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Un empujón al POT (COLOMBIA)

Al Plan de Ordenamiento Territorial para Bogotá le llegó la hora. La ciudadanía debe conocerlo.

 

Los planes de ordenamiento territorial (POT) son el instrumento mediante el cual se define el devenir de un territorio. A través de ellos –y de las normas que los inspiren–, el municipio fija la hoja de ruta que transformará su suelo, impactará su sostenibilidad y garantizará la calidad de vida de sus habitantes. No se trata, entonces, de cualquier documento, y, por ende, su discusión tampoco puede darse a conveniencia de intereses políticos, particulares o inspirados en rencillas ideológicas mientras los problemas toman ventaja.

Por esto resultan oportunas las recomendaciones que un numeroso grupo de expertos, a instancias del programa Bogotá Cómo Vamos, elaboró a lo largo de seis meses con el fin de sugerir al gobierno distrital la inclusión de temas claves en el POT que se radicará ante el Concejo. Cabe recordar que en esta ocasión no se trata de una revisión de la norma, sino de un cambio estructural, lo cual debería incentivar al gobierno para que dicho documento consulte, entre otras cuestiones, las recomendaciones de Naciones Unidas de cara a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la dinámica que ha adquirido la ciudad en los últimos lustros y los desafíos que plantea una urbe cuyo crecimiento estará por encima de los 10 millones de personas en las próximas décadas.

La preocupación por un POT que armonice y no complejice el desarrollo pareciera ser la consigna de quienes elaboraron las recomendaciones. Por ejemplo: abogan por una movilidad sostenible que conecte los municipios vecinos, genere zonas de parqueo en los bordes de la ciudad e incremente los carriles para bicicletas.

En materia de seguridad, las recetas no son nuevas, pero, puestas en el POT, podrían ser más eficientes: zonas de la ciudad con equipamientos de seguridad, defensa y justicia; CAI móviles las 24 horas y recursos que puedan ser compartidos por policías de la capital y el departamento. En materia ambiental se sugieren la simplificación de normas para el sector público y privado, planes parciales con proyectos integrales y vivienda de interés social en zonas centrales de la ciudad.

Y hay dos aspectos que merecen atención porque están íntimamente ligados: ruralidad e integración regional. Más del 70 por ciento del suelo de la capital no es urbano y conecta con la región; por tanto, cabe incluir figuras como las reservas campesinas, acceso a servicios básicos para vivienda rural y un plan que permita el manejo y fomento de corredores ecológicos. Todo ello coincide con el viejo anhelo de un POT armónico a escala regional en asuntos como medioambiente, conectividad, nuevos sistemas de transporte, vías y normas claras para el uso del suelo. Todo lo cual sería posible si se garantiza un marco de gobernanza que, en lugar de despertar sospechas, genere espacios de diálogo y entendimiento.

Al POT le llegó la hora, y la ciudadanía debe conocer su contenido. Solo así podrá darse un debate sano y riguroso para planear bien la ciudad. Un Plan de Ordenamiento Territorial elaborado a conciencia, consultando el interés general, velando por la articulación plena de los matices que componen un territorio y que genere espacios incluyentes garantiza el futuro de las generaciones venideras.

 

 

 


Editorial / El Tiempo

Página Web -2018/10/18

Fuente: https://www.eltiempo.com/