La Asamblea Nacional discute un proyecto de Ley Orgánica para la Ordenación y Gestión del Territorio que superpone ejes, motores de desarrollo, regiones y comunas sobre la división político territorial vigente. Lo propuesto significa dispersar y socavar la autoridad de los funcionarios estatales y municipales actuales, tanto los identificables con la oposición, como los tildados de revolucionarios. La superposición parece indicar miedo o incapacidad para enfrentar opiniones contrarias, pero también puede ser una estrategia pergeñada para implantar la nueva estructura en cámara lenta, poco a poco. El proyecto proviene del Ministerio del Ambiente y su perenne aspiración a ser la autoridad suprema sobre el territorio, deseo contrario al predominio de los objetivos económicos al ocuparlo, lo cual no implica albedrío para agredir a la naturaleza.
La ocupación del país se inició con asentamientos a la orilla del mar que mantenían la comunicación con Europa. Desde ellos se penetró al interior con poblaciones separadas por la distancia que recorría una bestia en un día, los 80 kilómetros que los vehículos actuales cubren en una hora. Es evidente que lo prioritario fue la economía y como es necesario que así continúe, seguirá imponiéndose sobre experimentos o teorías que pretendan ignorarla. Por esta realidad convendría atribuir la dirección de la ocupación del territorio al Ministerio de Planificación, responsable de conducir la economía y no al Ministerio del Ambiente, como propone el proyecto de ley. Otorgarle a este último la autoridad máxima es similar a dejar en manos de los decoradores el diseño de las edificaciones o responsabilizar a los arquitectos paisajistas del proyecto de las urbanizaciones o de sectores urbanos. Lo creo innecesario, pero por si acaso, anoto que estos símiles no significan sub estimación por ninguna profesión.
Los licenciados en preocupación por el ambiente, llevan décadas clamando por la corrección de desequilibrios, pero nunca los han identificado ni propuesto alternativas. Es muy cómodo superponer ejes, motores, regiones y comunas sobre la división político territorial vigente, sin identificar lo inconveniente y sin demostrar que una trama adicional corregirá. Con tres ámbitos geográficos principales en el país: la prolongación de la cordillera andina a lo largo de la costa, las tierras llanas que acompañan al Orinoco y la inmensa Guayana, cabe preguntar qué significa "equilibrio" y que se pretende lograr: ¿Igual población o ciudades similares en cada ámbito o equilibrio ecológico en cada uno? Un ejercicio ilustrativo sería imaginar que treinta millones de personas llegan a un territorio vacío de un millón de km2 y deben tomar decisiones para ocuparlo con una distribución ideal para sobrevivir y prosperar, en armonía con la naturaleza. El proyecto de ley no orienta en cuanto a aspectos ambientales, los deja en manos del Ministerio y lo unge como único organismo con conocimiento sobre lo que parece ser una teología ambientalista. Al efecto pauta dejarle las decisiones a una secretaría técnica, cuya opinión por ser "vinculante" para cualquier ocupación, podría filtrar o enmendar las propuestas (incluso las económicas) antes de presentarlas a la Presidencia de la República, la cual en consecuencia sería una autoridad máxima condicionada o decorativa.
Abunda información para ocupar y desarrollar territorios sin agredir el ambiente. Como ejemplo las leyes colombiana n 1454 y argentina 25675, así como la Carta Europea para la Ordenación del Territorio. Alarma pensar que en el país, los únicos profesionales capacitados para orientar su ocupación, son los autores del proyecto de ley. En ese caso sería inevitable concluir que estamos en muy pobres manos.
VICTOR ARTIS / El Universal
Página Web – 2014/06/21
Fuente: http://www.eluniversal.com