Un trabajo de la Universidad EAN ayudó a que la temperatura de 21 viviendas de Guatavita mejorara.
Cada vez que Blanca Velandia salía a la puerta de su casa, un ventarrón lavaba la fachada de la vivienda. Las paredes estaban llenándose de humedad y el frío en las noches les helaba hasta los huesos. “Así es como se vive en el páramo”, recuerda la mujer.
Hoy esa misma fachada se convirtió en un espacio cálido, que su hijo menor usa como estudio, y en el que ella y su esposo reciben las visitas que llegan.
El cambio se debe a un proyecto de la Universidad EAN que implementó arquitectura bioclimática que retiene el sol del día, para que en las noches la temperatura en las casas no disminuya tanto.
Son 21 viviendas de la vereda Monquentiva, de la zona rural del municipio de Guatavita, que colinda con otras poblaciones de Cundinamarca como Gachetá y Junín. En esta población viven cerca de 77 personas, en un territorio de 47 kilómetros cuadrados, aproximadamente, que están a 2.900 metros de altura.
El proyecto se gestó a finales del año pasado, cuando las directivas de la Universidad EAN se reunieron con los representantes de la Facultad de Ingeniería en Energías, y buscaban qué hacer con los ventanales del antiguo Colegio Alvernia, que hace parte del complejo académico de la institución.
David Felipe Rodríguez es uno de los estudiantes de la carrera de Ingeniería en Energías que participó de estas reuniones y a quien se le ocurrió que podrían reutilizarse realizando muros Trombe, que se crean sobre una base de rocas volcánicas, hormigón y vidrios que se ubican a 70 grados para retener la luz solar.
También con la instalación de marquesinas, que son unas cubiertas sobre las fachadas de las casas, que además, sirven de áreas comunes para las viviendas. A este proyecto se le bautizó entonces como ‘Calor de Hogar’.
Entre las directivas de la institución se eligió la vereda Monquentiva como la beneficiaria del proyecto y entre febrero y mayo que estudiantes voluntarios de la EAN viajaran, cada sábado y durante nueve semanas, a ayudar a la construcción con cada una de las familias de la zona rural de Guatavita.
“En la vereda se respira un aire de tranquilidad, y los campesinos nos recibieron muy bien; nos compartieron sus saberes y forjamos relaciones con ellos, nosotros sabíamos de ingeniería, y ellos de construcción, e intercambiamos roles. El proyecto tuvo varias etapas y también retos que nos tocó ir superando poco a poco”, explicó el joven.
“No queríamos un diseño uniforme para todas las viviendas, sino que con cada uno de las familias comenzamos a definir qué sería lo mejor, implementando arquitectura bioclimática”, reseñó.
La iniciativa logró otros cometidos que no se esperaban. Por ejemplo, en la casa de Jairo Díaz y María Eunise Beltrán, quienes habitan una de las casas más alejadas de la vereda, el muro trasero vivía húmedo, por las frecuentes precipitaciones de la región.
“Aquí llueve casi que nueve de los 12 meses. Entonces por el viento, el agua pegaba en la pared y se formaban charcos adentro. Eso nos tocaba cada nada ir a escurrir y a secar, y en las noches el frío era impresionante”, recuerda María Eunise, de 42 años y madre de seis hijos que viven con ella.
En su casa hay un muro Trombe a las afueras del cuarto de su hija Laura. “Se nota el cambio de temperatura en la noche. Ya no hace tanto frío”, señaló la joven beneficiaria.
Y es que según las mediciones aleatorias realizadas en varias viviendas, su sensación térmica adentro aumenta entre tres y ocho grados centígrados, gracias a la infraestructura implementada.
Para José Dagoberto Ortiz, el docente de Ingeniería en Energías que acompañó el desarrollo del proyecto, es destacable que este fue propuesto y desarrollado por estudiantes, quienes según él se están formando para desarrollar problemas reales de la sociedad.
Michael Cruz Roa / El Tiempo
Página Web - 2018/06/28
Fuente: http://www.eltiempo.com/