Señor Director:
En estos días un par de proyectos inmobiliarios en Recoleta y el centro de Santiago han ganado titulares por controversias con las autoridades locales. Hay que preguntarse el porqué de estas situaciones.
La respuesta se aclara cuando constatamos que una ciudad dinámica y en permanente renovación, como Santiago, está sujeta a una Ley General de Construcciones que data de 1927 y, por tanto, hoy en gran parte obsoleta o con grandes vacíos. A excepción de un par de ajustes intermedios en la década del 30 y en la de los 80, nuestras ciudades se están construyendo con leyes de hace casi 100 años.
Los planes reguladores comunales tampoco son una excepción: indican zonificaciones de uso, y los más sofisticados, pocos, definen densidades habitacionales, alturas máximas y ocupación de suelo. No tienen, sin embargo, una imagen objetivo de diseño urbano que favorezca un desarrollo armónico de los barrios que conforman la ciudad. Pocos definen áreas a preservar, renovar y menos a densificar con criterio. Por ello es común ver junto a líneas de Metro o líneas troncales de Transantiago amplias áreas de uno y dos pisos con una ineficiencia abismante.
Este cúmulo de reglamentos e indicaciones en los planes reguladores habitualmente terminan en consultas de las direcciones de obras a la Seremi de Vivienda, alargando los plazos de permisos de obras. A un cuerpo legal y regulatorio sobrepasado por la realidad de ciudades modernas se suma que carecemos de planificación. El desarrollo y renovación continua de la ciudad necesitan de lineamientos, planes de desarrollo y crecimiento con objetivos de diseño para sus barrios, edificios y espacio público, así como para el transporte y para la necesaria densificación, si no queremos que las ciudades crezcan indefinidamente en extensión.
Estamos reaccionando con soluciones express a las necesidades de nuestras ciudades mediante decretos y normativas improvisadas cada vez que los vecinos o la opinión pública se levantan para reclamar un hecho puntual. A parches y a punta de improvisaciones no podremos nunca tener mejores ciudades.
El 90% de los habitantes en Chile vive en ciudades, pero vivimos sin ocuparnos de lo que son y serán nuestras ciudades.
Duerme en el Congreso una nueva Ley General de Urbanismo y Construcción. Discutimos a la vez de muchas materias como país, olvidando ocuparnos de algo que nos afecta directamente a todos como ciudadanos: Cómo planificar, mejorar, desarrollar y renovar el lugar donde nacemos, vivimos, estudiamos, trabajamos, descansamos, y nos divertimos.
OSVALDO FUENZALIDA C.
Presidente
Asociación de Oficinas de Arquitectos de Chile
OSVALDO FUENZALIDA C. / El Mercurio
Página Web - 2014/08/25
Fuente: http://diario.elmercurio.com/