Así es, expresan y evidencian la cultura, la economía, la diversidad ambiental, el desarrollo en general, de los grupos sociales que las construyen y habitan. Son como la piel, la cual traduce la salud física y emocional de las personas.
Un ejemplo, la casi nula visión, funestamente extendida, de la importancia del mantenimiento, explica la suciedad, descuido y deterioro del ornato público. Es común ver basura regada por doquier, islas de vías destrozadas y sin vegetación, mobiliario urbano deteriorado, fachadas de casas y edificios manchadas y “despellejándose”, árboles enfermos, parapetos en aceras sin utilidad alguna.
Otros ejemplos, el enfoque individualista prioriza al carro privado (ineficiente, contaminante) en lugar del transporte colectivo. Los conjuntos residenciales son “amurallados” y aislados del contexto circundante, sin espacios adecuados para la socialización. La división parcelaria se basa en terrenos y edificaciones exclusivos, en lugar de grandes lotes para la convivencia colectiva de comunidades integradas entre sí y con el vecindario. Ámbitos de trabajo divididos en cubículos jerárquicos en vez de salas de intercambios y tareas en equipo. Pupitres en lugar de mesas.
Hoy, en plena convulsión política, las ciudades la muestran y la reflejan de manera contundente. La naturaleza de esa agitación grupal se retrata perfectamente cuando se impide la movilidad diaria, se tala la vegetación urbana (15.000 árboles), se destrozan edificios y plazas, mobiliario de calles y aceras, se atacan a personas, universidades (13), bibliotecas, centros de salud (10) y educación, se inutilizan 100 autobuses. Y esto a la vista e inactiva autoridad local.
Las ciudades indican la buena salud o, por el contrario, como la fiebre, síntomas de desajustes en el cuerpo social que las anidan y dirigen. Ellas expresan tendencias hacia el progreso o hacia la enfermedad, la amenaza, la vulnerabilidad, de ese conglomerado sociocultural.
Esto requiere un riguroso análisis. La sociedad debe curar sus males para que las ciudades respondan cónsonamente con su mejoría. Mientras tanto, la ciudad debe ser transformada radicalmente en sus nuevas intervenciones, especialmente en movilidad urbana y las misiones de vivienda y barrio nuevo-tricolor, considerando el escenario de sismos e inundaciones, pero también el de revueltas sociales. Debe garantizar eficiencia, calidad y autonomía, dentro de un clima extremo, adverso, aislador.
ALEJANDRO LÓPEZ / Últimas Noticias
Impreso Digital - 2014-04-03