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La vuelta a la vida de una ciudad dos décadas después (VENEZUELA)

Veinte años después del deslave de 1999, se puede decir que La Guaira volvió a la vida, tras un proceso de altos y bajos; sin embargo en el tejido social permanece la huella de aquellos momentos de angustia y para muchos de muerte de sus allegados.

 

La Guaira muestra hoy un rostro de recuperación en sus avenidas principales. La construcción de cuatro elevados, que descongestionan las vías, le da una fluidez vehicular que no tenía antes y que ahora pocas veces impide la movilización de los lugareños.

 

Sin embargo, las lluvias aún se encargan de poner su nota triste, con drenajes obstruidos que anegan las avenidas; deslizamientos de viviendas en zonas de alto riesgo, que hacen recordar que éste no es un tema concluido y que aún le falta por avanzar.

 

Balnearios recuperados en zonas altamente afectadas como Catia La Mar, Macuto y Caraballeda, paradores turísticos, el nuevo Castillete de Armando Reverón, dos terminales terrestres, un coliseo de arena, la reconstrucción del Polideportivo José María Vargas, la transformación del Mercado Comunitario de Catia La Mar, entre otras obras, son signos de esa nueva ciudad que se está levantando en el Litoral Central.

 

Está planteada la instalación de 9 plantas desalinizadoras, de las cuales 4 están listas y 5 en proceso; complejos habitacionales en Tanaguarena, Playa Grande, y Mare Abajo, la cimentación de las vías rurales hacia Galipán, Caruao y Chichiriviche.

 

Destacan además los trabajos de construcción de nuevas vías, como la avenida Bicentenaria, con más de seis kilómetros de longitud, que conecta por el eje costero a las parroquias Carlos Soublette, Urimare y Catia La Mar.

 

Espacios abandonados, fueron rehabilitados y convertidos en plazas públicas. Ejemplo de ellos son la Plaza Mayor de Catia La Mar, y Plaza Bolívar de La Guaira, levantadas en espacios que antes eran terrenos baldíos, utilizados para lanzar desechos y basura, que daban al Litoral una imagen de deterioro y tristeza.

 

El tejido social. Las acciones de recuperación de la infraestructura, dejó a un lado el sentir y vivencias de los guaireños, refiere Ignacio Laya, periodista y sobreviviente de la tragediaquien reside en la parroquia La Guaira.

 

Laya señala que “la playa y la montaña forman parte de la identidad de los guaireños” y que desde ahí hay que comenzar a reconstruir el tejido social, que se quebró por lo ocurrido en el año 1999.

 

Considera Laya, quien ha sido un defensor del ambiente en la entidad, que “tenemos que aprender a convivir con el riesgo y trabajar con la gente”. Advierte que se debe manejar el lenguaje, el comportamiento y la cotidianidad “de ese recuerdo que mantiene la tragedia por la lluvia, para el accionar ante estos hechos naturales”.

 

Otro de los puntos que se debe trabajar es el desarraigo de las familias, muchas de las cuales salieron de la entidad porque sus casas quedaron bajo las montañas de barro y que retornaron para su reconstrucción”, enfatizó Laya.

 

Una ciudad más moderna

 

Hoy 15 de diciembre se cumplen dos décadas de lo que se llamó la Tragedia de Vargas, cuando después de quince días de lluvias continuas, el Ávila se derrapó, arrastrando lodo barro y troncos hacia la zona sur del estado Vargas, llevando consigo urbanizaciones y comunidades enteras.

 

El número de víctimas no pudo ser precisado pero oficialmente se habló de entre mil 500 a 3 mil muertos, casi 100 mil damnificados y más de 130 mil personas que debieron ser sacadas de su terruño y trasladadas a diferentes sitios del país.

 

Vargas vivió diez años sumida en la tragedia. Sus calles, avenidas y muchas de las urbanizaciones, que fueron arrasadas por las aguas, permanecieron con esa imagen de dolor y muerte que les recordaba la triste realidad que vivieron esos días de diciembre de 1999.

 

Cada aguacero, cada relámpago, o cada vez que el cielo se nublaba, los guaireños comenzaban a temblar de sólo pensar que podrían repetirse los aciagos días de diciembre de 1999.

 

Muchos de los que fueron trasladados a otros estados, volvieron; más podía el amor por esa tierra caliente, con olor a mar y salitre que el dolor de la tragedia. Hoy día los guaireños tienen otra imagen de su estado. Han dejado de depender, en muchas áreas, de la capital, porque La Guaira ya no es el patio trasero de Caracas.

 

Muchos de los espacios ganados al mar están siendo recuperados y convertidos en áreas de recreación y esparcimiento. El olor a tragedia ha dado paso a una ciudad más moderna, con nuevos espacios para el disfrute de sus lugareños; quienes no deja de olvidar esos terribles días.

 

Habitantes esperan por la limpieza de río Osorio

 

Ximora Brito, es una líder comunitaria, oriunda de la parroquia La Guaira. Cuenta que “desde temprano estábamos viendo la lluvia. A las 10 pm del día 14 ya sabíamos que había muertos en los sectores Zamuro y Guanape.

 

El 15 nos fuimos a Palma Sola, que es un sector más alto y fue cuando nos enteramos que comenzó todo con la caída de las casas en La Guaira”.

 

Brito resalta localidad humana y solidaridad característica de los guaireños “por aquí pasó una niña con la corriente del agua, no la pudimos salvar porque estaba cerca de un cable de alta tensión pero sí ayudamos a las familias que estaban refugiadas en la escuela La Guaira”.

 

Cuenta que sacaron a la gente por las casas que daban hacia la escuela, con mecate y escaleras. “Estuvimos tres días esperando que bajara el agua. A mi casa subió más de un metro pero mis padres sí perdieron todo”. Advierte que la tragedia puede repetirse si no limpian el río Osorio.

 

García Carneiro: se ha hecho una transformación total del estado

 

Según el gobernador Jorge Luis García Carneiro, a 20 años de la tragedia, el estado exhibe una transformación que todos reconocen. Señala que en estas dos décadas la Revolución ha dado pasos importantes en la transformación del estado.

 

“Muchos con mezquindad dicen que falta mucho. Sí falta mucho, pero nadie puede decir que La Guaira estaba mejor antes del deslave que ahora”, indicó el mandatario regional.

 

García Carneiro señaló que una de las obras que falta es la presa de Puerto Maya, que suministrará agua al estado. “No nos limitamos a los arroyos y fuentes naturales”, indicó.

 

Agregó que está el proyecto y está todo montado y advirtió que se requiere con urgencia.

 

Todo destruido. García Carneiro señala que las estimaciones son de entre 30 a 40 mil familias desaparecidas durante la tragedia. “Hubo necesidad de enviar la mitad de la población hacia otras regiones. A todos los estados se enviaron guaireños”.

 

Señaló que era una población diezmada, “no había redes telefónicas, ni vías publicas”. Considera que en estas dos décadas se han puesto en el tapete obras que había que atender, como de mitigación de riesgo, quebradas, protección de la ciudad, “todo se hizo en las cuencas más peligrosas”.

 

Además recalcó, que se han reconstruido escuelas, hospitales, avenidas y espacios públicos, lo cual vino a poner las cosas organizadas. Algo de lo que se siente orgulloso es en la construcción de viviendas “para que regresara nuestra gente.; eso es un paso importante”, indicó.

 

Recuerda que la gente vivía en zonas inestables; los terrenos los ocupaban gandolas y se utilizó el puerto como via económica, pero el pueblo fue a aterrizar a los cerros.

 

La recuperación de las comunicaciones que quedaron destruidas ha permitido contar con una red de radio-antenas, vía telefónica por el trabajo hecho por Cantv. “ya podemos transmitir eventos internacionales”, indicó.

 

Hace falta activar los comité de riesgos

 

La geóloga Mariela Gómez, quien reside en Caraballeda, considera que se deben activar los comité de riesgos.

 

“Desde el 2011 no se conforman Comité de Riesgo en las comunidades, los que existen no reciben formación. Es necesario conocer hacia dónde acudir y reaccionar ante los embates de la naturaleza y lo ocurrido en 1999.

 

Recuerdo lo indefensa que estaba aquella noche 15 de diciembre”, indicó Mariela Gómez, geóloga, residente de la parroquia Caraballeda e integrante del Comité de Riesgo en la localidad.

 

Gómez recuerda que sobrevivió gracias a la llamada de un familiar. “Enseguida tomé suerte, velas, botas y documentación de mis hijos, aquella noche; debemos tener una cultura de riegos, que desde el alcalde Alexis Toledo no se retoma”, señala la especialista.

 

Comentó que en Caraballeda “logramos elaborar un mapa de riesgo e identificar aludes en zonas boscosas y cerro arriba, logrando consolidar un informe que fue elevado al Consejo Legislativo y Ministerio para evitar posibles daños a futuro” y destacó el apoyo de los comité de riesgos.

 

Vías del oeste vulnerables fueron recuperadas

 

El oeste del Litoral, desde Catia La Mar, bajando de Carayaca, Chichiriviche, Las Salinas hasta el sector Mare Abajo, en la parroquia Urimare, fue una de las zonas menos afectadas por los deslaves.

 

Las carreteras registraron deslizamientos que pudieron ser controlados. Sin embargo, las vías quedaron vulnerables, como el caso de las carreteras a Carayaca y Chichiriviche que, con el tiempo, colapsaron dejando a sus habitantes incomunicados.

 

La vía a Chichiriviche fue reconstruida. Cinco kilómetros fueron hechos en concreto. Se construyeron muros de gavión, brocales, cunetas de concreto, drenajes, torrenteras y bateas.

 

Esta obra benefició a más de 800 habitantes de Chichiriviche, permitiendo mejorar la situación del trasporte público. Otra de las vías que se construyó fue la avenida de Mare Abajo, o avenida Bicentenaria que conecta el puerto de La Guaira con el sector Playa Verde; aunque no sólo fue la vialidad nueva.

 

También se construyeron edificios donde se reubicaron a las más de mil familias que habitaban en casas, montadas en el cerro que colinda con el Aeropuerto Internacional de Maiquetía.

 

Se construyó un estadio, un balneario para los surfistas y parques para que los vecinos pudieran disfrutar del mar. Mare Abajo tiene ahora una vista distintas a la que tenía 10 años atrás.

 

Macuto se recupera poco a poco de la crecida de sus ríos

 

El proyecto de recuperación del Sistema Teleférico del Waraira Repano hacia Macuto, siembra más esperanzas en los habitantes del Litoral Central. El pueblo de Macuto, que sufrió la crecida de los ríos La Veguita y Macuto vio como su maternidad, hoteles emblemáticos y sitios patrimoniales quedaron destruidos por los torrentes de agua que bajaron desde la montaña.

 

Aunque fueron recuperadas las vías con prontitud, muchas cosas aún permanecen en estado de espera, de las obras definitivas, como es el caso del puente de La Guzmania. También los hoteles como el Miramar, La Alemania y El Colonial fueron arrasados y aún esperan por su recuperación.

 

La plaza Las Palomas está a la espera de un proyecto que la dividirá en dos para crear una vía que va por toda la zona costera. El bulevar de Macuto y el balneario aún siguen en estado de abandono, a pesar de los proyectos que se han propuesto. Los macuteños pueden aún contar con su Maternidad Ana Teresa de León Ponce.

 

Lluvias excepcionales

 

El 7 de diciembre de 1999 el Centro de Información Meteorológica de la Fuerza Aérea Venezolana pronosticó que las lluvias que azotaban al país, se extenderían hasta el 15 de diciembre. Ese 15 y el día siguiente fueron los más potentes de un diluvio que parecía interminable.

 

Las precipitaciones anuales promedio en Vargas son de 510 mm. En 1999 se multiplicaron casi por cuatro alcanzando los 1910 mm, refiere Carlos Genatio en la investigación “Vargas; desastre, proyecto y realidad”.

 

Fueron unas lluvias excepcionales, advierten los especialistas, que arrasaron con 807 hectáreas de zonas urbanizadas ubicadas a lo largo de una estrecha faja de unos 50 Km de longitud.

 

El mal presagio de Esther Marín dos meses antes

 

“En Marapa – El Piache empezó a llover dos meses antes. Yo presentía que iba a pasar algo”, recuerda Esther Marín, habitante de la zona, a sis 57 años.

 

“Para mí el río tenía un intención mala”, añade esta mujer tuvo que pasar de platabanda en platabanda, y finalmente culminó en una montaña, lo más terrible es que recuerda tener a su hijo en brazos y otros la tuvieron que ayudar con su sobrevivencia.

 

“A las 2 de la mañana vi hacia el cielo, donde se reflejó una luz y le dije “sálvanos madre”, enfatiza. Su travesía desde Marapa terminó en la Escuela Naval, donde los militares le apuntaron, a ella y a su grupo, cuenta que eran momentos de angustia, sin embargo cuenta que allí logró encontrar un refugio.

 

“Finalmente nos dieron ropa y comida, y pude comunicarme con mis hijos mayores y mi esposo. No sabía dónde estaban”,
Una de sus hijas la daba por muerta, pero ese espacio fue el sitio de encuentro. Su casa la perdió complemente, “quedó nada más el terreno”, asegura que así lo vio luego de ir el mismo año, meses después. “Tenía la esperanza de que había quedado algo”.

 

Hoy se recuerda la tragedia con misas

 

Hoy 15 de diciembre se realizará una misa solemne en el estadio César Nieves de Catia La Mar a las 8 am, con la participación de 9 parroquias eclesiásticas de Catia la Mar.

 

El lunes 16 se realizará un simposio sobre la tragedia, a las 10 am, en el Hemiciclo de la plaza Bolívar Chávez, con participación del cap. Romero Rivas de los Bomberos de Vargas y el padre Abelardo Bazó, de la Diócesis de La Guaira. A la una de la tarde se oficiará una misa en el Templo de Carmen de Uria para recordar a los fallecidos, como todos los años.

 

De zona devastada a parque recreativo

 

El este del Litoral, desde Caraballeda hasta Naiguatá fue la zona que registró los más duros embates de la naturaleza, y que hasta hace unos diez años fue que pudo cambiar su imagen de dolor y muerte, en algunas áreas; porque Carmen de Uria, el pueblo que desapareció bajo las aguas del río Uria, es un cementerio.

 

La avenida principal de Caraballeda quedó prácticamente bajo las aguas y el lodo. Las imágenes reflejaron el deslave por toda la avenida principal de Caraballeda. Tapió hoteles cinco estrellas de la zona y áreas de recreación de gran atractivo turístico y emblemáticos lugares y restaurantes.

 

Los hoteles Sheraton y Melíá y la Marina de Caraballeda están siendo transformados en un complejo turístico. El Hotel Caribe, que así se llamará, tendrá capacidad para 400 habitaciones, y el Hotel Guaicamacuto, tendrá 200 cuartos.

 

Los Corales. Los sobrevivientes aseguran que la urbanización Los Corales fue una de las primeras en recibir los embates del deslave producto de las fuertes precipitaciones, toneladas de escombros y sedimentos tuvieron que levantarse para dar a la localidad de hoy.

 

Se están construyendo viviendas para las mismas comunidades que resultaron afectadas y que aún no tenían su techo y se han rehabilitado espacios para el esparcimiento de las comunidades.

 

Carmen de Uria aún mantiene intactos los embates de los torrenciales aguaceros, al mostrar edificaciones destruidas. En el 2008 fueron implosionados algunas estructuras que fueron arrasadas por las aguas, pero los escombros quedaron allí como recuerdo de la tragedia.

 

Carmen González quedó enterrada en el lodo

 

“Mis hijos tenían cuatro y seis años de edad. Vivía en Caja de Agua, parroquia La Guaira”, cuenta Carmen González, quien perdió su casa. “Mi hija se quedó tapiada, al igual que yo, hasta el cuello. Veíamos cómo el río se llevaba a las personas que estaban en la platabanda. Estuve tres días tratando de localizar a mi familia”, entre lágrimas asegura que pasaron más de tres días donde no supo de su familia.

 

“¿Qué pensaba?… Si mis hijos, Oscarina y Oscar estaban bien, cuando me encontraba en el lodo. En un momento perdí el sentido, me fui; pero gracias a Dios mis hijos estuvieron bien.”.

 

Cuenta que uno de sus vecinos, un infante, fue tapiado un día antes que ella pasara por el lamentable suceso. “Permanecí un mes sin dormir, yo cerraba mis ojos y veía cuando venía el agua hacia nosotros”.

 

Dos pérdidas: Jorge Tuero y Pedro Padrón hijo

 

Dos personajes de la vida pública desaparecieron bajo los aludes torrenciales ocurridos en la zona de Los Corales y Caraballeda.

 

Del actor Jorge Tuero, conocido por su personaje de El Terror del Llano, sólo se supo que no quiso salir de su casa que fue arrasada por las aguas y de Pedro Padrón hijo, tampoco se supo qué pasó con él y su pequeño quienes desaparecieron en las aguas.

 

Se acabó Uria

 

Ovalles García Nicolás, pronto cumplirá 75 años La noche del 15 de diciembre los bomberos fueron a sacarlo de su casa pero no quiso irse. “Yo me sentía seguro en la parte alta.

 

La mañana del 16 de diciembre vi cómo se cayó un dique y me dije “¡Se acabó Uria!”, empezó a caerse mucho. La montaña quedó pelada”.

 

Nicolás recuerda que la vida comercial en Uria existía antes del deslave. “Panaderías, restaurantes, caucheras, farmacia, y licorería. Esto era como una ciudad”, asegura.

 

Ortiz pasó por Uria, preguntó un amigo vendedor de pollos y se encontró con la noticia de que José se había devuelto a buscar un dinero y jamás supieron más que los comentarios que había quedado tapiado.

 

“Uria no fue recuperada porque es una cuenca de río”, comentó el sobreviviente, a pesar que se planteó construir un parque para recordar la tragedia.

 

 


Angélica Mejías - Luis Ortega - Elízabeth Cohen / Últimas Noticias

Página Web - 2019/12/15

Fuente: http://www.ultimasnoticias.com.ve/