Parece algo ilógico, pero es una realidad que cada día se acrecienta en Estados Unidos. En efecto, el fenómeno de trabajadores que no pueden costear una vivienda es una situación que se repite en varias ciudades y corre el riesgo de extenderse.
Por ejemplo, en Mountain View, California, donde se encuentra el polo tecnológico del mundo conocido como Silicon Valley, mas de 300 vehículos están diseminados por la ciudad con personas durmiendo en ellos. Es increíble que la cuna de empresas tan famosas como Google, Microsoft o Linkedin, atraviesen por una problemática de esta magnitud.
Toda vez que los automóviles se ven en mayor cuantía que los vehículos tipo furgoneta donde cabría un colchón, nos imaginamos la incomodidad suprema que enfrentan estos seres humanos, sobre todo si existen niños. Esto aunado a la falta de ropa planchada y a las visitas frecuentes a sanitarios públicos para un aseo limitado, hacen de este drama una verdadera pesadilla para cualquier trabajador.
Muchos se preguntan si acaso en ciertas áreas en particular el salario mínimo es tan bajo que no alcanza para pagar una vivienda decente. Resulta que desde enero 2019, la ciudad de Mountain View decretó un salario mínimo de $15.65 la hora; sin embargo, allí puede acontecer lo mismo que muchas otras ciudades, donde el salario real es significativamente menor al establecido.
También se da el caso de ingenieros y técnicos especializados que son contratados por cuatro horas semanales. Aunque su salario sea alto, su ingreso es insuficiente para pagar una renta promedio de $2,300 por dos habitaciones o $1,800 por un estudio. En Silicon Valley también suele suceder que muchos técnicos tienen que mantener a sus familias en otros estados y deciden vivir en el carro para ahorrar costos.
Un concejal de la ciudad de Seattle en Washington, explicó que aunque ellos disfrutan de pleno empleo, el problema no es el trabajo sino la vivienda. Opina que realmente la gente no tiene donde mudarse y cada vez que la ciudad abre una facilidad con este propósito, inmediatamente se llena.
Muchos gobiernos locales han tenido que decretar estados de emergencia, algo destinado a los desastres naturales. Resulta que la falta de vivienda es notoria en todo el país y es un flagelo que azota, después de Nueva York, a cuatro ciudades en California que están entre las 10 con el mayor índice de pobreza; ellas son Los Ángeles, San Diego, San Francisco y San José.
Analizando esta grave problemática nos percatamos que no existe una correlación entre salarios y vivienda. Sin tomar en cuenta el aspecto estadístico, más bien pudiéramos decir que es una relación directamente proporcional, o sea, a mayor salario, mayor probabilidad de vivienda y viceversa.
Sucede que nos encontramos en una economía de mercado, donde cada productor es libre de fijar el precio que le plazca, siempre que no sea un monopolio. En la práctica, si un constructor fija un precio unitario de $5 millones por cada vivienda, los competidores pretenderán hacer lo mismo. Y siempre que aparezcan los compradores y la demanda continúe en ascenso, los precios igualmente continuarán escalando.
Mayormente ocurre que los compradores de esas unidades que siguen apareciendo, son extranjeros. Entonces la pregunta es, ¿y los locales, dónde van a vivir? Sin duda esto es un problema grave ya que el precio de los inmuebles sigue aumentando pero los salarios no. Es mas, los salarios reales lejos de crecer, están disminuyendo con la multiplicación de los peajes electrónicos y las “camaritas” en los semáforos.
Además de California, Florida, y particularmente Miami, están experimentando este fenómeno. Con la explosión de los costosos condominios en el downtown, especialmente mercadeados para compradores internacionales, los habitantes locales quedan fuera del juego.
Se dice que los de bajos ingresos viven donde sea. Y los de altos ingresos pagan lo que sea. Pero los del medio, que son la inmensa mayoría, no tienen otra opción. En otras palabras, tienen que decidir un mes entre pagar la renta, la cuota del carro, no ir al dentista o pagar la multa de tránsito.
Tal vez lugares como Silicon Valley decidan fabricar edificios para sus empleados, o las ciudades mantengan un programa habitacional adecuado para sus residentes.
Si no lo hacen, al menos podrían habilitar grandes espacios, con servicios sanitarios y vigilancia policial incluidos, para que los terrícolas puedan estacionar sus vehículos y dormir en ellos. ¿Será ese nuestro futuro? Esperamos que no.
Benjamín DeYurre / El Nuevo Herald
Página Web - 2019/03/17
Fuente: https://www.elnuevoherald.com/