En enero de 1959 ingresé como arquitecto I a la División de Proyectos del Banco Obrero (BO) y mi primera tarea fue el diseño de la Unidad Vecinal Nº 1 en Puerto Ordaz, que sería el primer desarrollo de la futura Ciudad Guayana, cuya primera piedra fue colocada por el presidente Rómulo Betancourt en junio de 1961.
Para iniciar el proyecto, por recomendación de Leopoldo Martínez Olavarría, al momento asesor del BO, fui a la Dirección de Urbanismo del MOP a entrevistarme con el funcionario a cargo de los estudios preliminares de la nueva ciudad. Allí conocí, hace 55 años, a Víctor Fossi Belloso. Desde entonces Víctor y Leopoldo Martínez Olavarría fueron, junto a Henrique Hernández y Alfredo Roffé, compañeros eternos en mi vida académica y profesional.
Víctor no sólo fue un profesional de altísimo nivel y un compañero de trabajo excelente sino un amigo muy especial. A finales de los años 60, cuando mi familia se mudó a la urbanización Santa Cecilia, nos convertimos también en vecinos.
Víctor fue decano de Arquitectura de la UCV entre los años 1962 y 1968 y rector de la UDO entre 1971 y 1974; y en los 80, junto con el mismo grupo mencionado antes, Alejandro López y Gladys Maggi, fundamos el Convenio Nacional de Investigación en Vivienda, posteriormente Asociación Leopoldo Martínez Olavarría para la Investigación en Vivienda (Alemo).
Hasta hace un mes, continuábamos reuniéndonos periódicamente en un grupo técnico a cargo de estudiar opciones en materia de políticas de desarrollo urbano y vivienda. Pero lo que mejor describe a este entrañable amigo era la primera media hora de cualquier encuentro o reunión: las anécdotas, cuentos, chistes y comentarios de Víctor, cargados de sabiduría, reflexión y picardía, son también inolvidables. Adiós, querido amigo.
ALFREDO CILENTO / Últimas Noticias
Impreso Digital – 2014/07/31