En el verano de 2013 los fondos buitre aterrizaron en el mercado inmobiliario español para comprar barato y obtener elevados rendimientos bajo la premisa de que los precios podrían estar cerca de tocar fondo. Tras más de año y medio de adquisiciones de activos y de carteras de deuda, la atención de estos inversores oportunistas se ha trasladado hacia otros mercados, como Italia.
Ahora que muchos fondos buitre emprenden el vuelo hacia otros destinos y que la oferta de mayor calidad escasea, ¿quién comprará ladrillo en España en 2015? Las caras nuevas de las transacciones en el sector inmobiliario serán los fondos de inversión de valor añadido, aquellos que se satisfacen con retornos menores que los oportunistas y que mantienen estrategias a medio y largo plazo.
Estos fondos están dispuestos a realizar cambios de uso en los inmuebles e invertir con el objetivo de añadir valor. Y han venido a España para quedarse. Al menos más tiempo que los buitres. Así se desprende de una encuesta de KPMG a 200 expertos entre directivos de inmobiliarias, de Sareb, del sector público, banqueros e inversores.
El 71% cree que estos inversores de valor añadido acapararán el protagonismo en 2015 y serán determinantes para la recuperación del sector inmobiliario en los próximos siete u ocho años. Además de competir en la compra de activos con los inversores de corte más tradicional y conservador –el capital privado nacional y procedente de Latinoamérica y Asia, y las aseguradoras- estos fondos exploran nuevas posibilidades.
También quieren plantar cara a la banca en la financiación a promotores. La actividad más denostada en la crisis está recuperando atractivo poco a poco. No a gran escala, sino para operaciones puntuales. Algunos bancos están abriendo el grifo del crédito a promotores especializados que han superado la crisis gracias a gestores de reconocida trayectoria, y que construyen en localizaciones con demanda y a precios de mercado.
Es ahí donde estos fondos de inversión quieren entrar, en la financiación de buenos promotores, sobre todo los centrados en el mercado residencial. «Hay casi cerradas varias operaciones de fondos de inversión que quieren acompañar a promotores que salieron indemnes de la crisis y de refinanciaciones o reestructuraciones de deuda», explica un experto del sector que prefiere mantenerse en el anonimato.
Su financiación es diferente a la de un banco. Para empezar, es más cara que la bancaria y sus cláusulas legales son más restrictivas si se incumple el plan de pagos estimado en la financiación. En contrapartida, sus préstamos son más flexibles, más adaptados la empresa concreta, y están más dispuestos a entrar en proyectos que requieran mayor proporción del préstamo sobre el valor a financiar (LTV). Además, los fondos contemplan un pago único al finalizar la operación global y no a medida que se venden pisos, como hacen los bancos.
Otra de las oportunidades que exploran los fondos de valor añadido para invertir en el sector inmobiliario es hacerlo a través de las sociedades de vehículos inmobiliarios (socimis), que deben obtener el 80% de sus ingresos del alquiler de los activos que gestionan, inmuebles que han de mantener en cartera al menos tres años. En España, está previsto que coticen diez socimis a corto plazo, frente a las siete que lo hacen en la actualidad, y que ganen peso como actores en el mercado inmobiliario, a la luz de la evolución experimentada por vehículos similares en el extranjero, los Reits (Real Estate Investment Trusts), según los expertos de KPMG.
ALICIA CRESPO / Expansión
Página Web – 2015/02/25
Fuente: http://www.expansion.com