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ACERAS Y BROCALES: La torcedura de brazos es urbana (VENEZUELA)

1 Es de anteojitos que estamos en guerra. No una convencional ni sofisticada con armas letales. Es una hostilidad sin tregua, sicológica, de desgaste, confusión, falacias, para complejizar la rutina, crear desasosiego, inestabilidad y por consiguiente evitar el avance del cambio actual del país y regresar a la realidad donde una minoría disfruta y la mayoría es relegada. Así de simple.

 

2 En este combate, de un lado hay un proyecto explícito, transformador del país, el otro bando tiene el suyo, pero tan diferente y excluyente, que se oculta, disimula. Sólo se opone al actual sin exponer por delante su alternativa.

 

3 El campo de batalla es la ciudad. Donde se concentra la mayoría de la población y está el epicentro de los poderes políticos, económicos, militares, comunicacionales, religiosos, industriales, populares.

 

4 Dada la vulnerabilidad que aún persiste en nuestras ciudades, en lo espacial, organizativo, institucional, económico y funcional, son presas fáciles del asedio por productores y distribuidores y por tanto de escasez y colas.

 

5 ¿Desde el urbanismo y la arquitectura qué hacer? Pregunta embarazosa, porque es desde otras áreas donde hay que encarar el acoso con mayor impacto. Por ejemplo, desde la conciencia colectiva; la producción e industrialización nacional; la eficiencia, audacia y voluntad de la estructura y gestión política, institucional, militar, popular.

 

6 Hay una acción trascendental desde lo urbano. Transformar nuestras ciudades disfuncionales, dispersas y dependientes, en una multiplicidad de sectores autónomos (en lo posible), productivos en lo básico (alimentos, ropa, jabón), con servicios públicos (agua, energía, cloacas), viviendas seguras a corta distancia (un Km) de la guardería, escuela, liceo, abasto, ambulatorio, parque, biblioteca, cine, teatro, canchas, centros de trabajo.

 

7 Podrían ser comunas o como dice el amigo G Santosuosso, convertir a nuestros barrios y ciudades en pueblos. En los pueblos se vivía (¿vive?) en condiciones de anhelada autonomía y autosuficiencia, tanto cultural como económica. Lo elemental se tenía cerca y se producía localmente. Hasta la novia vivía en el vecindario. El colegio a seis cuadras, el cine y la botica a cuatro, el abasto en la esquina, el odontólogo y el médico a tres ¡y en sus casas!, el ambulatorio a siete y el cementerio un poquito más allá.

 

8 Es imperativo repensar el territorio, su ordenación y zonificación de usos, especialmente su sustentabilidad y máxima autosuficiencia. Para eso es fundamental la cultura, la articulación popular y la productividad urbana.

 

 

 


ALEJANDRO LÓPEZ - Últimas Noticias

Impreso Digital – 2015/03/12

Fuente: http://www.ultimasnoticias.com.ve