La expansión urbana es un fenómeno mundial que obliga a redimensionar el concepto de desarrollo y la gestión de las ciudades bajo premisas de equidad, inclusión y producción de conocimiento. Urge retomar la escala humana como objetivo, si efectivamente se pretende alcanzar el lema de “ciudades para la vida”, haciendo énfasis en políticas de competitividad económica, formación de capital social y sostenibilidad ambiental, que apliquen conceptos de logística a los fines de hacer más armónico y eficiente el entorno urbano.
Aun cuando la realidad funcional y operativa de las ciudades del mundo, especialmente, aquellas pertenecientes a los países desarrollados de la Unión Europea y los Estados Unidos de Norteamérica, es técnica, política y socialmente distinta a las de Latinoamérica, la gestión de la estructura urbana depende de factores similares: por un lado, aquellos asociados a la capacidad operativa de las instituciones a cargo de uso de la tierra y la intensidad de desarrollo, que definen centralidades generadoras de empleo y áreas residenciales formales e informales; y por el otro, la prestación de servicios y la movilidad de personas y carga, cuya complejidad depende proporcionalmente del tamaño y densidad de la población demandante y de una infraestructura particular en cada localidad.
La gestión de ese esquema funcional resulta técnicamente compleja y políticamente difícil, pero es sin duda, responsabilidad directa de los gobiernos locales y/o metropolitanos (grandes aglomeraciones urbanas), quienes en su rol de promotores del desarrollo, deberán idear un modelo de gestión acorde a sus requerimientos. De ahí, la importancia del fortalecimiento y adecuación tecnológica de estas instituciones, ya que de su capacidad operativa, dependerá la eficiencia de su gestión, así como su habilidad de generar las alianzas requeridas para lograr el cumplimiento de sus funciones.
Si bien el concepto de “Logística” fue concebido y aplicado al ámbito Empresarial en los años 80, rápidamente su interpretación alcanzó la gestión urbana, y el siglo XXI la incorpora concibiendo las ciudades como unidades de negocios, donde los gobiernos locales se convierten en gerentes que deben aplicar principios de eficiencia empresarial a la administración pública, a los fines de satisfacer la exigente demanda de equipamientos y servicios de la población que por ley deben atender.
De esta forma, surge la “Logística Urbana” como ciencia que planifica y gestiona los servicios de una ciudad a partir de sus flujos de movilidad o esquema funcional, estudiando como las personas, mercancías e información, superan el tiempo y la distancia en forma eficiente, global y sostenible, dependiendo del modo de gestión que implementen.
La Logística Urbana, transforma la visión tradicional y físico-espacial de la planificación y ordenación del territorio, en una herramienta de gestión del entorno urbano y sus flujos (personas, mercancía e información), con la intención de democratizar el espacio publico y promover la equidad en el derecho a la ciudad.
Si bien la planificación urbana como función pública, continua e ininterrumpida del Estado, es y será siempre, la clave para construir ciudades sostenibles con mejor calidad de vida, la historia ha demostrado que luego de intensos períodos de diseño y rediseño urbano, desde finales del siglo XIX hasta nuestros días, el resultado mayoritario no ha sido el esperado, el espacio se ha saturado de vías y vehículos a motor, es común la congestión y la contaminación, la segregación espacial y social, siendo necesario sucesivos cambios y renovaciones urbanas, que poco a poco y con grandes inversiones, han adecuado su esquema funcional, para dar paso a ciudades mas humanas y mejor servidas, aplicando logística urbana.
En el intento de recuperar las cuatro virtudes de la Carta de Atenas, habitar, trabajar, recrearse y trasladarse dignamente, la Nueva Agenda Urbana de Hábitat III, ratifica el Objetivo de Desarrollo Sostenible 11 que plantea ”Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles”. Haciendo particular énfasis en las tareas mas relevantes de los gobiernos locales, siendo la Meta 11.2, como una de ellas
“Para 2030, las ciudades deben proporcionar Sistemas de Transporte seguros, asequibles, accesibles y sostenibles, para todos, mejorar la seguridad vial, en particular, la ampliación del transporte publico, prestando especial atención a las necesidades de las personas en situación vulnerables, las mujeres, los niños, las personas con discapacidad y las personas de edad” .
Al respecto, la Autoridad Europea de Transporte Metropolitano (EMTA ) que congrega a 33 autoridades responsables del transporte público de las principales áreas metropolitanas europeas señala que en su ámbito de actuación residen 85 millones de personas que viven, trabajan y disfrutan de su tiempo libre, en mucha mayor proporción que en las principales capitales latinoamericanas, siendo parte importante de su modelo de gestión “anticiparse a tendencias futuras y plantear métodos innovadores que puedan afectar al modo en el que las autoridades del transporte público desempeñan su papel en la planificación y coordinación de las redes de transporte” a los fines de optimizar la movilidad urbana, la eficiencia de la logística urbana y el desarrollo de Sistemas Inteligentes de Transporte (ITS).
En el mundo de los países desarrollados, se cumple generalmente la teoría que establece la necesidad de un Plan de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano para cada ciudad, a los fines de que su administración cuente con una guía de actuaciones que le permita lograr la imagen-objetivo deseada con un horizonte de diseño a futuro de al menos 10 años. En ese contexto, la planificación y la movilidad son reconocidas como un binomio inseparable.
*Urbanista, MSc Diseño Urbano, Especialista en Planificación Estratégica Urbana y Gestión del Desarrollo Local
*Zulma Bolívar / El Constructor On Line
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