Construir de forma eficiente es un reto obligado. Además de las directrices públicas que caminan en esta dirección, iniciativas pioneras como la hipoteca verde de Santander, que bonifica la compra de inmuebles A o A+, trabajan por un cambio de paradigma
El futuro exige que las viviendas sean eficientes. En la Unión Europea, el sector de la construcción consume el 40% de la energía primaria y el 50% de las materias primas. Genera un 30% de los residuos y gasta más de un 20% del agua potable. En el caso de España, la sostenibilidad apremia por evidentes razones medioambientales, pero no solo. Nuestro país debe además asumir el reto de ajustarse a la normativa comunitaria y cumplir los compromisos adquiridos en el ámbito internacional.
La progresiva disminución de las emisiones de CO2 en los edificios figura entre los objetivos prioritarios de los principales organismos mundiales. La UE pretende liderar la descarbonización de la economía de aquí a 2050. Para conseguirlo, el llamado Marco sobre Clima y Energía para 2030 establece tres objetivos clave de cara a esa fecha. El primero consiste en disminuir un 40% las emisiones de gases de efecto invernadero. El segundo, en conseguir que las renovables alcancen una cuota mínima del 32% en el consumo final de energía. El tercero persigue mejorar la eficiencia energética en un 32%. Si se quieren alcanzar estas metas, la participación del sector de la construcción resulta crucial.
Ciudades más ecológicas
En su Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 11, también Naciones Unidas se plantea el reto de “lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles”. La organización subraya que “las ciudades del mundo ocupan apenas el 2% del planeta, pero representan entre el 60% y el 80% del consumo de energía, y un 75% de las emisiones de carbono”. Según la ONU, “para 2030, casi el 60% de la población mundial vivirá en zonas urbanas”. De ahí que haya que “aumentar sustancialmente el número de ciudades y asentamientos humanos que adoptan y ponen en marcha políticas y planes integrados para promover la inclusión, el uso eficiente de los recursos, la mitigación del cambio climático y la adaptación a él”.
En nuestro país existe la Agenda Urbana Española, un documento estratégico del Ministerio de Fomento, sin rango de ley, que camina en la misma dirección. De acuerdo con ella, en España, “de los 46,5 millones de habitantes que existen, el 80% se concentra en áreas urbanas, que suponen sólo el 20% del territorio”. Esto sitúa a nuestro país entre los que mayor porcentaje de población urbana tienen de toda la UE. De los 30 objetivos específicos que plantea el documento, uno de ellos se propone transformar el parque inmobiliario español en uno “con alta eficiencia energética y descarbonizado antes del año 2050, facilitando la transformación económicamente rentable de los edificios existentes, en edificios de consumo de energía casi nulo”.
Definir una estrategia climática
Este último concepto, el consumo de energía casi nulo en los inmuebles, permanece en una especie de limbo legal en España. Así lo explica Francisco Javier Méndez, director del gabinete técnico del Colegio de Aparejadores de Madrid: “Los requisitos mínimos que deberán satisfacer los edificios de consumo casi nulo serán los que en su momento se determinen en el Código Técnico de la Edificación, en su Documento Básico DB HE; la última modificación de dicho DB está pendiente en estos momentos de revisión de los organismos europeos y de su posterior publicación española mediante real decreto”. Bruselas revisa también en la actualidad toda la estrategia climática española de futuro, sintetizada en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, que marca la hoja de ruta que debe seguirse desde ahora hasta 2030.
La neutralidad energética en los inmuebles se deriva de la Directiva 2010/31/UE sobre eficiencia en el sector de la edificación. En teoría, ya en este año 2019 todos los edificios públicos deberían haber observado un consumo de energía casi nulo. Y a partir del 31 de diciembre de 2020, la obligación debería extenderse a todas las viviendas que se construyan en España y en el resto de la UE. No obstante, el Código Técnico de la Edificación todavía no ha incorporado la definición de qué es un edificio de consumo casi nulo.
En la consecución de un edificio climáticamente neutral intervienen factores muy diversos. Implica mejorar la envolvente térmica con métodos de aislamiento, incorporar sistemas de generación o uso de energías renovables, procedimientos para reducir el consumo en iluminación o implantar instalaciones eficaces para el suministro de agua caliente y calefacción, entre otros. A todo ello, como señala Méndez, hay que sumarle “la puesta en marcha de medidas en pro de la economía circular y la industrialización del sector de la edificación”.
Poner a punto el parque inmobiliario
Fuentes del sector de la vivienda apuntan dos datos trascendentales en esta búsqueda de la eficiencia: un 90% del parqué de viviendas en España se levantó con anterioridad a la entrada en vigor del Código Técnico de la Edificación, aprobado en 2006. Y un 60% de los inmuebles se construyó sin aislamiento térmico, pues ninguna normativa existía entonces sobre eficiencia energética. Por esta razón, los esfuerzos para mejorar deben extremarse y muchos de ellos tienen que adoptar la forma de rehabilitaciones.
El sector financiero también ha dado un paso al frente con los requerimientos de eficiencia energética en la edificación. Banco Santander, por ejemplo, ha lanzado recientemente al mercado una hipoteca verde. Si el comprador adquiere una vivienda calificada energéticamente con A ó A+, o bien está certificada como sostenible, la entidad ofrece una bonificación de 10 puntos básicos sobre el tipo base de la hipoteca. Con esta iniciativa pionera, el banco introduce criterios de preservación del medio ambiente en sus productos financieros y coopera con los objetivos internacionales de sostenibilidad.
DOS DÉCADAS DE COMPROMISO MEDIOAMBIENTAL
Desde hace casi veinte años, Banco Santander mide su huella ambiental y cuantifica su consumo de energía, sus residuos y sus emisiones de gases de efecto invernadero. En 2011, el grupo implementó diversos planes de eficiencia energética y sostenibilidad para garantizar la reducción de su impacto ambiental, y la iniciativa ha dado sus frutos. En los últimos nueve años, por ejemplo, la entidad ha conseguido reducir un 36% su consumo de papel, un 15% el de electricidad y ha recortado sus emisiones a la atmósfera en un 27%.
El plan de eficiencia 2016-2018 de Santander, en el que se han invertido 69,8 millones de euros, ha desarrollado más de 250 iniciativas. En 2018, el banco logró que el 100% de la energía consumida en todas sus oficinas y sucursales en Alemania, España y Reino Unido fuera verde, una senda hacia la que caminan también algunas de sus instalaciones en Estados Unidos y Brasil. Ese mismo año, los nuevos edificios del banco fueron certificados de acuerdo a las normas internacionales LEED o ISO 14001, que los acredita como sostenibles. De cara al futuro, la entidad presidida por Ana Botín ya ha implementado un nuevo plan de eficiencia energética y de sostenibilidad para el trienio 2019-2021. Entre las medidas que se están poniendo en marcha figura la optimización del espacio en las oficinas, el aumento del uso de energía verde y la implantación de más sistemas de gestión ambiental.
Ubicación: https://elpais.com/economia/
Autor: Javier De La Cruz
Fecha de Publicación: 2019/10/16