La montaña de Parque Caiza sufre por la irregularidad: tuberías improvisadas de aguas blancas, descargas por la carretera de aguas servidas y de lluvia, y la construcción no permisada afecta la estabilidad de la vía y de las viviendas.
Para Aura Contreras la obra pública que ha salvado a la zona de un colapso hídrico es un drenaje de aguas pluviales construido en 1958, aunque fue en los años 90 cuando arrancó la construcción masiva de conjuntos residenciales, y ahora el sector, atravesado por una única carretera principal (la avenida Maturín) es el hogar de veinte mil personas de Parque Caiza, Mirávila y Karimao.
Y aunque los edificios cuentan con plantas de tratamiento para descargar en las quebradas Agua Amarilla y San Isidro, los mismos residentes sospechan de la calidad del procedimiento. Además algunas casas y comercios tienen pozos sépticos rotos y otros descargan en las cunetas que conducen al antiguo drenaje.
En 2010 los vecinos solicitaron a la alcaldía de Sucre, a través del presupuesto participativo, un sistema de colectores de aguas servidas e identificaron donde irían las bocas de visita para que las construcciones se adhirieran. Como la obra no se llevó a cabo por falta de fondos, los problemas se acentuaron. El noviembre pasado una falla de borde cedió y ameritó el cierre total de la vía por más de un mes.
Para evitar que se repita, los vecinos Alí Jaspe y Ricardo Hurtado realizan inspecciones de la carretera. Saben que hay cinco fallas de borde preocupantes y tienen identificados los puntos críticos de descarga de aguas que causan socavamiento y daños al asfalto.
Al menos tres casos alertan a la comunidad. Uno de ellos es el de la familia Novielli, cuyo pozo séptico colapsó hace casi un mes, y aunque la alcaldía ofreció realizar la reparación, no consiguieron apoyo de la comunidad para abrir la viga de control de altura que evita el paso de camiones como el que necesitaban. Sus aguas negras corren ahora por la carretera
Otra situación similar es la del autolavado que funciona frente al conjunto Vista Linda, el cual deja correr sus aguas con jabón y grasas por la cuneta de la carretera.
Pero más les alarma el crecimiento de cinco zonas de construcción irregular. "No tienen acceso a servicios públicos formales y además nos preocupa la inseguridad, ya que aumenta cada día el paso de motos", explica Hurtado.
Los tres vecinos creen que la comunidad debe retomar conversaciones, y piden a la alcaldía asesoramiento en el mantenimiento de las plantas de tratamiento, así como retomar las obras de colectores.
ELISA VÁSQUEZ / El Universal
Página Web - 2014/01/17
Fuente: http://www.eluniversal.com/