En estos momentos, en los que debemos pensar en cómo ir adelante en medio de la crisis y la incertidumbre política, social y económica que vivimos, uno de los aspectos que no se puede obviar y atañe a gran parte de la población en nuestras ciudades es la vida en condominio, es decir, una comunidad de vecinos que comparten un edificio y tienen derechos y deberes individuales y colectivos.
Las leyes que directamente atañen a esas propiedades multifamiliares son la Ley de Propiedad Horizontal (1983, última enmienda) y la Ley del Trabajador Residencial (2011).
De allí que la vivienda condominial es una pequeña muestra del comportamiento cívico tan necesario en nuestra sociedad.
En ese sentido, todos los que vivimos en esas viviendas, propietarios o no, sabemos cómo cuesta ponerse de acuerdo ante las decisiones que se deben tomar conjuntamente, en particular en el mantenimiento de las áreas comunes, tales como: 1. Acceso al edificio y los pasillos de cada piso, 2. Estacionamientos, jardines, parque infantil y sala de fiestas, 3. Cuartos de bombas de agua, 4. Armario de medidores eléctricos, 5. Ascensores y cuarto de máquinas, 6. Iluminación de las áreas comunes, 7. Aducción del agua potable y del gas domiciliario, 8. Tuberías de recolección de las aguas pluviales y servidas, 9. Intercomunicador, 10. Locales comerciales.
Compromisos que requieren atención, dedicación, cuido y pago de gastos regulares y extraordinarios, según el caso. En este pequeño ejemplo de convivencia ciudadana a veces resulta difícil congeniar y llegar a acuerdos y compromisos ¿cuáles prácticas se están siguiendo en los edificios de la Gran Misión Vivienda, por el gobierno y las alcaldías, después que se adjudican las viviendas y se forman las comunidades de copropietarios?
Alejandro López / Últimas Noticias
Página Web - 2019/05/10