1 La semana pasada uno de los colaboradores de esta página, José Luís López, escribió su opinión sobre el ministerio del ambiente y en preguntas expresó sus reservas sobre su fusión con el de vivienda.
2 Recibimos correos con dos tipos de comentarios: unos a favor de la fusión, incluso señalando que el mencionado escribidor, estaba mal informado, otros, sin estar palmariamente contra la unión con vivienda, expusieron sus dudas.
3 Hay una tercera visión, que propusimos los fundadores de la página, Henrique Hernández, Alfredo Roffé, Alejandro López y otros colegas, a principios de este siglo, ¡parece historia antigua!, con motivo de la reestructuración del sector público en desarrollo urbano y vivienda.
4 Tal fue que siendo ese tema transversal a todas las actividades humanas, sugeríamos para todos los ministerios y entes adscritos, empresas públicas, alcaldías y gobernaciones, entre otros, una unidad de manejo ambiental, bajo la coordinación y directrices de una instancia de alto nivel político-técnico directamente dependiente del gobierno nacional (no ministerial).
5 Lo principal hoy, no es plantear un ministerio o la fusión realizada. No. Cualquiera de esas opciones puede ser válida. Lo sustantivo es en que el Estado venezolano, en plena transformación radical de sus visiones de sociedad y de país, formule una política ambiental.
6 La cual perfile las estrategias a seguirse en todo el territorio, por todos los habitantes, empresas e instituciones. Bajo las pautas del 5to objetivo del Plan de la Patria y se viertan en instrumentos normativos y procesos prácticos, que guíen la gestión y la ejecución de planes, programas y proyectos, de gran impacto como los de la industria petrolera o la habilitación de tierra para vivienda o producción, hasta las botellitas plásticas y de vidrio no reusables.
7 A veces esquivamos lo estratégico por lo coyuntural, que también es esencial, pero en su contexto y momento.
Ambiente y totalidad
Alharaca por la adscripción del ministerio del ambiente al de vivienda, como ecosocialismo. Todos los reclamos, hasta el de las academias, traen visión parcial del ambiente, concepto que tomó cuerpo el último tercio del siglo pasado, con evolución y aplicaciones ligadas a intereses mercantiles.
Primero debía considerarse como variable ambiental, como si el medio ambiente fuera un elemento del conjunto, en lugar del todo que lo envuelve. Luego algo ampliado, pero chucuto. Legislaciones y creación de ministerios, siempre viéndolo de manera parcial.
Lo equipararon a la ordenación del territorio, acción que intenta articular el proceso natural con el proceso social. En el social el hombre interviene el ambiente para adecuarlo a sus propósitos y el Estado participa regulando esa intervención, buscando minimizar efectos negativos.
En los intentos por tomar en cuenta el ambiente ha privado el mercantilismo. A la hora de obtener riquezas materiales quedan de lado los principios, leyes y retórica sobre la conservación hasta de la especie humana. Ejemplo elocuente, la negativa de los grandes contaminadores a disminuir las emisiones causantes del cambio climático. En otra escala, guerras para apropiarse de recursos de otros, contaminación de ríos, minería, devastación de bosques, ciertos negocios inmobiliarios en ciudades y mucho más.
Valgan las críticas, pero se quedan en la queja sin enfoques hacia adelante, que abarquen la totalidad. No basta un ministerio al lado de otros tantos. Al menos cada uno, como todos los organismos y acciones, deberían tener esa alcabala, ese todo envolvente, para cuanto se haga. Una especie de prefijo condicionante, sin impedir la intervención y con garantía de minimizar daños y de lograr sustentabilidad.
Respecto al ambiente a estas alturas, guardando distancias y situaciones, pareciera que la visión y quehacer indígena con la Pachamama, resultan más abarcadores en concepción y manejo que la visión “normal” del tema.
ALEJANDRO LÓPEZ - ALBERTO URDANETA / Últimas Noticias
Impreso Digital – 2015/01/29