Las ciudades reflejan y materializan la cultura y la economía de sus pueblos. El decidido Parque Bolívar, en la actual base aérea de Caracas, debe evidenciar el proceso político-cultural por el que atraviesa Venezuela. Igual debe responder a las realidades de la capital, sus carencias, sus vulnerabilidades, sus potencialidades, sus sueños, su montaña.
Tremendo reto. El Parque Bolívar es quizás el proyecto más importante de la ciudad, hoy y en los próximos años. Es una oportunidad extraordinaria para incorporar aspectos esenciales que contribuyan a transformar a Caracas, ampliar sus espacios públicos y ambientales, atender algunas de sus debilidades y aprovechar una de las más excepcionales vistas del Waraira Repano.
Al unirse con el actual
Parque Miranda (antes Parque del Este), aumentará y diversificará las opciones de actividades para la cultura, recreación, deporte, eventos y ocio creativo; que deben enfocarse siempre bajo criterios educativos y productivos integralmente.
Además de esas actividades, el proyecto debe agregarle a Caracas conexiones urbanas para movilidad peatonal y motora, tales como nuevas vías norte-sur, ampliación de aceras y calles circundantes, nuevas relaciones con el contexto inmediato y cercano, mediante plazas y bulevares.
También un centro de manejo de desastres, dejando la pista actual y un helipuerto, para emergencias, con todas las previsiones y logística, por cuanto esas 104 hectáreas serían necesarísimas en el momento de un gran sismo, deslave o cualquier otro tipo de desastre.
Aparte de todo lo anterior, hay un enfoque determinante. Si coincidimos en que el Parque Bolívar debe reflejar el actual proceso político, entonces es fundamental la visión ambiental en su concepción y funcionamiento.
Debe enmarcarse dentro de un esquema de sustentabilidad integral, para lo cual debe ser autosuficiente. Ello implica autoproveerse en la medida de lo posible para exigirle poco a la ciudad en servicios y recursos; por el contrario, suministrarle algunos adicionales. Y además debe “tragarse, metabolizar y transformar” sus desechos o productos de su funcionamiento. Veamos algunas sugerencias.
Dotar al parque de agua de pozos, de lluvias y de las quebradas del Waraira Repano. Potabilizarla. Tratar y reciclar las aguas servidas y grises con sistemas de punta. Usar energías alternativas en general y en particular para el alumbrado y los vehículos de servicios y recreacionales.
Impedir el ingreso de envases y envoltorios de plásticos y materiales no reciclables dentro del parque. Por ejemplo, el agua potable debe ser directa por un sistema de tuberías especiales que esté al alcance de visitantes y deportistas a todo lo largo y ancho del parque, incluidos los sitios de comida. Cero botellita plástica.
Los desechos que se pueden reusar como el papel, el vidrio, los de jardinería y de comida, deben ser procesados de forma artesanal dentro del parque mediante centros de producción de papelería y vidrio artesanal, de abono orgánico, entre otros.
Eso impulsaría pequeñas unidades productivas que, además de aprovechar los desechos, ofrecerían una amplia gama de productos y objetos para sostener financieramente al parque y una extraordinaria oportunidad para la formación de artesanos y vitrina educativa para los estudiantes del país.
La oferta de comidas y bebidas debe ser saludable, balanceada, con ingredientes naturales y hasta del propio parque. Una feria gastronómica venezolana, de sus regiones, de sus tradiciones y culturas, pero además de sus creaciones e inventos a partir de platos foráneos.
En fin, el Parque Bolívar debe ser un proyecto muy especial, donde deben expresarse y sentirse de manera contundente, en su concepción, materialización y funcionamiento, los nuevos valores políticos, culturales y productivos del país que estamos construyendo.
ALEJANDRO LÓPEZ / Últimas Noticias
Impreso Dígital - 2014/05/15