El artículo de María Eugenia Clavier R afirma que "es la Caracas de su centro fundacional, la Santiago de León, la que creció, se extendió y arropó otros poblados del valle.."
Caracas, esa que abarca de un extremo al otro del valle y más allá, es una y muchas a la vez. Es -y siempre ha sido- plural.
Es la Caracas de su centro fundacional, la Santiago de León, la que creció, se extendió y arropó otros poblados del valle... y llegó a otros valles más allá de las colinas. Es esa conurbación capitalina que algunos todavía consideramos nuestra.
En ella conviven centros urbanos con identidad propia, como Petare, Antímano, El Hatillo o Chacao... y vecindarios con espíritu y tradición como Catia, La Pastora, Altagracia o el 23… las comunidades destacan o se funden unas con otras, pero todas son parte en esa pluralidad que es Caracas.
Algunos de los elementos del conjunto tienen nombres que suenan, como Los Chorros o Las Brisas, hay otros visuales, como Vista Alegre o Altamira... y La Candelaria tiene sabor. En las denominaciones que conjuga la ciudad hay historias en presente y pasado, hay cantidad de santos, cerros, árboles, colinas, personajes, flores y anécdotas; hay un Valle en el valle, una Vega que se escapó de la margen del río, un Paraíso y un Calvario, una Puerta... y una Silla en las alturas.
Su identidad se vincula irremediablemente con las montañas que la separan del mar, que la protegen, le dan norte, verdor, pájaros y paseos. Sus cimas tienen nombres que no todos usan, indígenas y españoles combinados, -como creció la ciudad- como se formó en pluralidad de sonidos cuando unieron a los Caracas con Santiago y el león. Naiguatá, Ávila, Oriental, Occidental, son la sierra grande, el waraira repano… el Ávila de tanta inspiración y tanta nostalgia.
Caracas está cruzada por aguas, respetadas o negadas; quebradas de todo tamaño que con frecuencia -como las aguas suelen hacer- desafían las decisiones de los hombres; ríos de presente y olvido, que todavía esperan un lugar respetable en el paisaje urbano, como lo tuvieron cuando el valle era vegetación y no ciudad. Macarao, Agua de maíz, Anauco, Maripérez, Caurimare, Catuche, Valle, Cotiza, Chacaíto, Guaire, entre otros que fluyen o fluyeron.
Su variado componente construido incluye piezas de valor y de utilidad… y otras no tanto. Tiene formas distintas, Caracas, se las reconoce, se las puede apreciar o despreciar; contiene desde la belleza y el patrimonio hasta el absurdo, es objeto de cuido o descuido, pero es, en forma y función.
La ciudad es su gentilicio y su historia, su gente que todavía recuerda el buenos días y las gracias en medio de todos los que atropellan, las sonrisas y las manos que se tienden, a pesar de la basura y la violencia, del deterioro y la gestión desviada. Es el valor de su historia civil y cívica, de la lucha diaria de todos los que quieren seguir adelante -a mil distintas escalas-, de su cultura y el arte que alberga, la oportunidad de vencer a las circunstancias y a las sombras. La ciudad y sus ciudadanos se reinventan cada día -actualmente más por necesidad que por proyecto de vida- en pensamiento, palabra, obra y hasta en omisión. Ahí reside el potencial, la posibilidad en presente y futuro.
Esa Caracas compuesta, ecléctica, la de atardeceres rosa, la de las guacamayas, está y florece en apamates y sigue y lucha en cada esquina, donde maquillajes millonarios o enormes pancartas con lemas vacíos, no ocultan la crudeza de su hambre y su dolor. Esa Caracas de todos y de nadie, múltiple y única, intensa en singular y plural, cumplió 451 años.
*Coordinación Diseño Urbano Universidad Metropolitana
*María Eugenia Clavier R / El Universal
Página Web - 2018/07/27
Fuente: http://www.eluniversal.com/