abundan las incomodidades, la inseguridad y las promesas incumplidas. Si los censos son veraces cabría suponer que las familias que vivían en entornos precarios pudieron trasladarse a unidades de la Misión Vivienda y que ya no existen barriadas inaceptables. Pero eso no es verdad porque los barrios continúan creciendo, tanto en horizontal como en vertical lo que lleva a preguntar ¿de donde han salido tantas personas para habitar, por ahora, en dos millones de viviendas nuevas? Una alternativa (en clave de sorna) puede ser que además de traer alimentos, ropa y medicinas, hemos importado gente para ayudar a consumir tanta abundancia.
Parece evidente que escasea la seriedad y también que será vacuo añorar la época del petróleo proveedor de todo lo imaginable. Para sustituirlo tenemos recursos naturales, en especial agua, juventud, preparación, buen clima y una posición geográfica inmejorable. Nada parece impedir que nos dediquemos a exportar trabajo en lugar de minerales sin añadidura de valor. Lo que debemos anular es el exceso de parásitos acostumbrados a entender la nación no como un país sino como un presupuesto de donde extraer sus tajadas. Quizás la procura de seriedad puede arrancar con un severo análisis de los resultados censales y de sus interpretaciones.
VICTOR ARTIS / El Universal
Página Web - 2018/04/28
Fuente: http://www.eluniversal.com/