¿Cuál es nuestra responsabilidad con la ciudad?, ¿Cómo podemos hacerlo mejor?
Bogotá es una ciudad en transformación, con grandes potenciales desde la naturaleza, pero enormes desafíos: déficit en vivienda, servicios, transporte, espacio público. No se trata solo de densificar y hacer edificios y vías, sino hacer ciudades verdes, mejores para ser vividas. ¿Cuál es nuestra responsabilidad con la ciudad?, ¿cómo podemos hacerlo mejor? Esto constituye un continuo debate; naturaleza vs. ciudad, y el imperativo ecológico en el diseño y la planificación urbana.
El desarrollo y el medioambiente pueden coexistir. Para ello, es trascendental que el nuevo plan de ordenamiento tenga un plan innovador: un plan verde y de biodiversidad estratégico y transversal a todos los proyectos de desarrollo y renovación, enmarcados en una estrategia que nos dé una visión sostenible.
Es preciso fortalecer una visión del desarrollo acompañada de una perspectiva protectora de la naturaleza, que tendrá que reflejarse en los programas de planificación y gestión. Hay que asumir un cambio de mentalidad, cultivar una ciudad verde, que maneje el concepto de naturaleza en su planeación.
Esa estrategia debe llevarse a través de un proceso técnico, pero también debe incorporar componentes participativos. Hoy no veo esa estrategia articulada para la ciudad existente.
Sin embargo, en el norte de Bogotá he visto un proceso de cambio en la estrategia de la Van der Hammen. De una propuesta que hablaba de la reserva como potreros, con parques lineales en un territorio fragmentado, a una con cambios que generarán calidad de vida y sostenibilidad ambiental.
La identificación de cada uno de los ecosistemas presentes, para protegerlos, restaurarlos y conectarlos. Los nuevos humedales que crean una reserva esponja que regulará las aguas lluvias. La definición de cada uno de los ecosistemas de referencia con las especies correspondientes. Y la inclusión de las rutas identificadas por los estudios.
Estas soluciones de desarrollo de bajo impacto que definen la ciudad verde consiguen lo siguiente:
1. Crean una calidad de vida y una estética paisajística que las personas aman y quieren ser parte de ella; cualidades que amplían el valor ecológico de la tierra.
2. Promueven soluciones basadas en la naturaleza, menos costosas de construir y mantener cuando se conciben e implementan como sistemas biológicos.
3. Conciben una visión sistémica, donde se restaura el lazo hombre-naturaleza.
Esta estrategia de un norte verde, conectando cerros con río, cuerpos hídricos, bosques, humedales, fauna, en armonía con la ciudad, definirá un objetivo de ordenamiento y una nueva forma de vida.
El enfoque para preservar los recursos hídricos junto con otras prácticas de sostenibilidad darán como resultado una reserva de alta calidad que atrae a la gente y logra que las personas la amen y se enorgullezcan de llamarla hogar. Territorios sostenibles que actúan como una esponja que absorbe el agua de las superficies duras y al mismo tiempo recarga la energía y la vida.
Al crear la reserva protectora como una red de paisajes públicos multifuncional y compartida con otras especies, ayudamos a restablecer el equilibrio entre la naturaleza y la cultura, al tiempo que preservamos los procesos biológicos de los que todos dependemos.
Martha Fajardo / El Tiempo
Página Web -2018/10/21
Fuente: https://www.eltiempo.com/